Opinión / Antonia Muñoz

7.May.2014 / 03:23 pm / 1 Comentario

La semana pasada nos paseamos por varios factores externos e internos que afectan la producción de alimentos. Por razones de espacio y de tiempo, siempre se nos quedaron algunos factores sin considerar: Sin embargo, uno que no puede obviarse o darse por sobreentendido es la TRANSITABILIDAD DE LA VIALIDAD RURAL EN LA ÉPOCA LLUVIOSA. Sólo quienes conocen el campo venezolano a través de los libros no entienden ni valoran el tremendo impacto que tiene esta infraestructura sobre la producción y distribución de los alimentos; y lo que es muy importante también, sobre la vida diaria de los compatriotas que viven permanentemente o que trabajan diariamente en el campo, produciendo alimentos o prestando algún servicio a las comunidades rurales.

Hemos oído a mucha gente, aparentemente conocedora de la realidad del campo, que cada vez que se refiere a la vialidad rural como una de las infraestructuras de apoyo a la producción, señala su necesidad en función de la movilización de insumos para la siembra y de la movilización de la cosecha producida. ¿Acaso se les olvida que los seres humanos que viven en el campo, y cuyo trabajo es producir los alimentos que comemos todos; también tienen necesidad de transporte público para movilizarse a los centros urbanos? ¿Se les olvidará que las y los profesionales que prestan sus servicios en las escuelas y ambulatorios rurales, generalmente no viven en esas comunidades? Si la respuesta es sí, más fácilmente deben olvidar que los Extensionistas, los técnicos del INSAI, FONDAS, BAV o Pedro Camejo, deben llegar por esos “fangurriales” a prestarles acompañamiento técnico y socio-político a los productores que viven en nuestros campos.

Toda la inversión juiciosa que se haga en obras de arte (saneamiento de bombas, construcción de cunetas aunque sea en tierra, bateas, levantamiento de vía donde se necesite colocar alcantarillas y puentes de cajón) para darle transitabilidad a la vialidad rural durante todo el año, será un dinero bien invertido para mejorar la calidad de vida de la población rural. Además, sin ninguna duda, será una inversión que redundará positivamente en la producción y distribución de los frutos del campo. Como gastar e invertir son dos cosas bien distintas, es casi que obligatorio y honesto, exorcizar a quienes les gusta sólo el lomito del patroléo, porque se ganan su platita en corto tiempo. En verano, un buen patroléo de una vialidad llena de bombas, puede dejar la carretera como una autopista de tierra. Sin embargo, esas obras son como flor o amor de un día, porque después de unos tres “palos de agua”: adiós luz que te apagaste. Eso es como barrer y esconder la basura (las bombas) debajo de la alfombra. Quien no me crea que vaya y le pregunte a los verdaderos campesinos, porque esos si conocen cómo es que se bate el barro en el campo.

En conclusión, lo que estamos recomendando con respecto a la vialidad rural, es que ataquemos el problema estructuralmente. Adicionalmente, sugerimos que las alcaldías rurales sean dotadas a través de proyectos financiados por el Fondo de Compensación Interterritorial (FCI) u otra fuente de financiamiento nacional, con un “pool” de maquinarias e implementos para construcción y mantenimiento de vías agrícolas, para que sean los gobiernos locales junto con las comunidades organizadas, quienes mayormente se ocupen del patroléo y del mantenimiento vial en general. De esta manera, el Instituto de Desarrollo Rural (INDER), Ministerio de Transporte Terrestre a través de Infraestructura y el Servicio Autónomo de Vialidad Agrícola (SAVA) e infraestructura de las gobernaciones, serían los organismos responsables de ejecutar las obras de arte, bien sea directamente o a través de contratistas. De esta manera, no tendríamos que estar patroleando y engranzonando las mismas carreteras año tras año.

Porque practicamos lo que predicamos y creemos en lo que decimos, entre el 2001 y el 2008 invertimos con fondos del Situado Constitucional, FIDES y LAEE un poco más de 35 millardos (35 millones) en maquinarias y equipos para construir, rehabilitar y mantener la vialidad rural del estado Portuguesa. Debido a lo modesto del presupuesto de los estados con poca población, la inversión se hizo poco a poco, pero en forma sostenida cada año. Con todo y eso, no lográbamos mantener satisfactoriamente más de 11mil km de vialidad rural de un estado agrícola de 15.200 km2 de superficie. ¿Uds. se imaginan la situación de Guárico con 14mil km de vialidad rural y casi 65.000 Km2 de superficie? ¿Y qué me dicen de un estado rural e inundable como Apure, con el nivel freático a flor de suelo, que lo obliga a levantar terraplenes como carretera, con 76.500 km2 de territorio y con escasez de material granular en su territorio? Me he referido al llano, pero ahí también están los estados Bolívar y Zulia con sus 240.528 y 63.000 Km2, respectivamente. Sugiero que a la hora de asignar recursos para la vialidad rural, se consideren factores como la superficie total del estado, el % de la población que vive en el campo, la cantidad de Km de vialidad rural y la importancia en términos de producción de alimentos del estado. Es justicia. CHÁVEZ VIVE… LA LUCHA SIGUE!

Guanare, domingo 4 de mayo de 2014.

 

Comentarios

8.May.2014 08:08 am
José Luis Rangel (Portuguesa) dijo:

Muy buena y acertada esta reflexión compatriota

 

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