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19.Jun.2015 / 11:50 am / Haga un comentario

Imagen: Misión Verdad

El 24 de junio se cumplen años de la Batalla de Carabobo, donde murieron, entre otros personajes luminosos u oscuros de nuestra historia, el renombrado “Negro Primero”. Hora de recordar qué cosas nos han contado y qué otras nos han ocultado sobre este guerrero y orgullo de su gente.

La historia burguesa nos impuso la figura de un Negro Primero obediente que fue a pedirle permiso al jefe para morirse, y nos ha ocultado una parte importante de su historia: Camejo fue uno de los hombres que acompañaron a José Tomás Boves en sus más insólitas victorias. Que haya sido su lugarteniente no es dato verificable, pero sí que alcanzó jerarquía y jefatura.

Héroe de las batallas de La Puerta, en las que el pueblo enfurecido derrotó dos veces al ejército engreído y esclavista de los mantuanos (con Bolívar a la cabeza). A la muerte del taita Boves en Urica, se desmoviliza y regresa al llano, junto con la enorme mayoría del contingente de pueblo que rehusó ser conducido por un imbécil como Morillo, general con hazañas guerreras pero sin empatía con el pueblo. Poco después es captado por otro taita bravío, José Antonio Páez; para aquella gente en rebelión daba lo mismo qué bandera defendía su jefe, porque su primitiva conciencia o falta de ella sólo lo movía a arrebatarle al poderoso lo que por 300 años se le había arrebatado a él.

De la primera batalla en que Camejo y otros de sus compañeros de hambre, vida y puñaleos, pelearon para los patriotas (hasta 1814 lucharon para Boves) cuenta José Antonio Páez en sus Memorias que debió imponerles su autoridad y una dura disciplina, porque aquellos hombres no se limitaban a ganar batallas sino que se aplicaban al saqueo y el despedazamiento de lo existente: aquellos tipos no eran soldados entrenados sino malandros furiosos. Ejemplares de pueblo desbordado, río humano fuera de madre, los soldados antes llamados criminales y luego “Ejército Libertador” tenían el temperamento y el impulso homicida propios de las clases excluidas y segregadas por los poderosos.

Así nos trampea la historia burguesa: en un relieve que puede verse en el Campo de Carabobo aparecen Páez y el Negro Primero, éste atrás y el jefe adelante. Por mucho que le hayan puesto ese apodo, para la historia manipulada que nos han enseñado Camejo era un peazo e Negro Segundo

Aquellos desmanes eran la rabia del pueblo estallando tras 300 años de esclavitud. El pueblo en rebelión no es bueno para construir sino para destruir la sociedad que los oprime. Desde la óptica actual lucen bárbaros y caóticos aquellos acontecimientos.

Sólo una observación minuciosa del pulso de la historia puede dar las claves correctas: el ser humano oprimido de América tenía la misión de destruir para que otros procedieran luego a construir. Lamentablemente, la tarea de construir quedó desde entonces, al igual que en la Colonia, en manos de familias poderosas y élites insufribles.

Hoy recordamos la figura de Pedro Camejo, sobre todo por lo que representa: el pueblo sometido, salido de madre en guerra mortal contra lo establecido, y luego utilizado, metido en cintura y sacrificado por los grandes propietarios, los poderosos de siempre. Eso no deberíamos olvidarlo nunca jamás, porque muchas otras veces nos pasó lo mismo como pueblo. A la mierda la historia oficial y la versión del Eduardo Blanco, que pone a decir al nuestro: «Jefecito, yo me voy a morir, ¿oyó?, vengo a despedirme, no se ponga bravo».

Misión Verdad

 

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