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Por : Roy Daza
Las video conferencias tienen su magia, hablas con los unos y con los otros, con los que conoces y con los que no conoces, y en segundos estarás chateando de mil cosas que ni siquiera sabías que existían, sin duda alguna, la acción política fue devorada por la pandemia, terrible y cruel, y, también, por las mil y una noche de las nuevas tecnologías que suman app por doquier, llenándonos de fotos, sonidos e imágenes de una complejidad sin par, y todo ello en un aparatico que se te pega a la piel y a los sentidos.
Y es así, con esas herramientas, como el movimiento popular ha logrado burlar el cerco mediático, el muro con el que pretenden aislarnos, huelga decir, que los imperialistas buscan que los otros pueblos no nos escuchen, intentan impedir el encuentro de los iguales a nosotros, pueblos que aman la libertad, que están aprendiendo el valor y la potencia de la solidaridad, y es por ello que nuestros pueblo está debatiendo sus problemas, como el que generan los monopolios de todo tipo, que solo están dejando un reguero de pobreza.
Y en medio de todos esos cruces de caminos que caben en un bolsillo, emerge el Congreso Bicentenario de los Pueblos, es increíble cómo se conectan tantos tan disciplinadamente, y discuten temas que son dispares como la cantidad de sectores sociales que están involucrados en este ensayo de reingeniería política, como si todos se hubiesen puesto de acuerdo en leer “Rayuela” al mismo tiempo, sí, a esa fábula de Cortázar que uno nunca sabe dónde comienza ni dónde termina.
Un asunto de alto interés, la producción de alimentos, está sobre la mesa invisible de los congresistas, las medidas contra el covid, y la búsqueda frenética de todos los intersticios para romper el bloqueo que nos imponen desde Washington y Bruselas, y al mismo tiempo, se aprenden de memoria la epopeya de la Batalla de Carabobo, con su inacabable irradiación libertaria de doscientos años.
El Congreso Bicentenario de los Pueblos es una nueva forma de hacer política, y de vencer a los imperialistas y a los neoliberales, a punta de conciencia revolucionaria, y una buena dosis de astucia.