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22.Sep.2016 / 10:03 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

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¿Qué califican?

Antes que nada, ¿en qué consiste la actividad central de una calificadora de riesgo? Estas compañías, ligadas a la élite corporativa global, emiten evaluaciones y calificaciones periódicas sobre productos financieros -títulos de valor o bonos de deuda- generados por bancos centrales, bancos privados y corporaciones de gran tamaño.

Las tres principales llevan por nombre Standard and Poor’s (S&P), Fitch Ratings y Moody’s, y tienen como centro de operaciones la plaza financiera de Wall Street en la ciudad de New York.

Las calificaciones que estas tres empresas emiten sirven de guía para que los inversionistas, bancos y empresas del mundo tengan conocimiento sobre qué bonos o títulos de valor son rentables adquirir y cuáles deben ser vendidos o ignorados por representar pérdidas garantizadas. Supuestamente sus parámetros de medición son confiables y no tienen ninguna falla aparente.

Influencian su toma de decisiones.

Zamuro cuidando carne

Pero durante la crisis -mal llamada «hipotecaria»-  de 2008, la cual estremeció las finanzas globales y tiró por los suelos los precios del petróleo, las grandes calificadores de riesgo demostraron justamente todo lo contrario.

Con el boom de las hipotecas y los bonos subprimes, agencias calificadoras de riesgo le dieron la máxima calificación de estabilidad y rentabilidad (AAA) a una amplia gama de bonos emitidos por grandes bancos de inversión privada como Goldman Sachs, Lehman Brothers, JP Morgan, Merryl Lynch, Bank Of America, Citigroup, Wells Fargo, entre otros.

Según S&P, los inversionistas que compraran estos bonos sólo tendrían que preocuparse de qué hacer con tanto dinero. El 15 de septiembre del año 2008, en horas de la tarde, los cientos de miles de inversionistas que confiaron en las calificaciones de esta compañía perdieron todo el dinero invertido, habían comprado «bonos basura» sin respaldo en la economía real. Grandes bancos se fueron directo a la quiebra y fueron comprados por otros mejores relacionados con la Reserva Federal.

Según un informe la OIT en el año 2009, gracias al fraude de las calificadoras de riesgo que derivó en la crisis financiera del año 2008, 20 millones de personas perdieron sus trabajos en todo el mundo. Tres millones de personas perdieron sus viviendas en Estados Unidos según reseñóThe Wall Street Journal. Los precios del petróleo se vinieron abajo y el de los alimentos se disparó, imponiéndole a cientos de países pobres que ahora, por un «error» -como el de la coalición liderada por Estados Unidos bombardeando posiciones del Ejército Sirio en Deir ez Zor- , había menos dinero para comprar comida más cara.

Del centro a Nueva York. La justicia no llega y tarde

No fue una falla o un «error» de cálculo, sino un salto evolutivo en las impensables y sofisticadas estafas que pueden acometer los dueños del planeta y sus gestores. Allí S&P no se diferencia mucho del portugués dueño de una panadería del centro de Caracas, ya que si se invirtieran los papeles, tendríamos a Douglas Paterson -presidente de S&P- haciendo señoritas en vez de canillas para aumentar sus ganancias y al señor Barbosa extorsionando a inversionistas para que compren bonos de empresas quebradas.

Hace tan sólo un año S&P tuvo que pagar una multa de 1.500 millones de dólares a los reguladores estadounidenses por inflar bonos basura de hipotecas riesgosas en 2008. Fitch y Moody’s también enfrentan procesos judiciales ante autoridades estadounidenses por incurrir en delitos similares.

Estamos hablando de compañías procesadas judicialmente por cometer acciones de fraude en cuanto a las calificaciones de productos financieros. No son confiables. O imaginen al brillante señor Barbosa, experto en las artimañas del trigo y las facturas, escuálido hasta la médula, con el poder de calificar como rentable o quebrada a la principal industria del Estado venezolano y del país, aún gobernado por el chavismo.

Qué tan objetiva puede ser la confianza si está mediado por eso.

El canje de Pdvsa. S&P y Fitch Ratings al ataque (otra vez)

El pasado 16 de septiembre Pdvsa dio inicio al proceso de canje de bonos con vencimiento en abril de 2017 y noviembre de 2017, por un bono nuevo con vencimiento en el año 2020. Esta propuesta de desplazar los pagos de deuda externa por el orden de los 7.100 millones de dólares persigue el objetivo de mejorar las finanzas de la empresa y del país, permitiendo elevar el flujo de importaciones para impactar positivamente en el abastecimiento y precios de productos de primera necesidad de alto consumo nacional. Según el economista opositor Asdrúbal Oliveros, de ser exitoso el canje, Pdvsa podría disponer de aproximandamente 4 mil millones de dólares frescos para relizar inversiones y aumentar el flujo de importaciones de bienes básicos.

S&P y Fitch Ratings, apenas cuatro días antes de que Pdvsa publicara su propuesta calificó los bonos de Pdvsa con las notas CC y CCC, lo cual supuestamente coloca la capacidad de pago de la empresa en situación dedefault -en caso de ser exitoso el canje- y en «posibilidad real de moratoria», aun cuando todos los compromisos internacionales de la República y la petrolera estatal se han honrado sin falta. No se «equivocan» por ignorantes o despistados: luego de la calificación de S&P los precios de los bonos de Pdvsa cayeron en su precio. Desde hace dos años estas calificadoras vienen reduciendo la calificación crediticia de la deuda venezolana, con el fin de que llegado un momento tan decisivo como este se pueda instrumentar políticamente un expediente construido a base de manipulaciones económicas.

La calificación de riesgo, a su vez que es un instrumento para el fraude corporativo, también es un dispositivo de guerra financiera contra Venezuela, utilizado en simultáneo contra Argentina en su momento, Rusia y China en la actualidad, para restarle credibilidad a su entorno macroeconómico, obstaculizar el flujo de capitales y generar un cerco financiero que potencie los efectos de la crisis global en el hueso de las poblaciones.

La falseada inminencia con la que de años para acá S&P, Fitch y Moody’s anuncian el default, en este punto inicial de la propuesta de canje, tiene como objetivo influenciar la toma de decisiones de los tenedores de bonos para evitar el éxito de la operación y que por esa vía la situación económica venezolana y la vida de la población siga precarizándose, contribuyendo así a un mayor aislamiento de Pdvsa que le impida realizar reestructuraciones de deuda a futuro, tal cual sucedió en Argentina.

Esta maniobra, que se suma a la manipulación del riesgo-país y la campaña de desprestigio internacional contra la economía venezolana encabezada por The New York Times, forma parte de una estrategia de bloqueo financiero ejecutada por sectores del capital privado transnacional, distinto a los tradicionales bloqueos financieros de las principales potencias globales contra países como Cuba, Siria, Zimbabwe y Nicaragua. Las corporaciones y sus gestores hacen por mérito propio lo que tendría para Washington enormes costos políticos y diplomáticos. «El mercado» es el velo más efectivo para encubrir las razones políticas de fondo de dicha maniobra contra el país.

La propuesta de canje de bonos de Pdvsa ahora se ubica en el centro del conflicto económico y financiero contra Venezuela, dado su carácter sensible para los intentos de estabilizar medianamente la economía en el corto y mediano plazo. Esta maniobra de guerra financiera de carácter privado no es otra cosa que la continuidad en la política de la élite corporativa para para asfixiar a Venezuela financieramente.

Las mismas calificadores de riesgo que dijeron que los bonos basura hipotecarios en Estados Unidos no tenían ningún tipo de riesgo, estafa que derivó en la hecatombe del sistema financiero internacional, son las mismas que afirman que el bono de canje de Pdvsa (que nunca ha dejado de pagarse) no deben ser adquiridos.

La historia demuestra que confiar en estas empresas criminales no es buen negocio.

La calificación es política y expone claramente lo que verdaderamente desea la élite financiera en el corto plazo: que usted y el país siga jodido.

Misión Verdad

 

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