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31.Oct.2016 / 10:29 am / Haga un comentario

Pacto

El 31 de octubre de 1958, hace 58 años, Rómulo Betancourt por Acción Democrática, Rafael Caldera por Copei y Jóvito Villalba en nombre de URD suscribieron el llamado Pacto de Punto Fijo, mediante el cual las élites de dichas organizaciones, en connivencia con las cúpulas empresariales, dueños y concesionarios de medios de comunicación, el Alto Mando de la FAN y cúpula de la Iglesia se aseguraron, por 40 años, el control político del país y, en el contexto de la Guerra Fría, la adscripción geopolítica de Venezuela como obsecuente peón de los intereses geoeconómicos de Estados Unidos.

El pacto

Establecido sobre las bases del acuerdo preliminar que se dio en enero de 1958 en Nueva York entre los tres mismos personajes y por instancias de Betancourt -quien tenía nexos con funcionarios del Departamento de Estado de EEUU-, el Pacto de Punto Fijo se abocó a una defensa de la democracia en términos de prevenir golpes militares; empero nada dijo del régimen colonial que imperaba en las relaciones económicas de Venezuela respecto a EEUU y su principal industria, el petróleo. Tampoco se refirió a la base social que debe resguardar a la democracia, los trabajadores, campesinos, estudiantes y capas profesionales, limitándose a la tutela del control doméstico.

Civilismo colonizado

Al igual que la mujer de Lot en las páginas de la Biblia, los suscriptores del Pacto, con su artífice Betancourt, restringieron su visión republicana a la de un orden democrático tradicional que velaba por sus intereses particulares en el ámbito de la contradicción civilismo-militarismo. Se trata de una visión que respondía a la Venezuela agraria del siglo XIX y que olvidaba la nueva realidad demográfica y económica dominada por los capitales extranjeros, la hegemonía imperial y la subsecuente exclusión social derivada de dicho modelo. Se trataba de un civilismo de élites, neocolonial, que resguarda la democracia representativa, a expensas del desconocimiento del pueblo como sujeto protagónico de la democracia.

Consecuencias

Así, se formó una cultura política que impuso en la sociedad venezolana el hábito de “resolverlo todo” por vía de un acuerdo entre las cúpulas. Huelgas, reclamos estudiantiles, o designación de magistrados, eran tratados en la mesa de los jefes de AD y Copei al modo en que Doña Bárbara, Mr. Danger y Ño Pernalete arreglaban cualquier pleito de lindero con algún pequeño propietario del Cajón del Arauca. Y esta cultura política arraigó en los poderes fácticos del país, en forma de alianza tradicional de las élites, Fedecámaras, partidos de la IV República, Alto Mando de la FAN y embajada de EEUU en nuestro territorio. Y es esta alianza la que en los últimos 17 años insiste en desconocer y arrollar el orden constitucional, como se evidenció con el golpe de Estado del 11-A y, hoy, en la pretensión de la actual AN de destituir por sí sola al Presidente de la República y demás órganos del Poder Público. Así, sería la potente fuerza política, cívico-militar y de opinión cristalizada entre 1992 y 1998 en torno al comandante Hugo Chávez Frías y el 4-F, lo que posibilitaría la ruptura del modelo puntofijista.

“El puntofijismo aún sigue vivo…”

“AD se quebró como institución político-partidista, pero dejó sembrada su impronta en lo mas profundo de la psiquis de esta sociedad. AD resumió, en el periodo histórico cuando tuvo la hegemonía, el contenido y la dinámica anómica que la sociedad acumuló, y eso sigue estando allí (…) Por ello, pese a que el Pacto de Punto Fijo murió, el puntofijismo aun sigue vivo y es necesario combatir su influencia…de modo que la construcción de un modelo alternativo de sociedad sea una realidad inmediata” [Homar Garcés / http://www.aporrea.org].

CO

 

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