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12.Jun.2021 / 11:18 am / Haga un comentario

Foto: JPSUV

Por Rander Peña

El arte, desde siempre, ha jugado un rol fundamental en sus múltiples formas de expresión a lo largo de la historia mundial, acompañando y siendo protagonista de los grandes procesos revolucionarios.

Una de las experiencias más cercanas que conocemos, fue el surgimiento del Muralismo como forma de expresión y del sentir social, que se convirtió en la herencia artística más importante de la Revolución Mexicana.

Un fenómeno cultural que logró romper con la estética europea de hacer arte, promoviendo la búsqueda de un estilo propio, iniciando la construcción de una nueva identidad nacional que rescataba la esencia de sus raíces populares, tradicionales e indígenas, desconocidas durante años.

Así fue como un grupo de jóvenes mexicanos lograron despertar en su pueblo la conciencia y el orgullo por su historia, por su etnicidad y por el renacer que empezaba a surgir después de este proceso revolucionario.

Un ejemplo de ello, fue Diego Rivera, uno de los exponentes fundamentales de este movimiento, quien a través de una de sus obras más emblemáticas: “La epopeya del pueblo mexicano”, expuesto en la escalera del Palacio Nacional de México, logró plasmar parte de la lucha popular, durante varios siglos.

En Venezuela, desde la llegada de la Revolución Bolivariana, nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez, inició un proceso de cambios profundos y transformadores en el ámbito de la cultura que vino a rescatar las raíces y la esencia de la venezolanidad, ésa que durante años intentaron despojarnos, a través de la imposición de falsos cánones. A propósito de esto, nuestro Líder Eterno nos insistía en el año 2001:

“Seguir impulsando la cultura al servicio del desarrollo, no la cultura al servicio de la elites del país, de buena parte de las cuales se adueñaron de un proceso cultural que fue tergiversado. Es una cultura al servicio de la revolución humana, de la creación, de la liberación del pueblo venezolano.”

Hoy hemos sido testigos de cómo esa semilla ha dado sus frutos, esparciéndose por cada rincón de la Patria, en cada hombre y mujer que atendió el llamado, una vez más, que realizó nuestro Presidente Nicolás Maduro de ir a ganar la batalla simbólica.

Desde el mes de abril, hemos sido testigo de la explosión de color, y amor por lo nuestro que se vive en las calles, escuelas, liceos, comunidades, plazas, parques, urbanismos, instituciones y cada lugar del país, a través del Concurso de Muralismo, Paisajismo y Batalla Comunicacional, en el marco de la conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Carabobo.

Es impresionante y profundamente conmovedor el derroche de talento y patriotismo de los artistas, cultores, poder popular, y todos los hombres y mujeres que nos han hecho recrear,  a través de su arte,, la grandeza y el heroísmo de nuestros libertadores y libertadoras.

Son los poderes creadores del pueblo del que nos hablaba el eterno Aquiles Nazoa, es el surgimiento de una nueva manera de pensar la cultura desde lo colectivo, de asumir el arte como una herramienta transformadora.

El Comandante Hugo Chávez nos decía: “No hay herramienta, en verdad, como la cultura, para lograr esa recuperación de conciencia, resurrección de pueblos, profundización de quienes hemos sido, quienes somos, y quienes podemos ser…”

Hoy las paredes del país hablan y han logrado conectarnos con los valores intrínsecos de nuestra historia, es el ímpetu, es la alegría, es Bolívar dibujado en su caballo llamándonos a la batalla, es el reflejo de la mirada del Negro Primero orgulloso de entregar su vida por la libertad, es el grito del soldado desconocido que podemos oír, señalando la victoria.

Ese espíritu reflejado ahora, cargado de sentimiento patrio y que se enciende como llamarada viva en cada venezolano, venezolana, niños y niñas, nos obliga a elevar el compromiso por defender nuestra Patria, como lo hicieron hace 200 años nuestros libertadores.

 

 

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