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Continúan las contradicciones en el seno del Congreso estadounidense sobre si es conveniente o no el uso de la fuerza militar contra Venezuela.
House foreign affairs committee chairman says U.S. Congress would not support military intervention in #Venezuela
— Reuters Venezuela (@ReutersVzla) 13 de febrero de 2019
Esta vez, el propio presidente del Comité Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Eliot Engel, volvió a reafirmar la postura de otros congresistas del Partido Demócrata, al asegurar que no sería autorizada la intervención militar que pregona la Administración Trump.
La postura de Engel, que complementa otros posicionamientos en contra de la intervención en el Senado, ha tenido un efecto contraproducente en las vocerías políticas que dirigen la agresión contra Venezuela en la Casa Blanca y en el mismo Juan Guaidó, que ahora deberá replantear el tema de la «ayuda humanitaria» lejos de la narrativa de un nuevo «Día D», «ahora sí definitivo», para el 23 de febrero.
Muestra de ese efecto contraproducente, fue la declaración de Elliott Abrams en el Congreso durante su audiencia el día de ayer. El procesado por el famoso caso Irán-Contras, aseguró que es «imposible predecir cuando el gobierno del país puede cambiar». Luego de varias semanas de retórica agresiva y triunfalista, Abrams golpea directamente en las expectativas de una población opositora que cree que el cambio de régimen se dará en cuestión de horas.
Las implicaciones de este relajamiento en la postura de Abrams tiene, a su vez, varias escalas. Al mismo tiempo que expone a Guaidó al ataque de la fanaticada opositora, la cual está convencida de que el derrocamiento de Maduro es inminente, envía una señal confusa a los países europeos y latinoamericanos que han apoyado el golpe de Estado, asumiendo ellos el costo político del que intenta librarse ahora Abrams.
Misión Verdad