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4.Dic.2020 / 03:10 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

Hace cinco años nos poncharon sin tirarle, apagaron las luces y se robaron la grama del estadio, las tuberías del drenaje, las almohadillas de las bases, la cal para marcar el terreno, los rastrillos; secuestraron las vallas publicitarias y pidieron rescate por ellas; entraron a los dugouts y cargaron con bancos, placas, fotos y hasta las cañerías; se metieron a los circuitos radiales y televisivos y arrasaron con todo, hasta con las cuñas, se fueron hasta la tribuna de la izquierda y les pegaron un “quieto” a los apostadores, despojándolos hasta de la última ganancia con un foul fly al cátcher; resucitaron a los vendedores de quinielas y les esquilmaron el premio por la primera carrera anotada en el juego.

A Gonzalo, le pidieron todas las cajas de cerveza fiadas y se fueron con la cabuya en la pata, al “Morocho” le arrebataron todo su cargamento de sabrosas arepas –valga la licencia para recordar a estos dos héroes anónimos de nuestro deporte, fallecidos este año­–, a María Félix (Félix María, en su partida de nacimiento), le tumbaron su bolsa de papita, maní, tostón y pistacho “pa’ hacé muchachos”; arrasaron con los vendedores de pinchos, refrescos y souvenirs, desvalijaron los carros en el estacionamiento y asaltaron a todos los transportes cargados con pasajeros que pasaron por las cercanías.

Desde Washington, aquel que se cree dueño de todos los equipos y ligas del mundo, que no respeta ninguna regla de juego ni de campeonato,  ordenó a un inepto e imbécil, autoproclamarse como manager en una plaza pública y este ladrón de altos vuelos se apoderó hasta de los bebederos de agua; de la noche a la mañana, de ilustre bañaperros se convirtió en multimillonario en dólares junto a su familia. Sin ningún tipo de escrúpulos, él y sus coaches, es decir, sus cómplices en las más abominables fechorías en contra de nuestra Patria, intentaron entregar a sus amos imperiales al equipo de todas y de todos llamado Venezuela, que con tanto sacrificio, tanta sangre derramada, forjaron los libertadores, encabezados por nuestro padre Simón Bolívar.

En el camino, conducidos desde la Casa Blanca, saquearon Citgo, Monómeros, la mayoría de los activos del equipo –léase de todo nuestro pueblo- en el extranjero; lograron que se congelaran cuentas, trataron de apoderarse de las reservas de oro,  clamaron, auparon y celebraron todas las medidas violatorias de las reglas de juego, que impidieron el acceso a alimentos, medicinas, bienes, insumos indispensables; nos cortaron el 99% de las fuentes de financiamiento. Insistían en poner de rodillas a las y los integrantes del equipo, mientras como Nerón frente a las llamas consumiendo Roma, celebraban con champaña los resultados de sus acciones abominables.

Quemaron personas vivas, bombardearon jardines de infancia con niños adentro, cerraron calles y avenidas, impidiendo el paso de ambulancias, transporte público, de alimentos, el traslado a centros de estudios y laborales; pretendieron aniquilar con drones en una concurrida avenida, a todo el cuerpo técnico del equipo, encabezado por su legítimo mánager, Nicolás Maduro Moros; ensayaron invasiones “humanitarias”, golpes de Estado, incursiones de mercenarios, nos han dejado durante meses sin combustible y hasta se lanzaron un salvaje atentado terrorista contra nuestro sistema eléctrico, con el fin de dejarnos a oscuras durante días, semanas, meses, buscando un estallido social, una matanza entre nosotros mismos, al fin y al cabo, “los muertos son una inversión”, como soltó el títere autoproclamado en febrero del año pasado, reflejando la calaña de toda la escoria que lo acompaña. No dejaron de violar ni uno solo de nuestros derechos humanos, desde afuera y desde adentro, aunque Michelle Bachelet jamás se haya dado por enterada.

Fue un largo, terrorífico y oscuro quinquenio que afortunadamente para el equipo, es decir la Patria, llega a su último inning, sin que jamás hayamos pensado rendirnos ni por un instante. Ya estamos en el círculo de espera y este domingo 6 de diciembre entraremos en el cajón de bateadores, con todo lo que nos han hecho en la memoria.

El pueblo tiene otra vez su turno al bate y de ninguna manera nos van a dejar de nuevo con la carabina al hombro. Todas y todos ya conocemos los venenosos lanzamientos del pitcher enemigo y ya sabemos dónde vamos a hacer swing, en la esquinita de arriba y a la izquierda del home. En esta jornada dominical, vamos a conectar un cuadrangular con las bases llenas. No hay otra alternativa.

Jimmy López Morillo

 

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