Opinión

30.Mar.2015 / 08:56 am / Haga un comentario

Jhonathan Sánchez

Periodista

@jhonathansanche

Mientras yo escribo y ustedes leen puede que haya personas firmando o ya hayan firmado y se sientan orgullosas e impotentes por la derogación del decreto imperialista de Obama contra Venezuela. El orgullo patriota y la impotencia se cruzan como sentimientos permanentes en este momento y quién sabe hasta cuándo durarán en el corazón de los que vivimos en esta nuestra patria de Bolívar, nuestra. Sentimos eso y firmamos para no tener que desalojar nuestras casas y correr hacia el monte o espacios tácticos a agarrar un arma para defender la nación e integridad de nuestros hijos e hijas, firmamos para que, si existe algo de humano en los cromosomas que le permitan racionalidad al señor Obama, derogue definitivamente ese decreto y aborte los planes intervencionistas que en él vienen implícitos. No lo decimos en tono alarmista o exagerado, nos fijamos en la historia de otros decretos similares contra otras naciones y el resultado de su desarrollo. Eso no lo queremos, no por no ser un pueblo aguerrido con la sangre de nuestros libertadores fluyendo por nuestras venas, sino que ese mismo legado nos ha hecho siempre un pueblo de paz, soberano y por ello hemos luchado siempre, es la misma lucha de nuestros antepasados, la misma lucha de nuestros próceres y, en especial, de Bolívar, la de nuestros indígenas, nuestros negros, la de Chávez y la del pueblo liberado de la opresión del sistema que aún no termina de ser pulverizado.

Entre las jugadas tácticas que ya conocemos que están en marcha para lograr el objetivo de seguir en el camino de la paz y el entendimiento diplomático con la Casa Blanca, están otros que se nos ponen al frente de nuestras narices como pueblo consciente y organizado, y son las dos siguientes:

1) Motivar a los confundidos, víctimas de la guerra económica, con los logros tangibles e intangibles de la Revolución, porque no hay un hogar de nuestro pueblo que no haya sido alcanzado con por lo menos un plan de la Revolución, como hecho inédito y comparado con las políticas de los gobiernos anteriores, tanto que hasta los índices de vida, alimentación, salud y otros son a veces beneficios que producto de la cotidianidad se les hace imperceptible a los confundidos. En otras palabras: se les olvida cómo vivían antes y a qué tenían acceso, y cómo viven ahora y cómo ha mejorado su propia situación socioeconómica desde hace 15 años. Y este fenómeno psicosocial puede darse por un problema extraordinario y muy particular que haya surgido en poco tiempo y no sea tan fácil de resolver, como la enfermedad terminal de un familiar, la larga espera de una vivienda mientras el grupo familiar ha ido creciendo, entre otros…

Nuestra tarea es entonces preguntarle a cuántos de sus conocidos se les ha adjudicado vivienda digna entre las más de 650 mil viviendas de la Gran Misión, a cuántos familiares los ha alcanzado las políticas sociales de gratuidad de la educación para sus hijos en todos los niveles, las canaimitas, canaimas, las tablets y las infinidades de políticas de atención de las necesidades materiales de nuestro pueblo. Sin duda, hay que recordar para seguir luchando por ello, revisar para sensibilizar con datos particulares comparados con los mismos datos de hace 15 años, cuando nada de esto existía, cuando ni siquiera la carne de res era un alimento habitual en sus mesas.

2) Aunque hay cienos de miles de patriotas que firmaron contra el decreto de Obama, es preciso aprovechar el momento para trascender la polarización y la falsa lucha de clases entre los sectores de capas medias económicas y el pueblo de barrio, porque la diferencia entre unos y otros es ínfima en comparación que se puede hacer entre la llamada clase media y la clase alta, compuesta por los ricos. Los que viven en edificios y que el comandante Chávez atendió a su llegada al Gobierno al eliminarles los créditos indexados, las cuotas balón ─situación similar a la que viven los desahuciados españoles─ y con la creación de la cartera bancaria obligatoria de créditos hipotecarios con recursos propios y el Fondo de Ahorro para Viviendas, sus accesos a planes del Gobierno con los financiamientos de vehículos Chery y otros, no se parecen mucho a los ricos o se parecen menos que al pueblo de a pie, porque la vida de un rico se distingue por tener aviones propios, grandes empresas, inmuebles en varias partes del mundo, numerosas cuentas en divisas y otros lujos, aun así son venezolanos y una gran parte defiende nuestra Patria. Es entonces compañeros y compañeras que es el momento oportuno ─y pudiera decir el mejor momento─ para reencontrarnos en el discurso nacionalista que nos permita establecer una dinámica permanente de entendimiento de las cosas que nos unen y afianzar la relación en las cosas en que nos parecemos, como es el hecho simple ser venezolanos, que aunque con nuestras diferencias económicas o de condiciones de vida, todos sin excepción nos hemos beneficiado del proceso revolucionario y de este suelo bendito. Las diferencias políticas que se dan en familias, en condominios, deben dirimirse ahora para reducir esa brecha conceptual de la lucha social y unirnos, establecer agendas incluso sobre la defensa de la nación, como venezolanos poniendo sobre la mesa las cosas que nos unen naturalmente y dejando guardado bajo llave lo que nos polariza.

Estas dos tareas las podemos lograr entre los habitantes que queremos y elevamos la venezolanidad como bandera de lucha, aunque cada quien tenga sus propias afinidades o convicciones políticas, pero jamás lo haremos con quienes representan a Obama y a sus intereses, a los tiene la cara de un bombardero estadounidense, a los que no les importamos ninguno de nosotros y nosotras sino sus propios intereses de entregar el petróleo y todos nuestros recursos naturales así cueste la vida y los bienes de los venezolanos ricos, medios y de barrio, con ellos es imposible lograr nada, por el contrario, es permanente mantenerlos neutralizados, ganarles electoralmente siempre y no dejarlos pasar la raya amarilla de tomar el poder para acabar con todos y con todo. Entre esos Capriles, Ocariz, María Machado, todos los integrantes de la MUD y en especial los diputados que se negaron frente al país a firmar por defender, incluso a quienes por ellos votaron.

 

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