Reflexiones de Fidel

Reflexiones de Fidel Castro

  • El objetivo irrenunciable

    Alrededor de 35 mil especialistas cubanos de la salud prestan servicios gratuitos o compensados en el mundo.  Adicionalmente, un número de jóvenes médicos de países como Haití y otros de los más pobres del Tercer Mundo laboran en su patria por cuenta de Cuba.  En el área latinoamericana fundamentalmente contribuimos con operaciones oftalmológicas que preservarán la vista a millones de personas.  Estamos, por otra parte, contribuyendo a la formación de decenas de miles de jóvenes estudiantes de medicina de otras naciones, en Cuba o fuera de Cuba.

  • Lo verdadero y lo falso

    Las agencias cablegráficas informan que Chávez visitará Cuba mañana domingo en viaje hacia China, Rusia, Bielorrusia, Francia y Portugal.

  • Los vicios y las virtudes

    Ayer hablábamos del Ike financiero que enloquece al imperio.  Este no encuentra la forma de conciliar el consumismo con las guerras injustas, los gastos militares y las enormes inversiones en la industria de armamentos, que matan pero no alimentan a los pueblos ni satisfacen sus necesidades más elementales.

  • El Ike financiero

    «Bush canceló todas las actividades. Tenía previsto viajar a Alabama y Florida para participar en actos de recaudación de fondos electorales.»

  • Dos veces la misma mentira

    En la reflexión antes de ayer expresé que Cuba no aceptaría donación alguna del gobierno que nos bloquea y que en la Nota diplomática entregada a la Oficina de Intereses de Estados Unidos se solicitaba la autorización para que las empresas norteamericanas nos vendieran material de construcción;  la misma no mencionaba en absoluto los alimentos.  Se añadía la solicitud de que el comercio de tales materiales se realizara en términos normales, incluidos créditos, lo cual es elementalmente lógico con relación a un país que ha pagado al contado a lo largo de ocho años los pocos rubros que se autoriza exportar a Cuba.

  • El papel de bueno, ¿a costa de quién?

    Cuando el gobierno de Estados Unidos ofreció hipócritamente 100 mil dólares como ayuda frente a la catástrofe ocasionada por el huracán Gustav previa inspección in situ para comprobar daños, se le respondió que Cuba no podía aceptar donación alguna del país que nos bloquea;  que ya habían sido calculados los daños y lo que reclamábamos era que no se prohibiera la exportación de los materiales indispensables y los créditos asociados a las operaciones comerciales.

  • Carta del compañero Fidel a Randy Alonso, director del programa informativo «Mesa Redonda»

    La Mesa Redonda de ayer fue especialmente interesante y muy valiosa la información. Es una lástima que a esa hora la isla entera estuviese sin electricidad, desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio. Solo algunas casas familiares, que resisten fuertes vientos, del Reparto «Camilo Cienfuegos», tenían luz. Allí llegaba el cable soterrado conectado con el grupo electrógeno del Hospital «Luis Díaz Soto».

  • Asediados por los huracanes

    No nos habíamos repuesto todavía del impacto emocional y los daños materiales ocasionados por el huracán Gustav en la Isla de la Juventud y Pinar del Río, con vientos de fuerza inusitada, cuando comenzaban a llegar noticias de las invasiones del mar por el  Hanna, y la peor de todas: que el huracán de gran intensidad Ike, girando hacia el suroeste debido a la presión de un fuerte anticiclón al norte de su trayectoria, batiría más de mil kilómetros a lo largo y ancho del territorio nacional.

  • Un golpe nuclear

    No exagero.  Es la expresión más generalizada de muchos compatriotas.  Es la impresión del Jefe del Estado Mayor General de las FAR, Álvaro López Miera, un militar experimentado, cuando vio en la Isla de la Juventud las torres de acero retorcidas, las casas convertidas en ruinas y la destrucción por todas partes.

  • El huracán

    En la última reflexión, firmada el pasado martes 26 de agosto en horas de la tarde, cuando el huracán Gustav surgió inesperadamente, coincidiendo con la llegada de nuestra delegación olímpica, y amenazaba a nuestro territorio, escribí:  «¡Suerte que tenemos una Revolución!