Opinión / Eduardo Piñate

20.Oct.2014 / 08:21 am / Haga un comentario

El pasado jueves 16 de octubre Venezuela obtuvo un resonante triunfo al ser electa para ocupar un puesto entre los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Como era de esperar, el gobierno revolucionario de Venezuela encabezado por nuestro presidente obrero Nicolás Maduro, importantes instituciones del Estado Bolivariano, el PSUV y los otros partidos políticos que integran el Gran Polo Patriótico, las organizaciones populares y la inmensa mayoría de nuestro pueblo; saludaron y celebraron esta victoria. Por su parte la derecha trató de minimizar la importancia de este logro y con distintos argumentos –cada uno más inverosímil que el otro- buscaron restarle la significación que tiene.

La incorporación de Venezuela como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas representa una victoria neta de la política exterior de la Revolución Bolivariana que fue elaborada por el Comandante Supremo Hugo Chávez cuando estuvo al frente de la nación y ha sido continuada consecuentemente por su hijo, el presidente Nicolás Maduro.

Una política exterior profundamente revolucionaria y Bolivariana, cuyo objetivo supremo es lograr un “nuevo equilibrio del universo”, como se lo propusiera el Libertador, Simón Bolívar; equilibrio este basado en la edificación de un mundo multicéntrico y pluripolar. Así está claramente establecido en el cuarto objetivo histórico del Plan de la Patria 2013-2019: “Contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y la paz planetaria.”

Precisamente, por ser Bolivariana y Chavista, nuestra política exterior es revolucionaria y antiimperialista. Basta leer los objetivos de esta política, enunciados en el párrafo anterior, para darnos cuenta que son antagónicos a los objetivos del imperialismo en esta etapa del desarrollo histórico de la humanidad.

El imperialismo capitalista hace ingentes esfuerzos por mantener el mundo unipolar que han intentado configurar desde que se desintegró la Unión Soviética y sus aliados del Pacto de Varsovia, basado en la inequidad en las relaciones internacionales. Es este el mundo que tratan de mantener los grandes beneficiarios de la dominación burguesa y capitalista, con EEUU a la cabeza y al servicio del cual está toda la institucionalidad mundial que surgió luego de la Segunda Guerra Mundial, encabezada por la ONU.

Ahora bien, el mundo ha cambiado desde 1945. Incluso, ha cambiado mucho desde que se derrumbó el bloque socialista de Europa Oriental entre 1989 y 1991. Se equivocaron los apologistas del sistema que pontificaron acerca del fin de la historia, la superioridad del capitalismo, la democracia burguesa, la economía neoliberal y el modo de vida norteamericano.

La crisis mundial, global y estructural del capitalismo puso en cuestión todas esas afirmaciones de economistas, filósofos y políticos de la burguesía, promotores de la dominación imperial. Ese imperio estadounidense y sus aliados en Europa y otras partes del mundo, recurren a las guerras porque es a sangre y fuego como pueden sostener, cada vez más precariamente, su dominación.

Por eso la política exterior de la Revolución Bolivariana concita simpatías en todo el planeta, porque es justa, porque su objetivo es la paz con justicia, porque en sus realizaciones concretas es solidaria, toma en cuenta las asimetrías y se sale de la lógica del lucro capitalista e incorpora la cooperación entre los pueblos, gobiernos y naciones, como principio rector.

He allí las razones de la rotunda, contundente e inapelable victoria de la Revolución Bolivariana en la ONU. De 193 países que conforman el sistema de Naciones Unidas, 181 votaron a favor de Venezuela, 1 votó en contra, 10 se abstuvieron y 1 votó nulo; o sea, de 182 votos válidos, Venezuela obtuvo 181, el 99,4% del total.

No hay duda, es una victoria contundente de la Revolución Bolivariana, del pueblo venezolano, de toda América Latina y el Caribe, que en el GRULAC (Grupo Latinoamericano y caribeño en la ONU) propuso desde Julio a Venezuela como su representante al Consejo de Seguridad y de la conciencia antiimperialista mundial.

Es una demostración incontestable de la justeza de la política exterior Chavista, profundamente revolucionaria y antiimperialista.

Caracas, 17 de octubre de 2014.

 

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