Opinión / Noticias

4.May.2023 / 04:43 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

La ética es una rama de la filosofía que se enfoca en estudiar la moralidad y los valores que rigen las acciones humanas. En general es una reflexión crítica sobre lo que es correcto o incorrecto, justo o injusto, y cómo las personas deben actuar en diversas situaciones.

La ética tradicional valora los rasgos culturales masculinos con una visión androcéntrica que considera a los hombres superiores en su intelecto, voluntad, jerarquía, dominación, entre otros y da menos valor a los rasgos culturalmente femeninos al considerar a las mujeres, interdependientes, sensibles, corporales, con ausencia de jerarquía, generadora de alegría, paz y vida. El cuidado y las cuestiones morales de la vida privada y las responsabilidades familiares se consideran tradicionalmente cuestiones triviales.

La ética feminista es una perspectiva que se enfoca en el análisis y la crítica de las estructuras de poder y las desigualdades de género que existen en la sociedad.

Esta perspectiva reconoce que las mujeres y otras personas marginadas tienen una experiencia y una perspectiva única sobre la moralidad y la justicia debido a las formas en que han sido oprimidas y excluidas socialmente.

La ética feminista no sólo se enfoca en los derechos de las mujeres, sino que también busca abordar las formas en que la opresión de género se intersecta con otras formas de dominación como el colonialismo, la raza, la clase social, la orientación sexual e identidad de género, entre otras.

Entre las primeras filósofas feministas que aportan al desarrollo de la ética feminista, se tienen a Mary Wollstonecraft, quien, en el siglo XVIII, abrió oportunidades para el intercambio de ideas y avanzar en los derechos de las mujeres y en el siglo XX, a Simone de Beauvoir.

En las décadas 1960 y 1970, surgieron los movimientos feministas que cuestionaron las normas y roles de género tradicionales, y pusieron en el centro de la agenda política y social la lucha por la igualdad de género. En este periodo, surgieron filósofas feministas como Carol Gilligan de origen estadounidense, quien desarrolló la teoría de la ética del cuidado, y Susan Moller Okin de Nueva Zelandia, quien abordó la justicia de género en su obra «Justicia, género y familia».

El feminismo además de ser una crítica a la desigualdad entre hombres y mujeres, es una doctrina reivindicativa de los derechos de las mujeres y un proyecto emancipatorio y civilizatorio para las mujeres. Es una propuesta política fundada en un nuevo tipo de poder y de convivencia humana. En contraposición al patriarcado, que es un modelo básico de poder dominador, excluyente y limitador.

Además, se plantea un contrapoder y una contracultura que lucha por desarrollar una nueva concepción del poder. No se trata de acceder al poder, se trata de cambiar el poder. El feminismo como movimiento y doctrina plantea nuevas utopías, es una visión civilizatoria de una construcción colectiva de largo aliento que implica la necesidad de una ética que le dé coherencia.

La capacidad de transformación del feminismo está relacionada con la crítica cultural, teórica e ideológica, y supone en la práctica nuevos modos de relación humana sin dominación, ni exclusión, que permitan el desenvolvimiento de las capacidades y potencialidades de todas y todos. La lucha contra los roles sexuales y sus consecuencias, es ante todo una lucha ética contra las limitaciones a la potenciación de lo humano.

Según la Profesora Alba Carosio, argentina venezolana, la propuesta del Socialismo del Siglo XXI implica la profundización de la democracia, definida como participación de todas y todos en las decisiones sociales, y también como reestructuración de las relaciones de poder en la vida cotidiana.
El feminismo, como pensamiento y práctica ético política pone en debate los vínculos y expresiones de la dominación en las relaciones de género, y muestran claramente como «lo personal es político» y lo político también es personal, los lazos que se forjan aquí y modelan la sociedad de iguales y la democracia paritaria que aspiramos.

En resumen, la ética feminista es una perspectiva ética crucial para la transformación social y la lucha por la justicia y la igualdad de género en todas las áreas de la vida. Al centrar la atención en las experiencias y perspectivas únicas de las mujeres y otras personas oprimidas y marginadas, la ética feminista nos permite comprender y desafiar las formas en que el patriarcado y otras estructuras de poder afectan nuestras vidas y limitan nuestras posibilidades.

Gisela Jiménez
Coordinadora de Formación de la Vicepresidencia de Mujeres del PSUV

 

Hacer un comentario.




Los comentarios expresados en esta página sólo representan la opinión de las personas que los emiten. Este sitio no se hace responsable por los mismos y se reserva el derecho de publicación. Aquellos comentarios que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto y/o que atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, este sitio se reservará el derecho de su publicación. Recuerde ser breve y conciso en sus planteamientos. Si quiere expresar alguna queja, denuncia, solicitud de ayuda u otro tema de índole general por favor envíe un correo a contacto@psuv.org.ve