Opinión / Antonia Muñoz

18.Jun.2014 / 03:05 pm / Haga un comentario

No nos extrañaría que quienes leen sólo los titulares de prensa y los títulos de los artículos, de una vez respondan que siempre ha existido la reventa. Sin embargo, creemos que el venezolano más desprevenido que analice con cierta objetividad puede concluir, que hasta hace poco tiempo atrás los comerciantes informales no vendían artículos de primera necesidad, ni vendían con sobre precio. Me imagino que quienes “tienen ojos para ver y oídos para oír” se habrá dado cuenta que en muchos mercados municipales, el que más y el que menos, tiene su montoncito de productos de consumo masivo, que como cosa curiosa no se consiguen en los abastos y supermercados, pero que ellos venden la mayoría de las veces a precios especulativos y hasta usureros. Me imagino que se habrán dado cuenta que esta práctica ocurre en muchas bodeguitas y hasta en bodegas improvisadas de reciente creación en algunas casas de familias, que también descubrieron que pueden hacer su platica revendiendo alimentos de Mercal; PDVAL, Bicentenario o de cualquier comercio que juegue limpio y venda a los precios establecidos por la Superintendencia de Precios Justos. No hemos olvidado a quienes desde siempre revenden; solo que estamos preocupados porque la especulación y la usura amenazan con convertirse en una epidemia social nacional.

No desdeñemos la reventa como lo hicimos cuando comenzó en este país la moda de tomar aguardiente en las afueras de las licorerías que tenían permiso para vender licor en envases cerrados. El dueño de la licorería toleraba el asunto por el interés personal de seguir vendiendo licor. Las alcaldías volteaban para el otro lado, quizás por el error en que están muchos alcaldes cuando creen que no tienen función de seguridad y orden público. Tal vez porque las licorerías son fuentes impuestos municipales. Las policías hacían lo que podían o se hacían los locos. La misma actitud social de indiferencia, impotencia o falta de sanción moral, tuvimos muchos de los venezolanos, ante el nacimiento del comercio informal que por lo general se apropió de las aceras y buena parte de las calles en el centro de Caracas (El Silencio) y en las capitales de los estados. Igual actitud mantenemos frente a las invasiones de predios urbanos o rústicos. Y al final, la mañita se convierte en costumbre y hasta en derecho adquirido. Sobra gente que justifica tales comportamientos que contribuyen a la anarquía, inseguridad o cuando menos contribuyen a conculcar derechos colectivos. Como buenos bolivarianos deberíamos tener más presentes las lecciones que nos legara nuestro Libertador Simón Bolívar: “La impunidad de los delitos hace que éstos se cometan con más frecuencia; y al fín llega el caso que el castigo no basta para reprimirlos”.

Proponemos un trabajo político envolvente (Barrio por barrio, caserío por caserío) por parte de los partidos de la revolución de manera que hasta el gato sepa que según la Ley de Precios Justos, REVENDER es un delito (Art. 57) y que contribuye a DESESTABILIZAR LA ECONOMÍA del país (Art. 56), ya que REVENDER (Art. 57), causa escasez al ACAPARAR (Art. 54), para revender. Revender causa INFLACIÖN, porque quienes revenden lo hacen duplicando y hasta triplicando el precio original del producto, sobre todo cuando el mismo es adquirido en Mercal. Así que no podemos ser tolerantes, tenemos que aplicar la ley caiga quien caiga, no importa que se trate de una persona pobre que se metió a especuladora o usurera para mejorar sus ingresos. Muchas y muchos ciudadanos humildes, tal vez sin entenderlo, participan activamente en una de las tácticas de la derecha para tumbar al Gobierno Bolivariano.

Hay que sensibilizar y educar a los Consejos Comunales y a la militancia de los partidos de la revolución, para que “boicoteen” a los revendedores que se convierten por sus prácticas en especuladores y usureros, y por lo tanto enemigos de la economía y de la Patria. ¿Cómo? No comprándoles sus productos! No entregándose al conformismo que es capaz de preguntarse: ¿Y qué podemos hacer, no nos queda más remedio? Simplemente no se les compra a los especuladores y usureros, y sin enfrentarse a ellos o ellas, denunciarlos a la Superintendencia de Precios Justos a través de los teléfonos: 0800- SABOTAJE o 0800- DENUNCIA. No hacer nada es actitud de cómodos e indiferentes. Recuerde que se peca por acción y por omisión. No puede ser que lo único que hagamos es quejarnos y responsabilizar al gobierno, haciéndole el juego a la ultra derecha, y por ceguera política, negándose a entender la guerra económica que nos tienen declarada.

Finalmente, confesamos que teníamos la esperanza que con el control biométrico muchos de los compradores compulsivos podrían moderarse por temor a ser detectados como pertenecientes al grupo de ciudadanos que en todos las entidades geográficas del país, tiene como oficio diario hacer colas para comprar para sí como revendedor o para otros revendedores que le pagan por ese odioso oficio que atenta contra la economía de la Patria. A los saboteadores de la ultra derecha y a los revendedores, quienes sin duda pescan en río revuelto, se opondrán al control biométrico por cualquier vía. Ridiculizarán la medida, dirán que vamos a la cubanización, que un día de estos nos van a marcar como al ganado. Ese es parte de su trabajo; así que no oigamos sus voces fascistas. ¡CHÁVEZ VIVE, LA LUCHA POR LA PATRIA SIGUE!

San Juan de los Morros, 18 de junio de 2014

 

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