Opinión / Antonia Muñoz
Se atribuye a Albert Einstein la siguiente expresión: “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”. Manteniendo la distancia entre Einstein y nosotros, desde esta columna nos atrevemos a sentenciar: el país no cambiará significativamente, si la mayoría de nosotras y nosotros no cambiamos en lo ético, lo moral y lo espiritual. Simplemente, los pueblos son lo que su gente es. Los primeros que tienen que enseñar con el ejemplo son quienes son o fungen de líderes y liderezas en cada una de las instituciones que conforman el país, comenzando por la familia. Debido a nuestra idiosincrasia. Es importante tener presente estas máximas, porque sentimos que en nuestra Patria pretendemos hacer cambios sin partir de la premisa que lo primero que debemos cambiar estructuralmente es nuestra “torre de control” y nuestro corazón, concepto que hemos venido acuñando desde la década del 90. Como sociedad tenemos una manera de ver y hacer las cosas, tenemos una concepción y una manera de relacionarnos entre nosotros y con el mundo cercano y lejano que nos circunda. Digamos que hay que fortalecer la conciencia y la querencia En relación al tema que nos ocupa debemos considerar estas realidades.
Teniendo en mente las reflexiones anteriores, hoy queremos referirnos a la barbaridad que representa que en menos de 2 años (2015- 2016) el precio de 1 kg de caraotas negras haya pasado de Bs. 20 a Bs. 4000. Definitivamente, esto es una locura que debe pararse y revertirse. En esta reflexión ofrecemos algunos detalles y algunas recomendaciones con la intención de ayudar a frenar los precios. Les pedimos a las autoridades competentes que escuchen, porque estamos cansadas y cansados de sordera y de arrogancia. La primera cosa que debemos aceptar es que salvo casos excepcionales, no producimos más de 20 % de la caraota negra que consumimos, el resto lo importamos con dólares preferenciales. Por razones de diferentes naturalezas que no plantearemos hoy, el rendimiento por hectárea de las apetecidas negritas es muy bajo, y estamos hablando de aproximadamente 1 tonelada por hectárea cuando se siembra en vega de rio, pero en otras condiciones, el rendimiento puede bajar a la mitad y hasta menos. La caraota negra debe sembrarse en suelos fértiles. Si a esto le agregamos créditos e insumos insuficientes, retrasados y no supervisados (Falta de acompañamiento técnico y socio-político más Seguimiento y Control), el panorama se complica. Aunque Uds. No lo crean, hay gente que comercializa para consumo humano semillas de caraota destinada a la siembra. Por muchas razones agroecológicas y culturales, tenemos el serrucho trancado con las negritas del pabellón.
En septiembre del 2015 elaboramos un díptico donde demostramos que un Kg de caraota comprada fuera de Venezuela en ese momento costaba un dólar preferencial (Bs. 6,3) y llegaba a Bs. 44 – 50 una vez cubierto todos los gastos de transporte marítimo, aduanales, transporte terrestre del puerto al estado Lara, las ganancias razonables del importador, mayorista y detallista en 20, 15 y 10 %, respectivamente. Ese díptico lo pusimos en las redes, lo enviamos al correo del Ministro de Alimentación, al correo del Viceministro de circuitos vegetales, lo subimos a las redes, lo repartimos y explicamos en las charlas que en el 2015 dictamos como contribución a la comprensión del origen del desabastecimiento y el alza de los precios, donde la Guerra Económica y la caída de los precios del barril de petróleo a partir del 2013 dispararon la crisis económica, caracterizada por: acaparamiento, especulación, usura, desabastecimiento real e inducido. Como consecuencia de todo lo anterior, una gran inflación.
La pregunta que nos hacemos es ¿Quién importa y comercializa el 80 % de la caraota que se compra con dólar preferencial? ¿Por qué no se hace algo para identificar y perseguir a la mafia de la caraota negra y evitar que sigan robando a la gente? La única estructura de costo que logramos obtener da cuenta que producir 1 kg de caraota en Venezuela costaría Bs. 50. Supongamos que quien hizo los cálculos está equivocado, así que multipliquemos ese número por 6 (600 % de incremento). Aún así, 1 kg. de caraota, incluida la ganancia de 30% de los agricultores, saldría en Bs. 300. ¿Pueden imaginarse Uds. la grosería y el asalto que representa vender 1 kg de caraotas negras en Bs. 4000? No investigar este crimen es un gravísimo pecado de omisión. Con el favor de Dios, la próxima semana tocaremos el insólito caso del precio del cemento y del alambre de púa. ¡CHÁVEZ VIVE. LA LUCHA POR LA PATRIA SIGUE!
Guanare, miércoles 7 de septiembre de 2016.