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13.Oct.2015 / 09:36 am / Haga un comentario

Foto: Archivo

Prensa PSUV.- “Yo venía envuelto con el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al Dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del Universo. Busqué las huellas de La Condamine y de Humboldt; seguilas audaz, nada me detuvo; llegué a la región glacial, el éter sofocaba mi aliento. Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina que puso la mano de la Eternidad en las sienes del dominador de los Andes”.

Así comienza el Libertador su más grande e importante obra poética, que fue escrita un 13 de octubre de 1822, una obra de excepción que constituye el único de sus escrito con una finalidad esencialmente poética donde como diría Fombona el Bolívar que va al frente de la campaña admirable a su paso por Los Andes desborda su optimismo, por el crecer y creer, por el ascenso; «la pasión desbordada en su alma y la pasión de la libertad como una llama». Y en la que la prosa es «encendida», los adjetivos, las imágenes, salen borbotando de su pluma.

El momento histórico en el que Bolívar escribe “Mi Delirio Sobre el Chimborazo” está enmarcado dentro del período denominado Tercera República, la cual en la instauración de las instituciones republicanas en Guayana en 1817 y la posterior creación de la República de Colombia, ésta fue el resultado del Congreso de Cúcuta que se desarrolló el 30 de agosto de 1821 y duró hasta su disolución en mayo de 1830. Ya en 1821 Venezuela había librado su independencia el 24 de junio con la Batalla de Carabobo que fue dirigida por Simón Bolívar. Luego se liberan Cartagena, Popayán y Santa Marta. Este momento histórico Bolívar lo refleja mediante imágenes y metáforas cuando expresa: “Era el Dios de Colombia que me poseía”.

Sirve además esta pieza literaria para revelar la grandeza de Bolívar al reconocerse a sí mismo como un “mísero mortal que ha escalado tan alto, pero que ante el arcano del tiempo solo puede servir como un simple mensajero para sus semejantes cuyo destino es revelar la verdad a los hombres”.

Sin duda, Bolívar no sólo fue un estratega militar o un político liberador de naciones. También fue un ensayista y poeta, su prosa es fina y enérgica, a través de ella ejerce un poder humano grande y firme, por eso su pensamiento escrito sigue vigente en la Patria que al renacer de las cenizas hasta hacerse poesía en cada uno de los rostros de Nuestra América que hoy toda se hace un Chimborazo.

 

 

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