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28.Abr.2016 / 09:24 am / Haga un comentario

Foto: Archivo / Ciudad CCS

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La influencia de organizaciones globales de extrema derecha determinó la formación en Venezuela de los frentes juveniles de los partidos de oposición durante los últimos nueve años, los cuales se caracterizan por la defensa de los intereses del sector privado y por el empleo militante de la violencia, además de un rotundo desprecio por los sectores populares.

Tal conclusión es posible tras una revisión del desempeño de las agrupaciones vinculadas con el llamado movimiento estudiantil, que se desarrollaron desde el año 2007 en el contexto de las protestas impulsadas por la no renovación de la concesión del canal de televisión RCTV.

Tal curso estuvo marcado decididamente por programas de adiestramiento político diseñados desde el exterior, premios y reconocimientos públicos con estímulos monetarios muy generosos y ejecución de acciones callejeras con importantes dosis de violencia, no pocas veces descontrolada.

Un dato esencial es el hecho de que ese bloque opositor juvenil y estudiantil surgió al margen de los partidos políticos desde universidades y otros centros de estudios y estimulado desde los medios comerciales de difusión con el fin de defender los intereses del conglomerado de empresas 1BC, propietaria de RCTV.

Adolescentes y jóvenes que apenas superaban los 20 años se lanzaron a las calles de comunidades de “clase media” para exigir violentamente que se renovara la licencia de operación del canal de televisión. La mayoría cursaba estudios en centros privados, tanto universitarios como de secundaria, y no estaban integrados en ningún partido político.

Su gesto expresaba repudio a toda forma de chavismo o clases populares, y su acción podría asimilarse a la de sus padres o familiares que participaron en 2002 y 2003 en la huelga de la industria petrolera; y como en aquel momento, no recogían reivindicaciones propias de su sector, sino generalidades muy útiles para exhibir una base social dispuesta a inmolarse en lo laboral, lo familiar y lo social, e incluso a cometer delitos y arriesgar su integridad física con el fin declarado de derrocar al Gobierno Bolivariano.

A los partidos tradicionales

Tras las protestas de ese año, los partidos políticos intentaron captarlos para construir sus estructuras juveniles y estudiantiles. Así, por ejemplo, Yon Goicochea se integró en el partido Primero Justicia y Stalin González lo haría en Un Nuevo Tiempo.

Otros optarían por formar sus propios movimientos como ocurrió con JAVU (Juventud Activa Venezuela Unida) aunque recibieron apoyo de factores políticos como Proyecto Venezuela.

Incluso Acción Democrática (AD) recibió una camada, especialmente en el interior del país, que, sin abandonar sus posturas anticomunistas, terminaron por darle un contundente giro a la derecha al llamado partido del pueblo.

Un punto de referencia en este proceso de construcción de un frente juvenil de ultraderecha fue el premio Milton Friedman, otorgado a quienes se destaquen por sus aportes a la promoción del neoliberalismo y la defensa del capitalismo.

El premio, con un aporte de 500 mil dólares, fue destinado a la creación de la Fundación Futuro Presente, que en 2009 inició un masivo plan de captación de jóvenes y un programa de formación como agitadores políticos de derecha denominado Lidera.

Fiesta mexicana

En 2010, con motivo de las elecciones parlamentarias, el encanto con los partidos políticos se terminó de romper y muchos de los jóvenes no lograron acceder a posiciones que les permitieran convertirse en diputados.

A fines de año un “predicador” del neoliberalismo, Gustavo Tovar Arroyo, organizó un programa de formación que fue dictado por agentes del movimiento anticomunista Otpor (provenientes de la desaparecida Yugoeslavia) en la capital mexicana.

La actividad, conocida popularmente como la “Fiesta Mexicana”, reunió a una veintena de jóvenes, casi todos integrantes del partido Voluntad Popular o de movimientos locales aliados, y permitió definir una hoja de ruta que les permitiría a lo largo de los siguientes años alcanzar posiciones de poder como alcaldías y representaciones ante parlamentos regionales o concejos municipales.

Estuvieron, entre otros, Daniel Ceballos, quien ya era alcalde de San Cristóbal, David Smolansky, alcalde de El Hatillo, Freddy Guevara, concejal metropolitano y ahora diputado nacional, al igual que Manuela Bolívar. También habría que mencionar a la dirigente estudiantil Gaby Arellano, aunque no está certificada su participación en México.

Sin duda, fue Voluntad Popular la organización que más fue beneficiada por ese proceso de formación política impulsado por la ultraderecha global.

Primero Justicia, que sí mantenía su propio programa de formación política, terminó por formarle la militancia a la organización dirigida por Leopoldo López.

En los extremos encontramos que AD recibió en su seno activistas furibundamente antichavistas y dispuestos a la violencia extrema por pequeñas recompensas. Tal es el caso de José Antonio Peralta, el joven estudiante de la ULA-Trujillo que le arrebató un marcapaso a un septuagenario que reclamó por una toma que hacía un grupo extremista frente a la Embajada de Cuba en febrero de 2013.

En ese lote debe mencionarse a Juan Carlos Requesens, quien ganó la presidencia de la FCU-UCV de la mano de AD, y que hoy actúa por cuenta de Primero Justicia tras ser electo diputado por Táchira.

Del otro lado, con una postura realmente elitista, se encuentra Rodrigo Diamanti, quien fue premiado y convertido en una especie de embajador por el Foro Económico Mundial y quien actualmente forma parte, como economista, del equipo de Ricardo Haussmann.

Lo más interesante es que pese a estar en distintas agrupaciones partidistas y mantener disputas por cargos o posiciones de poder, este grupo de la dirigencia estudiantil ha logrado imponer en varias oportunidades líneas políticas coherentes.

Eso ocurrió durante la insurgencia callejera de 2014, y está ocurriendo ahora para imponer una agenda de violencia que prerende sacar a Maduro del poder.

Ciudad CCS

 

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