Opinión / Freddy J. Melo

6.Jul.2014 / 10:41 am / Haga un comentario

La situación actual del país evidencia de nuevo el carácter vital de la unidad popular y civil-militar para la marcha de la Revolución Bolivariana, para consolidar los logros sociales y políticos, defenderse de los enemigos transnacionales y nacionales y avanzar en el curso de las tareas nacional-liberadoras y el rumbo al socialismo.

El arsenal conocido de la contrarrevolución, una y otra vez derrotada, se está de nuevo desplegando al impulso del odio y el apremio de los dólares del Norte.

Vemos así los movimientos, en disciplinada orquestación, de los halcones de Washington, los reproductores de mentiras de afuera y de adentro, los francotiradores de la Embajada, los golpistas obsesivos y los seudodemócratas que no atinan a poseer una voz propia (haciendo muy difícil encontrar un espacio para excepciones). Otra vez los conspiradores traman una agresión a Venezuela, con sus manejos desestabilizadores, guarimbas aún más agresivas y otros actos de terror, acicateados por la pretensión de atizar una conflagración entre compatriotas que provoque la ansiada intervención militar del imperio.

La renovada furia proviene de su impotencia de huérfanos de pueblo, del no reconocimiento de la derrota que gobierno y mayorías populares acaban de propinarles y de la aparentemente renovada creencia ultraextremista de que “hay condiciones” para hacer el mandado.

Esos enemigos declarados de nuestra patria encuentran un aliado con rasgos de quintacolumna en lo que el presidente Chávez denominaba “la burocratización contrarrevolucionaria”, la cual forma parte y es una de las expresiones de la corrupción. La lucha contra este grave mal reclama de nuevo unidad y más unidad y el desarrollo sostenido del control social, en vía hacia la tradición de todo el poder al pueblo.

Ese y otros males conocidos patentizan la necesidad de la crítica y la autocrítica, indispensables para corregir y potenciar el avance de todo proceso revolucionario; ellas deben cumplir su función en la preparación de los combates y en las coyunturas difíciles, pero han de ser oportunas, pertinentes y bien atinadas, para que no reviertan su valor y proporcionen alguna ventaja a un antagonista que está a la caza de cualquier brecha y carece de escrúpulos.

Es preciso buscar un delicado equilibrio: que pueda usarse el indicado binomio (no olvidar nunca su segundo componente) cada vez que sea necesario, sin que se le oponga, para tratar de frenarlo, algún interés extraño aduciendo de manera oportunista o impropia que favorece al enemigo; y hacerlo de modo que efectivamente no lo favorezca.

La conciencia del valor de la unidad y de la necesidad de ir desbrozando el camino, así como la firmeza de las convicciones y la lealtad al pueblo y su proceso revolucionario, son la guía idónea para conseguir ese equilibrio.

 

 

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