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24.Ene.2021 / 09:23 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

Alfredo Carquez Saavedra

Un factor común en el surgimiento de organizaciones políticas, movimientos y/o expresiones del fascismo es el miedo enraizado en sectores de clases pudientes y medias y hasta desposeídas de una sociedad. El temor, muchas veces infundado e intencionalmente alimentado, a perder sus propiedades, la tranquilidad, es decir la paz, y hasta la vida, se convierte en un disparador de conductas extremas que entonces terminan por justificar cualquier salida de fuerza que busque acabar con los fantasmas que originan ese terror antes mencionado.

Y ese clima de terrible incertidumbre es alimentado de manera consciente y metódica por la extrema derecha. Esta persigue, con ansias incontenibles, la ruptura del marco constitucional, con la complicidad o tibieza oportunista de esa otra derecha que hace vida en el sistema institucional establecido, constituida en partidos políticos, insertada en organizaciones religiosas, en medios de comunicación, en fundaciones u organizaciones no gubernamentales y hasta en sectores de las fuerzas armadas o policiales.

Ejemplos históricos los hay a montones. Así pasó en Chile con la trágica caída del presidente Salvador de Allende (1973) y la toma del poder por la Junta Militar encabezada por el general Augusto Pinochet, con el consabido apoyo de Estados Unidos y la complicidad de la Democracia Cristiana y el sector empresarial. También sucedió en Italia con la llegada al poder de Benito Mussolini (1922); en Alemania con la ascensión de Adolfo Hitler (1933) y en España con Francisco Franco luego de una cruenta guerra civil que aún muestra sus profundas heridas en la sociedad ibérica.

Pero además del miedo el fascismo se alimenta de la tibieza, la debilidad y la impunidad que en un momento determinado muestre el Estado frente a sus acciones y expresiones. A ese monstruo hay que atajarlo a tiempo porque si no, una vez instalado en el cuerpo social y peor aún en instancias de gobierno, no muestra reparo alguno para mostrar su sed de sangre y destrucción en favor de la injusticia, la desigualdad, el racismo y exclusión social.

Como dice Diosdado Cabello en El Mazo: El que entendió, entendió.

alfredo.carquez@gmail.com

 

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