Opinión / Noticias / Eduardo Piñate
El pasado 11 de julio, durante el lanzamiento de la Gran Misión Abastecimiento Soberano, el presidente obrero Nicolás Maduro expresó, palabras más, palabras menos, que tenemos el desafío de ganar la batalla de la economía para garantizar la continuidad de la Revolución Bolivariana.
Recordó ese día, el camarada Presidente de la República, que el Comandante Supremo Hugo Chávez definía las Grandes Misiones como procesos orientados a gestionar y ejecutar políticas públicas, a fin de resolver problemas estructurales de la sociedad venezolana en el marco de la construcción del socialismo bolivariano.
La Gran Misión Abastecimiento Soberano se inscribe en esta definición del Comandante Chávez. Se plantea como objetivos: elevar la capacidad productiva del país, sustituir importaciones y garantizar la gobernanza de la economía, a partir de la comprobación, entre otros elementos, de que el sistema nacional de distribución fue pulverizado por los factores de la guerra económica, facilitado por el hecho de que el sector privado controla el 93% de la distribución de alimentos, medicamentos y otros bienes en el país y utiliza tal poder para incrementar la guerra económica.
Entonces, podemos afirmar que la Gran Misión Abastecimiento Soberano se propone derrotar la guerra económica en particular y la guerra no convencional en general, desarrollando la economía productiva y retomando –como lo dijo el presidente Maduro– nuestra transición al socialismo, acelerando y profundizando el trabajo para lograr los objetivos del Plan de la Patria que nos legó el Comandante Chávez.
Sus siete vértices (producción eficiente y sostenible; logística y distribución pertinente; comercialización socialista, sistema de costos y precios; nuevas formas de organización productiva; seguridad y defensa integral y la investigación, innovación y sustitución de importaciones), la configuran como una gran operación cívico militar de contraofensiva revolucionaria del pueblo.