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Por: Gabriela Molina Galindo
Dicen que aquí nació Bolívar. Y que de lo profundo de este continente dolido, para abrir los surcos de la tierra, nació Chávez, el llanero aquel que pronto le puso otro nombre a la historia y la montó sobre los cuerpos de un pueblo digno.
Hoy vimos a Rosa, abuela y soldado de este ejército de hombres y mujeres de verdad. De padres, madres, amigos, hijos e hijas, amores, camaradas, hermanos. De eso, está hecho este ejército.
Hoy contamos en sus armas guerreras que arrancan el monte con coraje y alegría, cómo se enfrenta una batalla de esas que nos gusta, porque el nombre de Patria y luz del mundo, lo hemos forjado en el carácter indómito de caballos blancos, lanzas coloradas y boinas rojas de cara al Sol.
El gigante de siete leguas dice que nos reventará la tierra y nos hará temblar de frío y dolor. Las arrugas de Pedro frente al Sol de mediodía ardiendo, las manos rotas del muchacho que cuida la tierra y el optimismo de la marcha del poder popular a la trinchera de combate para que nadie nos robe la luz; dicen que no, que este pueblo no tiembla, y que cuando duele es porque está a punto de parir. Que nadie se equivoque.
Aquí nació Bolívar. Y para abrir los surcos de este continente dolido, nació Chávez.
¡Seguimos, en combate por la paz!