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23.Oct.2020 / 01:41 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

Jesús Faría 

Los salarios han experimentado un desplome dramático. Pasamos de tener el segundo mayor salario de la región latinoamericana y caribeña a un salario de gran precariedad.

Esta situación se explica, por una parte, por el incremento acelerado de los precios, que deteriora inclementemente la capacidad de compra de la población; en tanto que, por otra parte, el ingreso nacional se ha contraído violentamente, lo cual impide el aumento sustancial de los salarios.

Tanto la altísima inflación, como la caída de la producción y del ingreso nacional están determinados esencialmente por el criminal bloqueo.

En cuanto a la inflación, el motor fundamental de ese flagelo es la especulación existente en el mercado cambiario. El alza violenta del precio del dólar es propulsada por la voracidad de los especuladores, que persiguen jugosísimas ganancias, pero también tienen el cálculo político de hacerle daño al gobierno. Cada vez que aumenta el precio del dólar arrastra al resto de los precios de la economía. Estos últimos potencian su alza por la especulación que también reina en el mercado de bienes y servicios.

En ese contexto, el principal obstáculo que nos impide frenar la especulación cambiaria y, con ello, la inflación es el acentuado déficit de divisas, que, a su vez, se explica por las sanciones imperiales que han ocasionado el derrumbe a mínimos históricos de la producción petrolera y su exportación. No olvidemos que, en condiciones normales, la exportación de crudo generaba el 95% de todos los ingresos de divisas del país.

Por otra parte, la producción nacional ha sufrido una caída estrepitosa por las mismas sanciones yanquis, que, como mencionábamos, han impactado dramáticamente el corazón de nuestra economía: la industria petrolera. No hay divisas para las importaciones, indispensables para el crecimiento económico, ni ingresos públicos para financiar las inversiones sociales y económicas.

Para apreciar la gravedad de este último asunto, es preciso mencionar que en condiciones normales el 70% de los ingresos públicos provienen de la actividad petrolera.

Está claro que, para aumentar los salarios son necesarias dos condiciones esenciales. En primer lugar, el compromiso de un gobierno socialista que lucha indoblegablemente por las reivindicaciones de nuestro pueblo.

Sin embargo, esto no es suficiente. Para aumentar los salarios es necesario, igualmente, la disponibilidad de ingresos capaces de financiar dicho aumento. Precisamente eso ha sido golpeado brutalmente por el bloqueo.

Las terribles sanciones estadounidenses nos han colocado en una situación sumamente compleja, con estragos dramáticos en lo social, ante lo cual el gobierno revolucionario debe actuar audazmente. Ante la carencia extrema de ingresos del Estado, el presidente Nicolás Maduro ha presentado una ley que procura crear condiciones para atraer inversiones privadas nacionales y extranjeras.

Esas inversiones se traducirán en producción, ingresos y riquezas, los cuales serán empelados, prioritariamente, en aumentos salariales. Sin ese ingreso no será posible aumentar los salarios y para ello se requieren inversiones.

Adicionalmente, la creciente producción y la mayor disponibilidad de divisas (las inversiones también se traducirán en ingresos de divisas a través de  exportaciones) contribuirán a disminuir los niveles inflacionarios al frenar la especulación con el precio del dólar y los precios de los productos de consumo masivo, en razón de que se irá superando la escasez de productos y de divisas que tanto aprovechan los especuladores.

En síntesis, la inversión aumenta la riqueza y el ingreso, mayores ingresos permiten aumentar los salarios y menor inflación permite la recuperación de los salarios.

La defensa de la soberanía y de la revolución pasa por crear las condiciones para aumentar los salarios y esto está determinado por la activación de inversiones capaces de propulsar la producción. Esto contribuirá a romper el bloqueo criminal de los yanquis

 

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