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12.Abr.2020 / 04:26 pm / Haga un comentario

Por: Ramón Centeno 
@elboligrafo 

«¡Aquí hay un golpe de Estado!, lo cual es un hecho de tal contundencia que no admite juegos de palabras para escamotearlo», habló Juan Marín, secretario de Política para la Gobernación de Guárico, el 11 de abril pasadas las 5 de la tarde.

En San Juan de los Morros, capital del referido estado llanero, ubicado a unos 110 kilómetros de Caracas,  los reportes que llegaban no daban para interpretaciones: «Secuestraron a Hugo Chávez».

«Hay que convocar al pueblo a todas las plazas Bolívar del estado», ordenó Juan en el pasillo principal de la Gobernación  hace 18 años. En el despacho el teléfono no dejaba de sonar.

2002. Las primeras en llegar al Palacio de Gobierno  fueron las mujeres: unas embarazadas y otras que ya pasaban los sesenta años. Todas escucharon por la radio local  el llamado a la movilización. Mientras que por Televen transmitían un juego de béisbol y por RCTV la novela.

Elisabeth Charmel, una veterana de la izquierda y referente político en el estado calcula que unas 30 mil personas se agruparon entre el 11 y 13 de abril a las afueras de la Gobernación. El mismo jueves se atrincheraron los miembros del colectivo «Los Talibanes», rememora la otrora coordinadora de Asuntos para la Mujer.

Una barricada humana dividía los sectores en combate: por el frente estaban los simpatizantes del Alcalde para ese año, Virgilio Giunta y la militancia de Bandera Roja. Y en un lateral del Palacio de Gobierno estaban los adecos quienes coreaban: ¡Fuera, Fuera!

La respuesta de los revolucionarios a esas horas tan difíciles siempre era la misma:

Gloria al bravo pueblo

que el yugo lanzó

la Ley respetando

la virtud y honor

«Vamos por la Gobernación de Guárico»

Charmel extrae de la memoria el llamado que hiciera Antonio Ledezma – golpista de 2002- y relata que el 12 de abril en horas de la mañana el exalcalde de Caracas y oriundo de San Juan de los Morros retó al alto mando político de la revolución guariqueña: ahora vamos por la Gobernación de Guárico.

Enseguida los militantes y simpatizantes del partido creado por Rómulo Betancourt avanzaron unos cuantos metros más hacia Palacio. La mayoría cargaba banderas negras como sinónimo de muerte. Ninguno pudo llegar hasta su cometido.

Juan Montenegro, secretario de Gobierno para ese momento – hoy vicerrector de la Universidad «Rómulo Gallegos» da  fe y testimonio de la templanza y convicción de la fuerza  de un pueblo «que con decisión y voluntad política salió dispuesto a todo el mismo 11 de abril: Desde los 15 municipios los compatriotas   estaban dispuestos a venir a defender la Gobernación en San Juan de los Morros, les dijimos que se aguantaran, su presencia en los territorios era estratégica. Resistan y  organicen las movilizaciones, esa fue la orden».

Una brigada lista para todo

Narra Juan Montenegro  que el mismo 12A en la tarde se orientó llamar al resto de los municipios para que  llegaran a San Juan (de los Morros) «como puedan».
Entre anécdotas cuenta que el fascismo que asedió a la Gobernación  no pudo cumplir con el objetivo. Había una brigada de nuestro lado dispuesta a todo.

Para Juan Montenegro el  13 de abril 2002 fue un día  clave para el retorno del Comandante Chávez.
«Volvió la esperanza, la alegría y la fuerza del poder popular».

De los Alcaldes que llegaron por esos días a defender el centro del poder local recuerdan a: Freddy Alí, hoy secretario de Gobierno. Por cierto,  describe Mónica Bortolini, dirigente connotada y vanguardia política de aquella fecha que:  José Vásquez – actual Gobernador del estado- se apostó con el pueblo a defender el proyecto político de la Revolución Bolivariana.

«José  era el presidente del Instituto Regional del Deporte y un muchacho disciplinado que entendió el momento histórico que se vivía».

Pan, agua y café

En medio de aquella efervescencia y convulsión política  hubo un largo monólogo de miedo y silencio. Pero también héroes y heroínas que aportaron con su mística para cristalizar el retorno de Hugo Chávez.

Mónica, una mujer de verbo encendido acompañada de Marianela, Omaira Terán, Gladys Veloz  y Katiuska eran las encargadas de una cocina improvisada dentro de la Gobernación. «Perdimos la cuenta del número de panes que rellenamos en esos tres días. El café se agotaba cada hora. Nadie podía dormir».

Bortolini de descendencia italiana rememora que para  2002 su madre estaba viva: Ella era una defensora del gobierno de Hugo Chávez y me pedía que luchara hasta las últimas consecuencias por el proyecto bolivariano. Así lo hice, destaca.

Del viernes 12  a las 7 de la noche hace memorira y narra que a su casa se apareció una camioneta bronco de color negra. Eran dos hombres con camuflaje. El primero que bajó fue Edgar, el chófer y luego Juan Marín.  Éste último traía una orientación: tenemos que cerrar los puntos de salida hacia Caracas.

Aquella noche cerraron el puente Pedro Zaraza -ubicado en la entrada de la capital de Guárico–allí resistieron ese día para que ningún autobús con afectos a la oposición salieran de la región. «Hubo una confrontación increíble»

¡Volvió, volvió!

Entre olvidos no perdonables se rescatan algunos destellos históricos de ese día memorable: Agotados, sudados y con una carga sobre los hombros. Tres noches que parecían interminables.

En la madrugada vimos en un televisor a todo color un helicóptero que traía al comandante Hugo Chávez. Allí estaba él; victorioso, entero y digno bajando por las escaleras que lo llevarían a la silla presidencial donde una felonía entreguista se lo llevó con fines confesados.

Después de aquel mensaje de Chávez llamando a la  reconciliación y paz nacional un hombre vestido de camisa azul  salió de una oficina de la Gobernación de Guárico y gritó: ¡Volvió, volvió!,
Ese hombre era Juan, Marín.
La gente lo aplaudió.

El sábado 13 de abril el firmamento se engalanó con un sol amarillento que  deslizaba su luz rasante y mezquina. Los dos días anteriores el cielo estaba  tan lleno de nubes grises que la única estrella quedaba como humillada en un ángulo.

Chávez regresó y Guárico recuerda a cada hombre y mujer que defendió con su hidalguía la Revolución Bolivariana.

PS: Elisabeth Charmel está segura: de no haber regresado Chávez  el destino de nuestros  cuerpos hubiese sido una fosa común en el estadio Pacho Pepe Croquer de San Juan de los Morros, «así como hicieron en Chile».
Por cierto, detrás de la escultura de SanJuanote encontraron material estratégico con lo que pretendían desaparecer a los defensores de la revolución.

Después de 18 años la derecha sigue siendo la misma. No aprendieron la lección.

Crónica a propósito de los 18 años del rescate del presidente Hugo Chávez. Dedica a la Unión cívico militar que prevaleció y muy especialmente al pueblo de Guárico. A Juan Marín, hombre que honró su andar con las acciones.

 

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