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10.Ago.2015 / 09:09 am / Haga un comentario

Imagen: Misión Verdad

La mirada atónita del país no se explica por la novedad de las pugnas internas en la derecha venezolana. No. Estas son tan recurrentes que ya no nos impresionan. Sorprende la torpeza absoluta, de que la derecha se declara triunfal y acaparadora política del descontento (consecuencia de la guerra económica) y pese a eso, optan por dividirse en el umbral de unas elecciones en medio de una pugna brutal por candidaturas. A los chavistas no nos sorprende tanto, pero a los opositores les irrita la pelea vomitiva que están presenciando.

En contexto

Datanálisis y otras encuestadoras más taguareras como Hercon y Seijas, tratan de encarrilar la opinión pública argumentando que hay escenarios electorales «favorables» para la oposición venezolana, de cara a la situación económica que la misma guerra económica ha generado para torcer la orientación electoral de la gente a favor de la derecha venezolana. El triunfalismo opositor se palpa rampante y sonante a sus anchas en la mediática privada y parcualizada, a la luz de un escenario de conflictividad social inducido al cual pretenden empujarnos a todos.

DolarToday hace lo suyo, se enrarecen los sistemas de precios por la referenciación de los costos de producción con el dólar paralelo, mientras incentivan el contrabando. El bachaqueo continúa fuerte y las mafias del megacontrabando, megaacaparamiento y megaespeculación se afincan con fuerza sobre la sociedad venezolana para irritarla, para generar su estampida y para inducir su sensación de indefensión. La mediática silencia lo que hace el Gobierno ocultando los hallazgos del desangre y el sabotaje. La comparsa la tienen bien montada. Pero otra cosa sucede en el hecho político dentro de la derecha.

Chulo Torrealba asume el liderazgo de la MUD para conducirla a su autodestrucción, mientras los sectores más recalcitrantes de la derecha implosionan los «consensos» políticos internos exigiendo cuotas de poder. Otros partidos se asumen «marginados» en la unidad, tratando de posicionarse en una especie de festín político donde las influencias, los negocios y los intereses particulares se reeditan al mejor estilo adeco-copeyano de siempre.

Seamos honestos en algo: la MUD es un cónclave de partidos que representan intereses económicos particulares. Se trata de una organización que no representa fínes políticos, sino intereses de poder. Tienen una cualidad corporativa, obedecen líneas de poderosos a la sombra, se deben a sus amos empresariales tanto en Venezuela como en EEUU. Son un grupo pequeño de partidos pequeños, donde una docena de personas se pelean por privilegios. No pueden organizarse entre ellos y aún así esperan dirigir un país entero donde la mayoría nacional es chavista.

Mientras los fijadores de opinión y numerólogos de las encuestadoras dicen que «la tienen bombita» intentando envalentonar a los seguidores de la derecha en la opinión pública, estos comienzan a matarse entre sí. Veamos los detalles:

Crónica de una autodestrucción anunciada

Algunos en la MUD ya comenzaron a desmovilizar el voto opositor cantando fraude adelantado. Con una alharaca absurda con lo de la observación de la OEA, ya dicen que el chavismo les va a robar las elecciones. ¿Preámbulo de autoderrota anunciada? Probablemente. Pero la cosa va más allá.

La autodestrucción de la MUD es idéntica a una pelea de borrachitos de esquinita a medianoche por una carterita de ron. Se pelean por cuotas electorales para, supuestamente, beneficiarse de un poder que todavía no tienen y que difícilmente tendrán. Se pelean hasta por protagonismos en circuitos electorales duramente chavistas. Se pelean por trampolines, por posibilidades a cargos parlamentarios, por intereses personales, por posicionar sus partidos y pseudoliderazgos, por cuotas económicas, chanchullos y cuestiones detrás del poder.

Copei se sumerge en un degradante atajaperros, sus dirigentes se pelean por la dirección del partido y la MUD decide expulsarlos de la «unidad», luego de que esa organización lograra 27 candidaturas de cara a las parlamentarias. Al quedar expulsado Copei, las candidaturas quedaron sin efecto, por lo cual esos nombramientos quedarán vacantes. A Primero Justicia le gusta esto. Tomás Guanipa salió a defender la expulsión de Copei por tratarse de una organización donde no están «dispuestos a luchar por Venezuela» (qué demagogia).

MariCori como buena Sayona fue en solitario como un espanto de la sabana a inscribir su candidatura ante el CNE, bien tempranito, el día de las inscripciones. Teniendo claro que está inhabilitada pero armando todo el show posible, e inscribió, a su nombre y al de su partido (que casi nadie sabe cómo se llama) a Isabel Pereira, una matrona del Cedice, una señora sin trayectoria política pero que es una de las sesudas analistas de ese centro de propaganda y pseudoinvestigación de la derecha facha. A Chulo Torrealba no le gustó esto, pues ya tenían a Freddy Guevara para esa «vacante» que había dejado MariCori. Luego ésta les armó el berrinche por medios por tumbarle la candidatura que ella impuso «democráticamente».

Capriles, por otro lado, hace la jugada en solitario, intenta reeditarse como liderazgo visible, como portaaviones electoral, aun con un enorme rechazo opositor a cuestas. En su individualismo politiquero intenta posicionarse él, privilegiando a Primero Justicia en detrimento de Voluntad Popular. Ya dejaron de hablar de Leopolvo Golpe y las jugadas de expresidentes devaluados quedó como circo en el que están relegadas Lilian Tintori y Mitzi Ledezma. Y mientras todo esto sucede, Ramos Allup se sienta con su bolsita de cotufas a observar en silencio, haciendo sus jugadas en la sombra, al mejor estilo de Nerón viendo Roma arder, como buen adeco zorro viejo.

Con un Copei expulsado, las posibilidades de candidaturas paralelas en la derecha (que ya antes de esto se sabía que las habrán) se incrementan. Siendo muchos circuitos electorales, estadísticamente bastantes disputados, la oposición podría perder muchos de ellos con el solo hecho de que algunas candidaturas paralelas despojen de votos opositores entre un 3% ó 5% a los candidatos de la MUD.

¿Y los opositores qué dicen?

Lidiar con las tragedias de la división en unas elecciones que aseguran ya «ganadas» no es fácil para muchos seguidores de la derecha. Hay escuálidos que ciertamente esperan mucho más de sus dirigentes. Pero por otro lado, hay muchísimos seguidores de la derecha que en realidad no votan por la oposición, votan contra el chavismo siempre y éstos votarán por quien sea, pónganles a quienes les pongan. Para estos últimos no hay una preocupación mayor.

Envalentonados por una alta intención de voto, según Hinterlaces, los opositores se asumen en una recta final para definir la política nacional sin tener que esperar hasta las presidenciales. Quieren un parlamento mayoritariamente opositor, que allane el camino para una salida de Maduro por golpe parlamentario, o en todo caso allanar el camino a un revocatorio. Pero el fantasma de la derrota reaparece. Las posibilidades de nuevas divisiones comprometen cualquier predicción estadística publicada al mes de agosto. La supuesta fortaleza electoral de la derecha puede ser un pote de humo.

Ante la ausencia de estudios confiables públicos que den cuenta del comportamiento de la intención electoral desde los circuitos, cualquier predicción tiene las patas flojas, y en la dirigencia de la derecha lo saben. También es un hecho que en la misma numerología encuestadora colocan a la dirigencia de la MUD en una situación de rechazo entre los mismos opositores, no pueden ocultar lo inocultable, pues ¿qué otra percepción puede tener su gente de ellos, si se matan frente a todo el país?

Sobre los opositores también se impone la incertidumbre. Comienzan a ver a los actores concretos de la guerra económica. Sospechan del comerciante o del choro del abasto, que les vende un kilo de caraotas a 500 bolos (y que hace tres meses costaba 30 bolos), y que al robarlo de frente le dice: «esto es por culpa del Gobierno». Comienzan a ver señales, como que el amigo de al lado, el del frente y el otro vecino, son bachaqueros. Tienen al compañero de trabajo raspacupos, escuálido radical, que ahora es bachaquero. Empiezan a endosarle el desbarajuste a «la gente que hace esas cosas», a los comerciantes, a sus propios panas opositores que los roban de frente viéndoles las caras de pendejos.

Los opositores comienzan a reaccionar frente a una opinión pública opositora cada vez más dividida. Lo de DolarToday y su absurda y criminal fijación del dólar paralelo «es un daño que le hacen a la economía, es irreal ese precio», dicen algunos. Fedecámaras, casas de cambio, Datanálisis, la Asociación Bancaria y otros actores económicos indiscutidamente escuálidos dicen que la economía está bajo ataque especulativo y distorsiones paralelas cambiarias cortesía de DolarToday. Algunos opositores comienzan a desconfiar cada vez más de la mediática escuálida parcializada. Otros, pese a lo enfrascados en la crítica al Gobierno, esperan que éste actúe con más contundencia, se sienten bajo amenaza, indefensos como consumidores ante la vorágine especulativa.

Hay opositores de la clase media que han tomado una postura silente ante la situación. Están claros en que el enrarecimiento articulado de la economía tiene un móvil político. Algunos apoyan lo que sucede entendiéndolo como un sacrificio, pero otros no. Algunos reflexionan que no es justo llegar hasta este punto, creen que la oposición ha tenido «todas las condiciones» para ganar elecciones, para sacar al Gobierno, y han tenido ahora que llegar a este punto de «destruir la economía entera y hacer sufrir a todo el mundo para sacar al Gobierno». Hay opositores que entienden que lo que sucede se debe a su dirigencia «incapaz». Y aunque el descontento sigue siendo el principal piso político opositor, éste ha comenzado a fragmentarse, ha comenzado a dividirse en la delegación de responsables.

La MUD se divide y encubre el rostro real de los actores de la guerra económica. Hay opositores que entienden eso, lo saben, lo intuyen, lo están descubriendo. Tal paradoja sucede ante todo el país. La apatía continúa fuerte entre los opositores, de manera tal que muchos ni siquiera se toman la molestia de discutir a profundidad las pugnas de la MUD, se desenvuelven sin asumir el peligro que para ellos representa, muchos asumen lo que sucede con indiferencia. Muchos sólo esperan diciembre para «hacer su parte» e ir a votar. Otros se sienten irremediablemente resignados a esperar que su dirigencia se mate entre sí.

La MUD se autodestruye, otra vez. Y con ellos, muchas de las «posibilidades electorales» que ellos dicen tener, como siempre lo han dicho en cada elección.

Misión Verdad

 

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