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5.Dic.2016 / 07:31 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

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1-El político:

Países como los nuestros, sea Cuba, Venezuela o Argentina, tienen órdenes constitucionales que expresan la correlación de fuerzas a lo interno del país. A Fidel Castro, como a Hugo Chávez, Lula y Kirchner, lo primero que se les puso enfrente como límite fue precisamente esta correlación de fuerzas y su indudable origen de ser a imagen y semejanza de los factores de poder que históricamente explotaron la isla. No basta hacer un listado de las cosas que hizo para revolucionar este orden y que de éste emergiera un nuevo mecanismo de toma de decisiones. Lo que sí es importante resaltar que, sin haberlo cambiado de raíz, ni haber logrado un nuevo mecanismo de toma de decisiones, también constitucional, que expresara el nuevo orden de la isla, difícilmente hubiese tenido margen de maniobra para sortear las recurrentes conspiraciones en su contra. Ninguna revolución, reforma o intento de tomar tus propias decisiones, avanzan sin consolidar una nueva correlación de fuerzas a tu favor ni entrar en conflicto con los factores de poder que se oponen a ello. De Bahía Cochinos al periodo especial, los cubanos y Fidel entendieron que para enfrentar esto había que tener orden a lo interno. El único consenso que sostuvo todo esto justamente fue lo que inició la revolución cubana: el deseo de tomar sus propias decisiones.

2-El internacional:

Como es sabido cualquier destino propio que tomara una isla como Cuba debía ser (y así lo fue) saboteado y boicoteado por las compañías y bancos que tenían intereses en ella. Esto como es ampliamente sabido sucedió a través de Estados Unidos por lo que Fidel rápidamente encontró un límite externo. Para su suerte en la primera parte de la revolución cerca de la mitad del mundo era parte de la esfera socialista global, y pudo compensar este feroz ataque con asociaciones estratégicas con la Unión Soviética y China, entre otros. En ese tiempo, intentó algo en lo que luego Chávez haría escuela: influenciar y desencadenar cambios políticos en la región para fortalecer la posición del continente (y por ende de la isla). No tuvo el éxito esperado y para los 90, el muro cayó y la Unión Soviética se extinguió. Cuba quedó a la deriva a nivel internacional, presionado desde fuera por Estados Unidos, y tuvo que atravesar el peor periodo de la revolución, donde la mayor utopía colectiva fue administrar los insumos y alimentos para sostener la decisión de tomar su propio destino. Se les intentó imponer el hambre y lo sortearon llegando a una nueva época en el año 2000, donde justamente el límite externo se replantea en la isla con una serie de países aliados en el continente que fortalecen su posición. Si suena parecido al contexto actual venezolano es porque su similitud es un calco y copia de nuestro hoy de asedio y boicot.

3-El económico:

Cuando un país no obedece a rajatabla los mandatos de bancos y compañías difícilmente pudiera pensar tener una economía viable sin que esta intente ser saboteada y boicoteada. El límite económico que se le puso enfrente a Fidel hizo de la economía cubana una de guerra y defensa. Contrario a lo que se plantea en los progresismos, un país que tome sus propias decisiones no puede basar su plan económico sólo en el desarrollo como un fin en sí mismo, sino precisamente en construir cierta estabilidad política anclada en la autonomía interna en el marco de la defensa económica. Que si, por ejemplo, te bloquean insumos y maquinarias para tus industrias, armadas para depender de ello, tengas en tu mente cuáles son las fundamentales para construir esa estabilidad. Este es el ejemplo cubano, y es el que se le repite como límite a todos los procesos cuando lentamente desde fuera se les cierra el grifo en sectores de alto impacto para la vida de la gente.

4-El cultural:

Justamente esa estabilidad en la isla no estuvo fundada en la cultura del consumo, ni siquiera en el bienestar como un fin en sí mismo. Ambas que le aparecieron como límite a Fidel cuando fue imposible garantizar el acceso a productos de consumo debido al bloqueo y el bienestar fue restringido por este mismo. Luego sustituidas, en parte, con una cultura que basara la cohesión del pueblo cubano en entender el bienestar como el acceso a la salud, la educación y una alimentación adecuada para todos. Y se terminara de encuadrar con el combustible espiritual de sentirse orgullosos de ser cubanos y revolucionarios. De que vivir y fundarse en su cotidianidad, en su lugar de existencia, fuese un fin. Orgullo que en las dificultades y adversidades hizo que la revolución cubana maniobrase el periodo especial. Así como que tenga en su historia muertos cubanos por liberar África del apartheid sudafricano, movidos por este mismo espíritu revolucionario. Lo mismo que marcó a generaciones enteras y ahora no cala masivamente en los más jóvenes atraídos por la cultura del consumo.

Lo que nos lleva a que ninguno de los primeros tres límites, el político, internacional y económico, son posibles de correr sin una cultura que no se sostenga en el consumo y bienestar realizable en las condiciones de su territorio de origen. Ni que tenga su fundamento en la intuición de sembrarse en éste, pese a todas las dificultades habidas y por haber. Algo tan básico y simple como sustituir el smartphone y la televisión HD con el objetivo de que tu lugar de nacimiento sea algo más que un burdel de los gringos. Y que esta sea la utopía movilizadora de la sociedad para pensarse su propia fórmula para concretar tan anhelado fin.

Un salto a lo desconocido que Fidel magistralmente timoneó durante toda su vida, y deja como legado para las generaciones que le siguen.

Por: Bruno Sgarzini

Misión Verdad

 

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