Opinión

8.Mar.2015 / 08:42 pm / Haga un comentario

Pues heme aquí que el día internacional de la mujer se me funden las neuronas cuando se me ocurre la genial idea de escribir un artículo sobre el tema. Heme aquí entonces enredado entre cuatro letras lidiando con el síndrome de la página vacía y llegando a mi mente tan sólo elaboraciones machistas: “¡Mujer libérate! mea parada” por ejemplo.

Porque, hay que decirlo, es la historia de la Humanidad la historia de la opresión a la mujer. Ud mira, de entradita, las penas que milenariamente comparten hombres y mujeres por los mismos delitos cometidos y es lastimoso. Lee las lapidaciones a granel para prostitutas y adúlteras que ornan “textos sagrados” y no podemos menos que sorprendernos. Pasmados, advertimos cómo la Santa Inquisición, y procesos equivalentes en las distintas religiones, se llevaron y llevan por los cachos mutilando y matando a millones de mujeres.

Ser mujer, poseedora del don de la perpetuación de la especie, es peligrosísimo oficio y más cuando se demuestra superioridad a los hombres en cualquier ámbito. Unos estudiosos de la sexualidad humana, de esos que llevan dos apellidos sajones, a regañadientes registraron una capacidad de nueve orgasmos en un hombre joven y documentaron 28 en una hija de vecina que salió silbando alegremente del lugar de la medición.

Los hombres, cobardemente, sabemos esta verdad desde la oscuridad de los tiempos, nos sabemos inferiores sexualmente, pero dominadores en cuanto a fuerza brutal. Por eso, en una conjura mundial y milenaria, inventamos el machismo urbi et orbi, para someter y confinar a las mujeres a los más terribles desmadres sin saber que nos perjudicamos a nosotros mismos, sus hijos.

Puta es el apelativo más socorrido cuando quiere alguien sin razón perjudicar a una mujer. Y es tan popular dicho modo, que hasta las mismas mujeres lo emplean entre sí. Pocos explican que puta define y discrimina a la dama que tiene el mismo comportamiento sexual y humano de un hombre promedio. ¡Ni puta ni santa! claman las mujeres esclarecidas que sortean las trampas discursivas que imponen los aparatos mediáticos.

Es históricamente, la mujer oprimida, que antes fue no-humana, la mujer-mueble que todavía hoy en algunos países es carne de pernada de cualquier animal de 2 patas, el sujeto principal de liberación de los pueblos.

La opresión, la pobreza tiene rostro de mujer. El llanto verdadero, sea de madre, hija, compañera, hermana, es de mujer.

Mientras las mujeres arrechas van quitando las cadenas que históricamente las han oprimido, el imperialismo genera nuevas cadenas que bajo el nombre de dietas, apariencia física, culto al éxito, consumismo y escalamiento social, quieren neo-someter a las mujeres.

Desde el aparato propagandístico de míster Walt Disney embuten a las niñas once mil historias de hadas, leyendas, pazguatadas y príncipes azules cuyos atributos hacen que en la vida real se pasen por la bragueta a quienes tienen la desgracia de creer en esos cuentos. ¿Quiere su príncipe azul? Aguántelo que por ahí viene: catire-ojos azules, musculoso, millonario y enchufao. ¡Espere sentada!

Y si los pela el chingo Disney, los agarra el sin nariz de Hefner, Hearst y Pornopolitans. Una pronunciada objetualización del cuerpo femenino tira a la anorexia, a la bulimia, a la prostitución, proxenetismo, enfermedad y suicidio a una cantidad creciente de mujeres desgraciadas. Y si no se muere, quedan a placer recetas para conseguir la realización aplicando los manuales para la felicidad instantánea que vienen con ilustraciones a color.

Un bojotudo (por no decir boludo) Míster Músculo le ofrece a las somnolientas amas de casa la promesa de vajillas e inodoros limpios en una muy freudiana operación sicológica: algo así como ¿Tiene ganas de hacer el amor? ¡Pues vaya a lavar los platos!

Unas muy despiertas mujeres en Venezuela, hace varios años ya, se unieron a un llanero de autoproclamada condición feminista y le han ido quitando las distintas máscaras falsificatorias a la condición de mujer. Han ido, a la cabeza de su pueblo, con sus hijos, demostrando que la Revolución de Hugo Chávez, es sólo posible desde lo femenino que poseemos en acto y potencia todos los seres humanos.

Por eso ¡ay mujer! somos compañeros-hermanos en Chávez y Revolución.

Pedro Gerardo Nieves

 

 

Hacer un comentario.




Los comentarios expresados en esta página sólo representan la opinión de las personas que los emiten. Este sitio no se hace responsable por los mismos y se reserva el derecho de publicación. Aquellos comentarios que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto y/o que atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, este sitio se reservará el derecho de su publicación. Recuerde ser breve y conciso en sus planteamientos. Si quiere expresar alguna queja, denuncia, solicitud de ayuda u otro tema de índole general por favor envíe un correo a contacto@psuv.org.ve