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19.Feb.2024 / 10:24 am / Haga un comentario

POR:  Alfredo Carquez Saavedra

En la biografía de Michelangelo di Buonarroti Simoni (Vida de Miguel Ángel, John Addington Symonds) podemos leer un extracto del contrato firmado a finales del siglo XV por el padre de este genio del renacimiento y el dueño del taller de arte y pintura, el maestro Domenico Ghirlandaio.

En ese documento arriba citado se establece los siguiente: “Hago constar cómo, en este día, primero de abril de 1488, yo, Ludovico di Leionardo di Buonarrota, entregué a mi hijo Michelangelo a Domenico y Davit di Tommaso di Currado por los tres años subsiguientes, bajo las siguientes cláusulas y condiciones a saber: que el dicho Michelangelo deberá permanecer durante el tiempo indicado con los susodichos maestros, para aprender y practicar el arte de la pintura y estar bajo las órdenes de los mismos; mientras ellos, por su parte, se obligan a pagarle en el curso de los dichos tres años la suma de veinticuatro florines, del siguiente modo: seis florines en el primer año, ocho en el segundo y diez en el tercero, lo que hace en total la suma de noventa y seis liras”.

Miguel Angel fue cursante de lo que hoy en día -salvando las distancias del tiempo y los avances de la humanidad – un programa educativo de formación profesional formación dual, opción en la que el estudio y el trabajo se llevan a cabo de manera paralela. Es decir, en ese modelo se aprende haciendo, tal y como lo predicó el visionario Simón Rodríguez, maestro del Libertador.

Ojo, no se trata de la educación académica tradicional. La formación dual tiene como público a ser atendido al segmento trabajador. Un par de elementos característicos son tanto la existencia de un contrato entre las partes y el pago de un salario determinado que van aumentando en el tiempo, tal como fue el caso del autor de la Piedad, el David, la Creación de Adán, la Expulsión del Paraíso y las tumbas de los Médicis.

Venezuela necesita de la creación de un sistema de formación profesional (en el cual la formación dual sería una de sus distintas alternativas) para enfrentar los retos que vendrán atados con el crecimiento de la actividad económica y más cuando se ha profundizado la urgencia de diversificar nuestras fuentes de ingreso, como respuesta al bloqueo imperial. No habrá fábrica, siembra, emprendimiento alguno que funcione sin el apoyo de carpinteros, mecánicos, electricistas, albañiles, plomeros, zapateros, costureros, etc. Es sobre la labor de todos estos y muchas otras ocupaciones es que pueden levantar los Valles del Silicón.

Alfredo Carquez Saavedra

 

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