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7.Dic.2013 / 05:59 pm / Haga un comentario

Foto: AVN

Anangeel Terán nunca dudó de Hugo Chávez, ni en los momentos más difíciles, como aquella trágica noche del 11 de abril 2002, la del cruento golpe de Estado perpetrado por la derecha venezolana.

«Esa ha sido mi mayor lealtad con él, no dudar ni un instante de él, ni siquiera en los momentos más difíciles, como en las terribles horas del golpe de Estado», aseveró esta mujer de 40 años, a propósito del Día de la Lealtad y el Amor al comandante Hugo Chávez y su legado, que se recuerda este 8 de diciembre, fecha en la que dio su último discurso frente al país.

Anangeel Tania Terán Barco recordó el dolor que sintió en su pecho aquella noche del 11 de abril de 2002 cuando su madre, militante de izquierda desde la Lucha Armada de los años 60 en Venezuela, le dijo: «Chávez nos traicionó».

Ante esa sentencia, ella se paró firme ante su madre, subió la cabeza, la miró a los ojos y le dijo: «¡Chávez jamás nos traicionaría!». Horas más tarde sería divulgada la carta que el líder bolivariano escribió de puño y letra con el mensaje: «Yo, Hugo Chávez Frías, venezolano, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, declaro: No he renunciado al poder legítimo que el pueblo venezolano me dio. ¡¡Para siempre!! Hugo Chávez Frías».

 

Un avión, una estrella, un mensaje

Esa noche del 11 de abril, Anangeel discutió con su madre. Estaban sentadas en la acera del frente de su casa del sector Pata e´ Palo de Barquisimeto. Al lado de las dos mujeres estaba el marido de Anangeel, escuchando atentamente.

Anangeel, madre de cuatro hijos, relató que sólo pedía a su esposo Jesús que apareciera «una señal de lo que debo hacer ahora». El paso de un avión que salió entre la oscuridad del cielo y las montañas del norte de Barquisimeto funcionó como mensaje para sus ansias.

Junto al avión, de lo más alto del cielo, los tres vieron pasar una especie de estrella fugaz. «Para mí eso era un mensaje», comenta Anangeel, quien recuerda que se levantó y dijo: «Me voy a la calle».

Salió a buscar a sus compañeros del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200) y unas cuadras más adelante de su hogar vio a un grupo de fascistas que golpeaba la reja de la casa de una vecina, identificada públicamente con la Revolución. Los grupos de derecha intentaban entrar a la vivienda de la mujer para agredirla.

Ella agarró una cabilla lanzó un grito para impedir que los fascistas irrumpieran en la casa de su vecina y logró dispersarlos.

Anangeel continuó su camino a casa de sus amigos y todos se dirigieron al centro de Barquisimeto. A partir de esa noche se consolidó un espacio en la carrera 19 con esquina de la calle 25, bautizado como la Esquina Caliente, al frente de la antigua sede de la gobernación de Lara en Barquisimeto.

Aún hoy, la Esquina Caliente es un espacio de vigilia a favor de la causa de Hugo Chávez y del destino político del país. Anangeel es una de las fundadoras de este espacio, junto con decenas de hombres y mujeres de la causa revolucionaria.

 

Muchedumbre olorosa a zafra de naranjas

Anangeel es poeta. Una poeta inédita. Tiene en los archivos de su casa al menos cuatro libros, pero ninguno ha sido publicado aún. Ella ha escrito varios poemas a Hugo Chávez y a la causa patriótica.

El día que partió físicamente Chávez, Anangeel dice que «sintió una tristeza que se desparramaba en el pecho como un ancho mar».

Semanas más tarde, después de haber estado en la multitudinaria despedida al líder bolivariano, escribió un poema llamado Muchedumbre, que dice: «Muchedumbre olorosa a zafra de naranjas y melao é caña/ Muchedumbre con dolor de amor en el pecho/ Muchedumbre con el ardor del sol en la piel/ Muchedumbre con olor a sudor y lágrimas/ Muchedumbre sintiendo el dolor de tu partida/ Y yo allí… ¡entre la muchedumbre!»

Para Anangel, su lealtad tiene ahora el olor zafra de naranjas y melao é caña, una fragancia que se desprendía de las largas filas que durante días se vieron en la ciudad capital, donde la gente compartía -entre otros alimentos- sacos de esa fruta cítrica y jugo de caña para luchar contra el calor y sortear las horas de espera para rendir honor al Comandante en la Academia Militar. Un tributo que ahora ella ofrenda, día a día, con su fervor revolucionario.

 

 

AVN

 

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