Opinión / Noticias / Stella Lugo

6.Sep.2016 / 08:51 am / 1 Comentario

Stella Lugo

En el año 1823, James Monroe, Presidente de los Estados Unidos, acuñó una idea que se convertiría en breve en toda una doctrina: “América, para los americanos”. En realidad la frase y toda su carga geopolítica pertenece a su Secretario de Estado John Quincy Adams, un terrible personaje que concibió desde ese momento, lo que sería el proceso de recolonización de los territorios americanos en franco proceso de emancipación de España, Portugal y en menor grado de Francia e Inglaterra. El proyecto Monroe, transformado, 30 años después en doctrina, tuvo como propósito descuartizar las excolonias españolas y convertirlas en pequeñas repúblicas fácilmente dominables por el naciente estado imperial del norte.

La doctrina Monroe se dotó de buena medida de las iniciativas políticas del inefable Henry Clay, quien junto a Adams conspiró para dinamitar el sueño bolivariano de la unidad latinoamericana; concebida por nuestro Libertador como única garantía para protegernos de las potencias europeas y la naciente amenaza del norte. Como sabemos, la estrategia norteamericana de dividirnos tuvo grandes aliados en Páez y Santander, dos generales muy importantes del proceso de independencia.

Durante el siglo XX, usando como pretexto “la amenaza del comunismo”, se afianzó la Doctrina Monroe en América Latina y con ello el proceso de dominación imperial norteamericano en nuestro continente, que los llevó a concebir gobierno títeres o asediados desde México hasta Argentina y aniquilar cualquier posibilidad de regímenes nacionalistas, progresistas o con identidad propia y mucho menos socialistas o comunistas. Por eso, sin contar la “guerra larga” de Paraguay contra la triple alianza de Uruguay, Argentina y Brasil, azuzada y financiada por Estados Unidos, contra el gobierno progresista de Francisco Solano López; la historia de América Latina está plagada de derrocamientos y asesinatos de líderes tanto en gobierno como a punto de conquistarlo: Jorge Eliécer Gaitán de Colombia asesinado en 1948, Jacobo Árbenz de Guatemala derrocado en 1954, Juan Bosh de República Dominicana en 1962, Joao Goulart de Brasil derrocado en 1964, Salvador Allende de Chile derrocado y asesinado en 1973, entre otros. Con la excusa del combate al comunismo, Estados Unidos plagó de dictaduras y posteriormente de mal llamadas democracias representativas a toda la América Latina hasta 1998.

Pero quiero detenerme, a propósito de conmemorarse el próximo domingo 11 de septiembre un aniversario más del golpe contra Salvador Allende en Chile, en esta fatídica fecha; ante las similitudes de lo que se vivió en aquellos días en el llamado “larguirucho de América” y nuestro país.

Al igual que sucedió con Chávez, Allende resultó electo presidente por el voto popular, luego de encabezar una histórica alianza de izquierda, siendo este el primer presidente marxista electo por el voto popular. En una sociedad dominada por grandes intereses económicos conservadores, los ataques no se hicieron esperar y con los auspicios de la CIA, se comenzó a fraguar un sabotaje sistemático al Gobierno de Allende bajando los niveles de producción de las empresas, propiciando la escasez de comida, paros de transporte, llamados a cacerolazos, largas colas para adquirir productos de primera necesidad y en general la caotización del país.

Allende intentó combatir el sabotaje de la oligarquía y el imperio incentivando la movilización popular, la politización del pueblo y el empoderamiento económico de las grandes mayorías para contrarrestar el boicot del capitalismo chileno contra la naciente revolución democrática.

La resistencia popular y la expansión evidente de la conciencia de clase en el pueblo chileno obligó a Henry Kissinger a dar la orden final a la CIA -la masiva desclasificación de documentos estadounidenses sobre el Golpe de Estado en Chile confirmó la responsabilidad Washington en el derrocamiento de Allende- y se dio paso al sangriento golpe de estado de Pinochet, con más de 30 mil partidarios de la UP que fueron hechos prisioneros, torturados y asesinados y que sometieron a este país a una feroz dictadura de cuyas consecuencias no se recupera.

Luego de 43 años, la práctica imperialista de Estados Unidos se mantiene incólume aunque, es necesario reconocerlo, han variado las modalidades de intervención.

Con la Revolución Bolivariana han probado todo el manual diseñado en décadas de experiencias por parte del imperio norteamericano y las hemos resistido todas. Desde golpes de estado, guerra económica, bloqueo financiero, sabotajes, traiciones y hasta la desaparición física de nuestro líder eterno, nuestro Gigante Hugo Chávez. Solo falta una invasión directa de los marines.

Con Chávez nació una nueva oleada de presidentes y presidentas de izquierda, progresistas y con ellos diversas formas de llevar lo mejor a sus pueblos. En el caso de Argentina perdimos las elecciones con la derecha, pero en lo que respecta a Paraguay con Fernando Lugo y más recientemente Dilma Rousef en Brasil, el imperialismo y las oligarquías locales han roto las reglas de juego y practicado golpes de estado no tan cruentos como los del pasado, pero igualmente lesivos a la voluntad de la mayoría del pueblo.

Específicamente en Brasil, observamos la injusticia más grande. Una Presidenta honesta, enjuiciada y condenada por parlamentarios corruptos. Casi la mitad de quienes votaron por destituir a Dilma están investigados por corrupción y el actual Presidente golpista Michel Temer y su partido, son los principales responsables de las denuncias de corrupción con las que emprendieron la campaña de descrédito contra la digna presidenta brasileña, por ser parte de la coalición gobernante con el Partido de los Trabajadores.

Al igual que a mediados del siglo XIX, luego de una luminosa década de gobiernos de izquierda que han pretendido democratizar la economía de América Latina, disminuir la pobreza y dotar de una esperanza a la humanidad de un futuro mejor, el imperio norteamericano relanza su doctrina “América para los americanos” y con el apoyo de la peor estirpe de apátridas y mercaderes de nuestra dignidad indio americana, intenta recolonizar una vez más estas tierras.

Es a nosotras, nosotros, como hijas e hijos de Bolívar y Chávez, a quienes nos toca resistir y contraatacar. El primero de septiembre les dimos una nueva lección de paz, para evitar derramamiento de sangre, golpes y septiembres dolorosos.

¡Venceremos!

 

Comentarios

7.Sep.2016 02:50 pm
Jose Amengual (Distrito Capital) dijo:

En Privado!!!!!! en San Fernando de Apure todos los funcionaios policiales son malandros ycorruptos pues controlan las mafias del bachaqueo. Todo el mundo lo sabe pero nadie lo evita.

Tambien desde el Min de la vivienda se controla el saqueo permanente de materiales de construccion de la gran mision, lease cemento hierro pinturas ceramicas piezas de baño pintura y equipos negando la posibilidad a muchga gente de apie en apure. se llama clan Maldonado (director, abogada, y contratistas testaferros) y el ing leonardo bermudez 8contacto con paramilitares en guasdalito y el orza) para reubicacion de sus familias en venezuela. pruebas del robo de materiales ver supercasa en construccion por el ing bermudez en la la urbaniz de los cedros final calle 2 san fernando para el clan maldonado y con el cuento de que maduro va a caer. denuncia hecha al sebin pero nadie hace nada todos se conocen

 

Hacer un comentario.




Los comentarios expresados en esta página sólo representan la opinión de las personas que los emiten. Este sitio no se hace responsable por los mismos y se reserva el derecho de publicación. Aquellos comentarios que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto y/o que atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, este sitio se reservará el derecho de su publicación. Recuerde ser breve y conciso en sus planteamientos. Si quiere expresar alguna queja, denuncia, solicitud de ayuda u otro tema de índole general por favor envíe un correo a contacto@psuv.org.ve