Opinión / Noticias / Earle Herrera
El mundo derrotó la pandemia y suspendió la cuarentena.
Eufórico, salí a la calle y me dirigí al centro a compartir. Le fui a regalar
un soneto a la poeta Gabriela Mistral y me dijo: “póngalo sobre esa mesa, ¿lo desinfectó?”.
Iba a darle un beso a la cariñosa Rita Hayworth
y me atajó con la mano como un fiscal de tránsito: “De lejito, de lejito”.
Nuestro jefe sindical, Francisco Torrealba, me dejó con la mano tendida, como un pliego
conflictivo rechazado. Los que venían en sentido contrario se apartaban dos
metros a mi paso y yo hacía otro tanto, por lo que toda la ciudad
parecía bailar un tango trasnochado.
Rendido, regresé a casa y me encuarentené de nuevo,
atrapado en este sueño sin salida.
earlejh@hotmail.com
Caracas
Correo del Orinoco