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POR: Roy Daza
En un reciente comunicado conjunto suscrito por el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, el Alto Representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell, y el Canciller de Canadá, Marc Garneau, señalan que: “Damos la bienvenida a los avances sustantivos y creíbles para restaurar los procesos e instituciones democráticas centrales en Venezuela y estamos dispuestos a revisar las políticas de sanciones sobre la base de avances significativos en una negociación integral”.
La primera línea del párrafo en cuestión puede ser interpretada como un saludo a la reinstitucionalización de la Asamblea Nacional, que se inició el 5 de enero de este año, luego de las elecciones del seis de diciembre de 2020, cuando el pueblo rescató el parlamento de manos de un puñado de sujetos que pretendieron instaurar una dictadura y colocar en la Presidencia a un títere del expresidente Donald Trump.
La segunda parte no es otra cosa que el reconocimiento expreso del uso de las medidas coercitivas unilaterales, para imponer sus decisiones políticas sobre un país soberano como es la República Bolivariana de Venezuela, es decir, admiten la aplicación de las llamadas “sanciones”, que son un crimen de lesa humanidad y violan los derechos humanos de más 30 millones de venezolanos y venezolanas.
Según mi criterio, en cuanto a las sanciones la única respuesta posible a los firmantes del comunicado es: ¡Suspendan las sanciones sin ningún tipo de condición, ustedes están violando los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas!
El Diálogo Nacional auspiciado por el Presidente Nicolás Maduro avanza con paso firme, el mundo comienza a percibir que a pesar del bloqueo económico, las campañas mediáticas, las presiones diplomáticas, y las amenazas de invasión militar, este pueblo no se rendirá jamás.