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2.Oct.2015 / 10:45 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

Producto del desarrollo de la OLP y la guerra abierta contra el hampa paramilitarizado, Caracas (Cota 905, La Urbina, El Llanito, Las Mercedes), Mariara (Carabobo), San Juan de los Morros (Guárico) y Barbacoas (sur de Aragua), en su mayoría zonas adyascentes o cercanas a la primera etapa de acción de la OLP en la región central experimentaron acciones que describen la crudeza de la guerra (la Cota 905) con acciones de contrataque con una evidente carga publicitaria (los granadazos a sedes y comisiones de policías regionales, municipales y delegaciones del Cicpc).

En el mismo fin de semana, noticias no confirmadas y especulaciones en torno al destino y paradero de José Antonio Tovar Colina, El Picure, alegando diversos medios un enfrentamiento del que el dirigente paracriminal más buscado saldría herido. Una madeja especulativa todavía envuelve al caso y no ha habido declaración oficial alguna al respecto.

Con dificultad podría tratarse como mera coincidencia dada la contraofensiva internacional del Gobierno Bolivariano, si se acepta la tesis de que al debilitarse el frente externo se acentúen acciones a lo interno, pero a contrapelo de la simplificación habitual de «expertos», criminólogos, periodistas/opinioneros y pipotes políticos de oposición, se vislumbra una respuesta desesperada de las bacrim a los últimos acontecimientos. El centro de la tenaza.

A despecho del deseado intento de revender la imagen del Estado fallido, de la caotización total y de un pretendido enrarecimiento gubernamental de la atmósfera pre-electoral. Como podrá verse más adelante, es precisamente lo contrario: amebas del tamaño de Capriles son los únicos interesados en esgrimir tal hipótesis con intenciones de convertirse en matriz.

Pero así como desde el discurso mediático es desmontable, y desde la perspectiva política se puede elaborar una interpretación de los hechos, se hace necesario ver también las señales con las que estas agrupaciones buscan castigar a la población, por lo que también ha sido un proceso en donde se ha atestiguado una carga de dolor y muerte que es urgente contener.

1. La Cota 905, los picos del conflicto y la sangre

Para la Cota 905 y sus habitantes, la pasada fue una semana agitada y violenta. Desde el miércoles 23 de septiembre, los cuerpos de seguridad se enfrentaron con miembros de la banda de alias Alejandrito, criminal con frondoso prontuario, temido y odiado en la Cota. El Subdirector Contra la Delincuencia Organizada de la Policía Nacional Bolivariana, Jorge Joves García, fue herido de muerte, falleciendo a los pocos días. En la misma batalla, Alejandrito y otros miembros también fueron abatidos.

Los enfrentamientos continuaron, y para el viernes 25 de septiembre se produce un incendio en el sector que arrasó con siete viviendas y un Pdval. Varios medios abiertamente opositores favorecieron, evidentemente, la narrativa de la responsabilidad en los cuerpos de seguridad. No obstante, a Alejandrito también se le conocía como alguien dado a la práctica de incendiar viviendas en el barrio, entre otro rosario de acciones de violencia e intimidación local como lo señala la periodista de sucesos del diario 2001 Jenny Oropeza, por lo que resulta más ajustable a las acciones de una banda en desbandada que reproduce las prácticas de su líder fallecido.

Pero no conforme con lo revisado hasta ahora, un hecho verdaderamente trágico retrata por partida doble la desmesura y una serie de procedimientos absolutamente afines a las prácticas paramilitares y a contrapelo de lo que podría concebirse como «el hampa tradicional», cuando Alicia Cristina Maza (64) y su hija Cristina Cubides (32), residentes de la Cota, fueron brutalmente asesinadas en donde el ensañamiento y la vejación retratan acciones paraco-sicariales, donde se maneja tal móvil ya que, presumen, Maza y Cubides denunciaron a hampones de la banda de Alejandrito como los causantes del incendio. Lo que constituye un precedente de alta peligrosidad en materia de retaliación aplicando la máxima contrainsurgente de «quitarle el agua al pez» para contener el apoyo comunitario dentro de estas acciones, fuera cierto o no que ambas víctimas hayan sido realmente las denunciantes.

Y lo que completa el círculo de infamia y cierra el crimen lo veremos directamente en el terreno mediático: porque así como El Nacional «cubrió» el «suceso», al inicio de la OLP en julio, Javier Ignacio Mayorca, periodista de dicha fuente, en nota co-firmada con Sandra Guerrero, reseñaba el 16 de julio el uso de «patriotas cooperantes» y miembros de la comunidad que aportaban información sobre las actividades de las bandas en sus respectivos sectores, sobrexponiendo y sin detallar a la comunidad.

Tal como lo comenta el periodista Víctor Hugo Majano: «Atribuir el dato a los familiares de uno de los abatidos no tiene ningún sentido en términos periodísticos, toda vez que esas personas no intervinieron ni tienen conocimiento de la forma como las autoridades policiales planificaron su actuación».

«Y en el caso de que alguna fuente policial hubiera revelado un dato tan delicado -continúa Majano- es de suponerse que un reportero con 25 años en la fuente, como es Mayorca, se hubiera abstenido de revelarlo porque pondría en riesgo la integridad de los vecinos».

Por lo que también se evidencia el carácter estructuralmente belicista, criminal y acentuado del infame papel que juega El Nacional, entre la tinta y la sangre.

2. Especulaciones, desventuras y glorificación de El Picure

A casi una semana de no confirmarse el rumor que corrió sobre el destino y paradero de El Picure, desde el domingo 27 comenzaron a reportar que el hombre más buscado de la megabanda de las más violentas y sonadas que hay fue herido en un enfrentamiento, el asomo de algo parecido a la euforia por las versiones que corrían, hoy en día no sólo se disolvieron sobre el movimiento de la agenda, sino que en su reactividad, nuevamente, se puso a prueba la estatura de ciertos medios y periodistas corroborando su enanismo.

De la primera especie, que afirmaba que José Antonio Tovar Colina fue herido en un enfrentamiento con los cuerpos de seguridad, emergieron también en contraste otras donde se aseguraba que el enfrentamiento no había sido con cuerpos de seguridad sino con integrantes de la banda del recién fenecido «pran de pranes», Mini Joe. Se afirmaba que fue en El Sombrero, luego que en Barbacoas, y hasta el Subdirector de la policía del estado Miranda, Eduardo Lamas, adelantaba la hipótesis de que los cinco ataques con granadas a estaciones de la policía y del Cicpc fueron en respuesta a la detención de El Picure.

No obstante, a estas alturas, ninguna de las versiones ha sido corroborada, y sea cual sea el hecho concreto, no ha habido ninguna versión oficial o siquiera extraoficial que confirme la noticia. Lo que no impidió que María Laura Chang, periodista de Efecto Cocuyo, no sólo certificara la huída como vía para confirmar por elevación la especie, sino que basada en «fuentes de la localidad» se aboca a retratar una Barbacoas que en este mometo tiene a El Picure como un héroe de la localidad, un Simón Díaz (que de ahí viene) del hampa.

«La seguridad que sentían los pobladores de Barbacoas (Aragua) cesó la noche de este sábado 26 de septiembre, cuando cuerpos policiales llegaron hasta la localidad en busca de los integrantes de la banda de ‘El Picure'», como si se tratara de un apacible pueblo que ha podido vivir a plenitud gracias al amparo de una de las bandas más sanguinarias y mejor organizadas de las últimas décadas y su destino fuera motivo de profunda preocupación.

El relato de la Chang pretende barnizar de una humanidad comunitaria y de un presunto amor en Barbacoas por Colina, volviendo en una suerte de benefactor al Picure y su agrupación homónima y retratando como factor pertubador por sí mismo, más que por conflictividad alguna, a la presencia del Estado. Pero lo que Chang ignora pero narra (seguramente por ignorancia y por deliberada «humanización») es precisamente el «producto» de una primera etapa de inseguridad e inestabilidad y luego el control social sobre la zona por agentes no-estatales, en clave paraca. Pero para Efecto Cocuyo se trata de El Picure superstar.

Es comprensible, por más inconfesable que parezca, que El Picure sea mejor recurso que todas las listas a las candidaturas opositoras a la Asamblea Nacional.

3. Motos y granadas en el centro del país

Y completando el lote de los acontecimientos, los cinco ataques con granada contra sedes de Polimiranda en La Urbina, del Cicpc en El Llanito y Mariara, contra una comisión de Polibaruta en Las Mercedes y en la estación de Poliguárico en San Juan de los Morros en el transcurso del fin de semana, con un saldo de heridos civiles y policiales en Las Mercedes y daños materiales en las otras agresiones propició la oleada de especulaciones, como la esgrimida por el Subdirector de Polimiranda mencionado más arriba.

El furor de las hipótesis y las elucubraciones llegó a su fin una vez que Eligio Rojas, de Últimas Noticias, basado en un análisis del Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, que la desordenada arremetida fue en retaliación por la muerte de Mini Joe, el «pran de pranes» y ex pran de la PGV en Guárico, murió en un enfrentamiento con una comisión del Cicpc en su finca en Marare, en los Valles del Tuy en el estado Miranda. Este último un dato que amerita ser retenido.

4. Chúo, Capriles y la paja mediática

No fue el cúmulo de los acontecimientos revisados más arriba sino exclusivamente los asaltos con granadas los que hicieron que Chúo Torrealba y Henrique Capriles con sus respectivos zapateos habituales trataran de torcer aún más la matriz y los hechos para encajarlo a los carajazos dentro de su infeliz tesis común: detrás de los asaltos y agresiones «puede estar» el Gobierno que busca imponer un estado de excepción.

«No se le ocurra pensar esto como pretexto para obstaculizar la marcha del país hacia el 6 de diciembre, y que no se te ocurra utilizar esta situación como excusa para decretar estado de excepción en el centro del país. Todos saben que el único responsable eres tú», dice un intrigante y detectivesco Torrealba.

«Esperamos que esto no forme parte de un plan político para afectar las elecciones del 6 de diciembre», esputa, por su lado, Capriles el erotizado. Y en otro ramalazo de «audacia» sugiere: «Hay que preguntarle al ministro de la Defensa cómo sale una granada a la calle. Las granadas tienen que estar en manos exclusivas de la Fuerza Armada. Este señor tiene que explicar por qué las granadas están en manos de particulares; Padrino López tiene que rendirle cuenta a los venezolanos».

La omisión de todo puede jugar una muy mala pasada sobre todo cuando entre la simplificación y la ignorancia se tiene a Capriles como traductor, a Chúo Torrealba como agitador y a subperiodistas de la talla (S) de Thabatha Molina exigiendo respuestas inmediatas sin considerar protocolo investigativo alguno como «desafío político».

Pero es difícil que luego de que más de 87 bandas han sido desarmadas (hasta el 15 de septiembre) con una considerable cantidad de presos y detenidos en distintas zonas del país, además del abatimiento de figuras de tanto peso como Mini Joe o el probable cerco contra El Picure no valgan absolutamente nada, y que la guerra irregular pase a ser otro acicate para el mismo recurso electorero con el que quieren vender, como lo han venido vendiendo desde febrero-marzo, encuestología y repetición mediante, la «aplastante» victoria de un conglomerado de partidos con respiración artificial pretenden venderlo. O de lo contrario, lo dijo claramente Chúo Torrealba con la cola de pavorreal desplegada, «pararán» el país de no reconocerse los (sus) resultados.

Lo dicen el mismo fin de semana en el que además de lo apuntado hasta acá, también fue desmantelada la banda «Los Sifrinos del Este» que operaba en El Cafetal (municipio Baruta, en el estado Miranda), además de la detención de tres ciudadanos con un cargamento de explosivo a punto de ser vendido a una célula paramilitar.

Y en respuesta a la minusvalía mental de Capriles, alguien que en materia de armamento y seguridad conoce, como el diputado Freddy Bernal, pusiera en duda la especie seudoconspirativa del multiperdedor comentando que la clase de armamentos que las bacrim mueven, de fabricación norteamericana, es un asunto que compete a los servicios de inteligencia puesto que la posibilidad de que se trate de armamento de guerra contrabandeado adquiere peso y forma.

Porque a todas estas, no estaría demás recordarle al autodenominado «chocolate nuevo y dulcito» que el «pran de pranes» fue abatido precisamente en el estado que simula gobernar, el mismo estado donde también fue desmantelada la banda de «Los Sifrinos del Este», y donde una guerra menos que sorda se bate en el estado más inseguro del país (el suyo). No les hace bien andar instalando a lo Candy Candy esas interpretaciones de consumo para gente con la estatura física y moral de un César Miguel Rondón, que otra vez el penacho de guerrero le va a quedar desplumado y ahondará aún más en esa ridícula orfandad, pre y post electoral.

Misión Verdad

 

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