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24.Sep.2009 / 03:49 am / Haga un comentario

Prensa PSUV.- Sin ninguna duda un país bizarro coexiste dentro de la Venezuela racional. Prueba de ello es el estribillo de la oposición y la contra revolución de que en el país no existe libertad de expresión. ¡Que descaro!

¿Cómo puede afirmar tal cosa alguien que viva en Venezuela? ¿Acaso no son testigos todos los venezolanos que a través de muchos medios se irrespeta, ofende y calumnia desde el Presidente de la República hasta al más humilde ciudadano? Definitivamente, estamos en presencia de un puñado de irracionales, enfermos del alma y mentirosos compulsivos.

En Venezuela existe un libertinaje inocultable que permite a cualquier ciudadano usar los Medios de Comunicación para acusar a cualquier prójimo de lo primero que le pase por su mente enferma.

Todo esto sin tener que ofrecer prueba alguna y teniendo la plena seguridad que no responderá por los agravios que pueda causar al ciudadano(a) blanco de su odio personal o político. Lo que es peor, a cuenta de la tan manoseada libertad de expresión, con gran facilidad el calumniador o calumniadora podrá experimentar una insólita metamorfosis que lo convertirá como por arte de magia de victimario en víctima.

El día que muchas leyes de Venezuela dejen de ser letra muerta, tendremos un mejor país. En el tema que nos ocupa, todo seremos más felices cuando por convicción exhibamos el apego a la verdad como la joya más preciosa del código de ética de los venezolanos. En este orden de ideas, muchos comunicadores y dueños de Medios ignoran por completo el texto de los artículos 57, 58 y 60 de la CRBV.

Igual suerte corren la Ley del Ejercicio del periodismo y el Código de ética del periodista. Razón tenía El Libertador cuando el 15 de febrero en su famoso discurso ante el Congreso de Angostura, expresó: "Los Códigos, los sistemas, los estatutos por sabios que sean son obras muertas que poco influyen sobre las sociedades: ¡Hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las Repúblicas!

Seamos implacables en la aplicación de las Leyes que rigen nuestro país y comprobaremos como disminuyen los delitos, entre ellos mediáticos. Nunca deberíamos haber olvidado que "La impunidad de los delitos hacen que éstos se cometan con más frecuencia, y al fin llega el caso que el castigo no basta para reprimirlos". ¡Ay Simón si hubiésemos seguido tus consejos!

¡Todavía estamos a tiempo!.

Vía a Altagracia, 22 de septiembre de 2009.

 

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