Opinión / Noticias / Richard Canan

1.Abr.2020 / 01:49 pm / Haga un comentario

POR: Richard Canan

Claramente se señala en el Informe Mundial Sobre las Drogas 2018 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) que en Colombia, aliado incondicional y amoroso del imperio norteamericano, se concentra el mayor bacanal psicotrópico del planeta. Para más señas, Colombia es, por un amplio margen, un paraíso para la libre siembra, procesamiento y tráfico de drogas, principalmente cocaína, hacia todo el planeta.
El informe confirma que “La mayor parte de la cocaína del mundo procede de Colombia, donde en 2016 se incrementó la fabricación a unas 866 toneladas, lo que supuso un aumento de más de un tercio con respecto a 2015. Casi el 69% de las 213.000 ha que en 2016 se dedicaron al cultivo de coca en todo el mundo se encontraban en Colombia” (página 3). Con total impunidad, a todo lo largo y ancho de ese país, se siembran más de 150.000 hectáreas dedicadas exclusivamente al cultivo de la Coca. Visiblemente mapeadas satelitalmente por toda la franja costera frente al Océano Pacífico y desde Antioquia hasta el Norte de Santander.
Es todo un record mundial en las “orgullosas” narices frías de las autoridades colombianas y sus socios norteamericanos. Se llevan el título de campeones olímpicos de las drogas. Pero este es un tema serio. Alerta. La propia UNODC señala que “las consecuencias adversas para la salud del consumo de drogas siguen siendo considerables, las muertes relacionadas con las drogas van en aumento” (página 17).
En Estados Unidos hay casi 30.000.000 de drogodependientes, consumidores habituales de cocaína, marihuana, heroína, metanfetaminas, etc. Este festín también tiene sus graves consecuencias para la salud pública, por eso tienen una alta tasa de mortalidad, con más de “63.632 muertes por sobredosis en 2016”.
Lo más interesante, es que según un estudio reseñado por la agencia EFE, “Los consumidores de cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas en Estados Unidos se gastaron unos 150.000 millones de dólares en 2016”. Es decir, este es un enorme mercado, con lavandería incluida, para satisfacer los vicios de los consumidores norteamericanos. Estados Unidos, con todos sus presidentes e instituciones a la cabeza, podrían recibir su reluciente certificado como el país de las narices frías.
Así queda claro, que entre el principal productor (Colombia, proveedor seguro y confiable) y su exclusivo y selecto mercado consumidor (los drogodependientes norteamericanos, con los bolsillos llenos de dólares) se ha establecido un inmenso aparato logístico de transporte y distribución para llevar la preciada mercancía de manera recurrente a su destino. Por eso las rutas del narcotráfico están diversificadas y compartimentadas, utilizando en la vía marítima cientos de barcos y hasta submarinos; y por aire aviones robados o comprados para un solo viaje. Todo para cumplir con su “responsabilidad” de abastecer confiablemente al mercado norteamericano.
Por eso estamos frente a un nuevo caso de inmoralidad, perfidia e injusticia política perpetrada en contra de Venezuela, la cual es sancionada, siendo apenas una víctima más en el tránsito de drogas entre Estados Unidos y sus socios colombianos. La condescendencia llega al descaro. Solo hay que leer el propio informe de la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley del Departamento de Estado (“Informe de estrategia Control Internacional de Narcóticos”, marzo 2017), donde señala que “Colombia es el principal productor mundial de cocaína, así como un país de origen de heroína y marihuana. Aunque el gobierno colombiano continúa contrarrestando la producción y el tráfico de drogas ilícitas a través de operaciones de erradicación, interdicción agresiva y actividad policial, la producción potencial de cocaína pura en 2015 aumentó un 60 por ciento”… “Según la Administración de Control de Drogas de los Estados Unidos (DEA), aproximadamente el 90 por ciento de las muestras de cocaína incautadas en los Estados Unidos en 2015 y sujetas a análisis de laboratorio eran de origen colombiano” (página 132). El informe también hace un mea culpa, señalando que “Si bien el Gobierno de Colombia continúa realizando sólidos esfuerzos de interdicción contra las organizaciones de tráfico y las redes criminales, las cifras preliminares estimadas de cultivo de coca y producción de cocaína para 2016 indican un aumento dramático en el cultivo y la producción de cocaína” (página 135).
Que Colombia sea el mayor productor de drogas del planeta es una nimiedad. Para nada le hace coco al cegato Donald Trump, que igual que Mister Magoo, se hace el ciego a conveniencia. Se tapa los ojos y la nariz para ignorar que la mayor corporación criminal de drogas la dirigen sus apreciados socios colombianos.
Queda claro que a Trump solo lo que le interesa politizar el tema de las drogas. Por eso utiliza al sistema de justicia de los Estados Unidos a su conveniencia, acusando a las autoridades venezolanas sin ningún tipo de pruebas o soportes creíbles. Todo es parte de su política de amedrentamiento y coacción, para utilizarlo como base en su campaña electoral y para sortear la crisis que tiene encima por el mal manejo de la pandemia del Covid-19.
Hay que destacar que no hay colombianos perseguidos o solicitados por los cuales se ofrezcan jugosas recompensas. Ni un detenido o solicitado entre los grandes productores y traficantes colombianos. Como dato extraño, no hay reportes de aviones del narcotráfico derribados en la ruta del Pacífico o la del Mar Caribe por parte de la ostentosa y costosa Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), la cual cuenta con el apoyo de inteligencia de sus satélites espías, sus radares y de las 9 bases militares en territorio colombiano. ¿Será que están claros que no pueden derribar sus propios aviones y destruir su propia mercancía? Altamente probable.
No caben dudas de que Colombia y Estados Unidos siguen siendo “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad”, salud y tranquilidad de los habitantes de este Continente.

 

Hacer un comentario.




Los comentarios expresados en esta página sólo representan la opinión de las personas que los emiten. Este sitio no se hace responsable por los mismos y se reserva el derecho de publicación. Aquellos comentarios que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto y/o que atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, este sitio se reservará el derecho de su publicación. Recuerde ser breve y conciso en sus planteamientos. Si quiere expresar alguna queja, denuncia, solicitud de ayuda u otro tema de índole general por favor envíe un correo a contacto@psuv.org.ve