Opinión / Eduardo Piñate

29.Jun.2017 / 09:54 am / Haga un comentario

Foto: Archivo

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La historia demuestra que a toda revolución, cuando es verdadera, le surge una contrarrevolución, y de su seno surgen individuos y corrientes que, negando el contenido esencial de estas, terminan –las más de las veces por razones innobles– poniéndose al servicio de las fuerzas contrarrevolucionarias. Allí se genera la más despreciable y miserable de las conductas humanas: la traición.

La historia de Venezuela registra casos donde la traición se impuso y la revolución –traicionada– fue derrotada. La traición de Páez, Santander, Flores y Carujo, entre otros, aliados a las oligarquías de Bogotá, Quito, Valencia y Caracas, contra Bolívar, derrotaron al proyecto democrático emancipador del Libertador; reivindicado y levantado por el Comandante Chávez 160 años después. El general Ezequiel Zamora y su proyecto antioligárquico y Bolivariano, fue traicionado y derrotado por los jefes militares de la Guerra Federal: Falcón y Guzmán Blanco. El gobierno nacionalista de Cipriano Castro fue traicionado por Juan Vicente Gómez, que entregó el país a las empresas petroleras yanquis. Hubo traiciones en la lucha antigomecista, en la resistencia contra la dictadura de Pérez Jiménez y en la lucha armada de los años sesenta y setenta. En todos estos episodios, la traición salió victoriosa y truncaron los proyectos liberadores.

La Revolución Bolivariana cerró ese ciclo. En el período 2002-2004 fueron derrotados los Miquilena, los Alvarenga, los Urdaneta Hernández y la revolución se hizo antiimperialista y socialista.

Nuevas deserciones y traiciones se han sumado. Luisa Ortega Díaz, Rodríguez Torres y García Plaza, se incorporan a la lista de la felonía. Hay quienes pretenden esconderse tras un velo de “chavistas originarios” o disidentes para hacer el trabajo sucio a la burguesía. Dijo Tomás de Aquino: “en una fortaleza sitiada, disidencia es traición”.

En las dificultades, los débiles claudican y traicionan; los pueblos dignos se levantan, pelean y vencen. En Venezuela se acabó el ciclo de la victoria de la traición, es la época del triunfo de la verdad revolucionaria. Seguimos venciendo.

 

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