Opinión / Noticias / Richard Canan

16.Nov.2017 / 09:29 am / Haga un comentario

ONU

Bien alineado está nuestro país, a través de sus Misiones y Grandes Misiones, con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsados por la Organización de las Naciones Unidas para “erradicar la pobreza en todas sus formas y asegurar que nadie se quede atrás”. Para lograr estos objetivos, los países deben acometer acciones para mejorar las condiciones de vida de todos sus habitantes, incluyendo la incorporación de normas y políticas orientadas a la preservación del planeta, como eje fundamental para garantizar adecuadas condiciones de vida para las próximas generaciones.

Los ejes centrales de las políticas impulsadas por la ONU persiguen la erradicación de la pobreza y combatir las brechas que acentúan las desigualdades entre los seres humanos. Esto a través de la implementación y desarrollo de una nueva generación de políticas sociales que garanticen derechos mínimos para todos los ciudadanos en cada una de las etapas del desarrollo humano (primera infancia, adolescencia, vida adulta, adultos mayores).

Esta visión se sustenta bajo la lógica del desarrollo sostenible, mediante el abordaje multidimensional de los ámbitos económicos, social y ambiental. Allí se ha priorizado la noción de Trabajo Decente, buscando “la promoción de oportunidades para que hombres y mujeres puedan desarrollar un trabajo productivo y de calidad, en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana”. Las desigualdades en el ingreso familiar, imposibilitan el acceso a niveles adecuados de alimentación, seguridad social o la prosecución dentro del sistema educativo.

En estas propuestas para la erradicación de la pobreza están bien identificados y focalizados los grupos más vulnerables que requieren la máxima atención y cuidado; destacando las complejas discriminaciones que aún sufre la mujer, y más específicamente las mujeres indígenas, las afrodescendientes y las que viven en medios rurales y campesinos; también son objeto de especial atención los adultos mayores y las personas con discapacidad. Todos están bajo el condicionante transversal de los mecanismos tradicionales de exclusión, basados en la clase social, el género, la etnia, el ciclo de vida o el espacio territorial donde se vive.

Con la Agenda 2030, se procura enfrentar las condiciones que generan y perpetúan la pobreza. Los condicionantes que posibilitan las brechas entre los ciudadanos e incluso entre países y continentes enteros. Estas Brechas están representadas por oprobiosos mecanismos de exclusión que hacen permisiva la exclusión y la injusticia social, básicamente siendo una limitante en el acceso a: los servicios de salud; a una alimentación y nutrición adecuada; a la cobertura de la educación primaria, básica, técnica y universitaria (acceso a escolaridad gratuita y de calidad en todos los niveles); al empleo de calidad y la seguridad social (pensiones y jubilaciones). Se persigue la creación del círculo virtuoso: “la creación de trabajo decente va de la mano con el mantenimiento de niveles de inversión social que garanticen el acceso universal a la educación, la salud, los sistemas de protección social, el agua y saneamiento y la vivienda”. Las políticas de atención a la infancia son de vital importancia, pues es en “este período cuando se sientan las bases para el futuro desarrollo cognitivo, afectivo y social de las personas”.

La Agenda 2030, propone romper con las brechas en las desigualdades, impulsando un contexto de desarrollo económico y productivo, con igualdad de oportunidades para todos. Así, se desarrolla el concepto de doble inclusión, social y laboral, para “garantizar un nivel básico de bienestar a toda la población, a través del acceso universal a la educación, la salud y la protección social —incluidos las políticas y los servicios de cuidado—, así como a infraestructura básica (energía, agua potable y saneamiento), independientemente del nivel de ingresos y otras características de los hogares”, y simultáneamente “garantizar la participación de las personas en el trabajo remunerado en condiciones dignas, con empleos de calidad que les otorguen ingresos estables y acceso a la protección social”.

Se impone el espíritu de alcanzar la equidad para contener la “reproducción intergeneracional de la pobreza y la desigualdad” y sustituirla por la “Transmisión intergeneracional de oportunidades”. Que nuestros hijos y nietos tengan mejores condiciones de vida que nuestra generación. Derrotando a la “fábrica de desigualdades”, mediante el mejoramiento de las capacidades y las oportunidades para la juventud.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, poseen una integralidad de avanzada y cubren todos los aspectos de la vida humana y que trasciende al mero aspecto económico. Se propone alcanzar: el Fin de la pobreza, Hambre cero, Salud y bienestar, Educación de calidad, Igualdad de género, Agua limpia y saneamiento, Energía asequible y no contaminante, Trabajo decente y crecimiento económico, Industria, innovación e infraestructura, Reducción de las desigualdades, Ciudades y comunidades sostenibles, Producción y consumo responsables, Acción por el clima, Vida submarina, Vida de ecosistemas terrestres, Paz, justicia e instituciones sólidas, Alianzas para lograr los Objetivos.

También se desarrolla acertadamente el término “Huella Social” (análogo a la “huella de carbono”), para referirse “a las carencias, las brechas estructurales y las violaciones de derechos que se derivan del actual modelo de desarrollo y que contrarían la noción misma de desarrollo sostenible, incluidas sus dimensiones económica y ambiental”.

En medio de las heridas de la Guerra Económica, en Venezuela hemos incorporado a nuestras políticas sociales, nuevas acciones de contención como el Carnet de la Patria, consolidando la figura de las transferencias monetarias condicionadas, previstas como un mecanismo de protección directo a las familias con mayor vulnerabilidad. Así, las tarjetas de Hogares de la Patria protegen a más de 1.000.000 de familias con el equivalente cercano a un salario mínimo mensual. Estas medidas y las más de 30 Misiones y Grandes Misiones han permitido proteger al pueblo y combatir la pobreza, manteniendo un Índice Desarrollo Humano Alto, en concordancia con la efectiva aplicación focalizada de nuestras políticas sociales.

¿Pueden los gobiernos neoliberales enfrentar este tipo de crisis y desafíos? Pues no, porque tienen la paradigmática tarea de reducir al mínimo el papel del Estado, imponiendo la liberación económica y la “austeridad fiscal”, eliminando todas las transferencias monetarias directas (como las pensiones) o las indirectas (como los subsidios) a los más necesitados. La derecha lo llama despectivamente Gasto Social, y es totalmente opuesta a que en los períodos de mayor necesidad económica la población reciba más apoyo gubernamental. Como señala la propia CEPAL, “la interacción entre la crisis, las políticas de austeridad fiscal y los sistemas de protección social débiles la que conduce a los impactos negativos para la población. Por lo tanto, sistemas de protección social robustos pueden mitigar los efectos negativos de las recesiones sobre el bienestar de la población, en general, y de la infancia, en particular”.

Allí está el debate de dos tipos de visiones, la humanista y solidaria que reconoce las brechas y las vulnerabilidades de parte de la población y acomete acciones para protegerla; y el otro, el neoliberal, que solo vela por defender la “cultura de los privilegios y la injusticia social”, protegiendo solo los bolsillos de los banqueros y sus asociados.

Richard Canan

Sociólogo

@richardcanan

Bibliografía Consultada:

  • Brechas, ejes y desafíos en el vínculo entre lo social y los productivo, CEPAL, Santiago de Chile, 2017.
  • Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, CEPAL, Santiago de Chile, 2017.
  • Informe sobre Desarrollo Humano 2016, PNUD, Nueva York, 2016.
 

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