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16.Ago.2015 / 02:33 pm / Haga un comentario

Foto: Archivo

María Corina dice que ya se resignó, pero lo cierto es que está “fúrica”; Copei está dividido y las aves de rapiña se están disputando los pedazos; Ricardo Sánchez les dejó el pelero; Primero Justicia anda expulsando dirigentes regionales; Pastor Heydra escapó del museo y fue a pedir un amparo contra el cogollo opositor; militantes de Voluntad Popular aparecen envueltos en crímenes horrendos; convocan una gran marcha y no le van más de 500 personas (incluyendo heladeros y vendedores de gorras y matracas)… ¿Alguien tiene duda de que la Mesa de la Unidad Democrática atraviesa una profunda crisis?

Por supuesto que los dirigentes muderos no quieren hablar de eso. Apenas se comienza a tocar tema, ellos salen con la letanía de las colas, el papel tualé, el pan y que cuándo se había visto algo así en este país… No se dan cuenta, pero justamente esa realidad nacional pone aún más de relieve la tremenda crisis de la MUD, pues todos sus síntomas alarmantes de división y desenfoque se presentan precisamente en momentos en que la alianza opositora –dados los gravísimos problemas del gobierno y del país- debería encontrarse en una época estelar.

En la política convencional, los partidos gobernantes suelen entrar en procesos críticos (estampidas de dirigentes, divisiones, traiciones, actividades de calle fallidas) cuando ya tienen tiempo en el poder y, sobre todo, cuando se agravan las dificultades nacionales. Mientras tanto, las coaliciones opositoras suelen crecer cuando los países están mal, pues sacan provecho del rechazo a la gestión oficial. En Venezuela, al menos en estos meses previos a las elecciones, no están ocurriendo lo normal: en una de las etapas más desafortunadas de los últimos 16 años (producto de la suma de la guerra económica y los errores y omisiones propios), la coalición gubernamental se mantiene en orden, actúa con coherencia, mientras la alianza opositora está patas arriba.

Cabe imaginar a los analistas extranjeros tratando de comprender cómo es que estos líderes no logran capitalizar los muy dolorosos males nacionales y, por el contrario, se encuentran enzarzados en unos terribles rollos internos.

Por supuesto que la situación planteada no significa necesariamente que la oposición vaya a salir derrotada en diciembre. Si eso dependiera solo de la dirigencia, el fracaso podría darse por descontado, pero no es el caso. Es una posibilidad muy bien sustentada que la militancia se manifieste de manera contundente en el proceso electoral, a pesar de su liderazgo. Los infortunios de la cúpula de la MUD no son, pues, una razón para tirar cohetes ni para arrojarse a la hamaca a recibir los arrullos del triunfalismo… Pero, por supuesto que entra un fresquito. ¿No es así?

(Clodovaldo Hernández / clodoher@yahoo.com)

 

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