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Por Eduardo Piñate R
La victoria del MAS con la fórmula Evo Morales-Alvaro García Linera, como presidente y vicepresidente respectivamente del Estado Plurinacional de Bolivia el pasado 20 de octubre, tiene una gran significación, una gran importancia para el devenir futuro de nuestro continente por varias razones.
En primer lugar, es una victoria en toda la línea, con más de 10 % -es decir, más de 600 mil votos- de ventaja por sobre su más cercano contendor, que además le dio la mayoría absoluta en la cámara de diputados y en el Senado. Las alharacas de la derecha fascista boliviana y sus corifeos en la OEA, no pueden ocultar esta contundente realidad. En segundo lugar, porque esa victoria coincide con un incremento de la movilización, que implican levantamientos -en algunos casos como Ecuador, verdaderas insurrecciones- populares en Chile, Ecuador, Haití, Colombia y Honduras, entre otros, contra las políticas neoliberales impuestas por el imperialismo y los gobiernos de derecha de esos países, que sin duda alguna se ven fortalecidas por la victoria en Bolivia. En tercer lugar, porque refuerza las posibilidades de victoria de la fórmula Fernández-Kirchtner en Argentina y del Frente Amplio en Uruguay en las elecciones que ya se habrán producido cuando se publique este artículo, y, en cuarto lugar, ratifica la justeza de la política revolucionaria, de la resistencia antiimperialista de las revoluciones, bolivariana, cubana y sandinista.
En Nuestra América resistimos y avanzamos, la victoria de Evo, las movilizaciones antineoliberales y antiimperialistas, con el ejemplo de dignidad y coraje de nuestros pueblos, evidencian un nuevo despertar de la conciencia y el inicio de una nueva oleada revolucionaria en el continente, como lo dijo hace más de un año nuestro presidente Nicolás Maduro. Seguimos venciendo.
Caracas octubre de 2019