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5.Jun.2017 / 07:22 am / Haga un comentario

 

Foto: Referencial

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Acudir a un catálogo de procesos de transformación para explicarnos o interpretar una Revolución, nos llevaría a interminables modelos; de los cuales podemos decir que hay elementos que se pueden apreciar como semejantes pero jamás iguales ni en tiempo, ni en espacio, si tomamos en cuenta la gran revolución de la informática, causante de todos los cambios que la humanidad en tiempo real ha sentido en instantes como propios.

La Revolución  Francesa, como la Revolución Rusa, son una referencia digna del desarrollo de los pueblos. Dejaron atrás sus modos de producción y crearon nuevas relaciones de  poder, un sistema de apropiación y de “fabricación de medios de producción” capitalista, de apropiación indebida de la mano creadora. La revolución francesa llevó a la burguesía, una nueva clase, a  sustituir al antiguo régimen y su modo de producción, creando un sistema de apropiación injusta.

Gutenberg, el padre de la imprenta, creador del primer medio de comunicación masivo impreso es un buen ejemplo, quien  por medio de esta herramienta abrió el entendimiento y el conocimiento al servicio de la humanidad, conocimiento que estuvo cautivo en manos de pocos por miles de años. Pero este “medio de producción” fabricado por Gutenberg, a causa de las múltiples deudas contraídas con los inversionistas para terminar la máquina que construía, fue despojado de la imprenta, esta poderosa  máquina del conocimiento.

Su final como creador: terminó en la miseria, víctima de un sistema, donde predominaba la inversión del dinero  y desconocía un derecho porque no existía con la justicia social que reivindicara el trabajo colectivo y su valor agregado, el ingenio (que aun en nuestros días, este detalle significativo en la mayoría de los casos es apropiado indebidamente, ignorado y en contados casos de justicia distributiva es, y debe ser compensado con significativos reconocimientos) que aún no cuenta con la remuneración-premio, al factor extra que el trabajo genera, de quienes con su talento elaboraban las fábricas.

Presumimos que Gutenberg de haber terminado su imprenta con su propio peculio, es posible que se hubiera producido como una propiedad de “fabricación de medios de producción” más socializada en lugar de una apropiación indebida.

La otra gran revolución, la Revolución Rusa, vino a provocar un modo de producción distinto: con la “fabricación de sus propios medios de producción”, garantizó la soberanía de su pueblo y defensa de su territorio dos veces más extenso que los EEUU. La revolución se hizo desde la propiedad del Estado de los “medios de producción”, con eso, su pueblo derrotó al imperio Nazi, que estuvo aterrorizando y sojuzgando a los pueblos de Europa.

La Revolución Rusa, la URSS, con su ejemplo estimuló a los trabajadores de Europa y el  resto del mundo a presionar al sistema capitalista, a reconocer una legislación de justicia social, un salto de cientos de años ante el temor de un cambio de propiedad de los “medios de producción”.

La Unión Soviética, configuró a la Rusia del presente con una estructura de Estado monolítica, cuya incólume columna vertebral en lo ideológico es garantía mediante una fuerza armada del pueblo, de la soberanía y defensa de su territorio, probada históricamente en las guerras de liberación interna y en solidaridad externa. En el Ejército está asentada la soberanía eterna de toda nación.  (Como Simón Bolívar entendió que debe ser la América Meridional, y la Gran Colombia). Experiencia que la Revolución China revalorizó desburocratizándose.

Hoy después de estas experiencias históricas, podemos decir, que sí es posible, (esa es la razón política de nuestra Revolución Bolivariana y Chavista) que desde el estado se incentive y se socialice de mil diversas formas la propiedad y “fabricación de los medios de producción” en función social y de la primeras necesidades de los pueblos, en contraposición de un imperialismo capitalista que además impone qué es lo que hay que consumir como modo de dependencia.

Ese es el legado de la Revolución Rusa, de la revolución China, y operando con todo el poderío de sus empresas con criterio de participación en función pública, sin perjuicio de participación en beneficios y ganancias nacionales e internacionales.

Todas las revoluciones, hasta las pacíficas como la venezolana, de alguna forma han experimentado en sus entrañas, violencia, terrorismo de diversas formas, reacciones fascistas, inducidas a fin de crear estados mentales que conduzcan a inevitables enfrentamientos que van a solucionarse con reconciliaciones muchos años después, cuando se descubra que nos destruimos innecesariamente, que luego no hay más remedio que  pactar una forma de vida con bienestar por igual, que no somos desiguales y que nos necesitamos con  cada particular igualdad.

Entonces, si ya tenemos dolorosos ejemplos, como el de la vecina Colombia, o la guerra civil salvadoreña, que tuvo que detenerse o se destruían todos, y las secuelas que arrastrarán por mucho tiempo, pregunto: ¿para qué vivirlos, si sabemos que contamos con suficiente poder para destruirnos mutuamente? ¿Para qué permitir y estimular al lado del ala política (como irresponsablemente lo han impulsado personeros de sectores opositores) una nefasta ala terrorista, que va a devorarlo todo? ¿A quién beneficia?: por supuesto a quienes no quieren a los venezolanos.

El terrorismo impulsa o pueden desembocar en guerra civil. La mayoría de las veces es porque han surgido transfiguraciones personales que creen que se convirtieron en invulnerables, como ocurrió dentro de la Revolución francesa, con el Dr. Guillotín, quien hasta acompañó a los prominentes ante su terrible invento de muerte, la Guillotina, así como los sansculottes de la Revolución Francesa,  precursores de las camisas negras y las camisas pardas del fascismo y del nazismo, y del terrorismo de estos tiempos.  Pero esta forma no vence, no triunfa, solo destruye.

En España por ejemplo; mataron al teniente Castillo, republicano y activista, mataron a Calvo Sotelo prominente hombre de la derecha; en respuesta, mataron a García Lorca, y contra esta respuesta, mataron al primo de Rivera, ideólogo de la derecha, todo esto fue el caldo de cultivo para que Franco se levantara en armas; lo cual produjo dos millones entre muertos y desaparecidos, venganzas y persecuciones internas y una diáspora dolorosa de separación y una reconciliación obligada 40 años después.

Frente al mesianismo nihilista, tenemos que enfrentarlo con la Revolución de la mano que transforma. El gobierno nacional y el gobernador  del estado Bolívar, Francisco Rangel Gómez, están empeñados en impulsar las escuelas técnicas industriales, es urgente mostrar la revolución de los innovadores, de los que impulsan el motor de transformación técnica industrial con una juventud empoderada, frente a la destrucción que está desatando un ala terrorista que se va apropiando de lo político derechista.

Por: Tcnel. Héctor Herrera Jiménez

Twitter: @hherrerajimenez

Instagram: @hectorherrerajimenez

* Delegado del PSUV – Bolívar

 

 

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