Opinión / Noticias

16.Ene.2017 / 08:44 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

Foto: Misión Verdad

Llegó el momento de dejar de disimular el estatuto de jugador Triple A para por fin coronar un puesto indiscutible en el dream team, vivir el sueño de las grandes ligas fundadas por la Coordinadora Democrática. Pero no la hora de seguir disimulando cosas, uno supone que lo suyo no es lo de umpire, por más que nunca dejó de guiñarle a la silla presidencial.

No soy muy beisbolero pero el uso de su argot presenta un rosario de frases felices y eficaces. Ustedes no son los únicos que tienen que esforzarse para venderse dicharacheros mientras todos intentamos hablar juanbimbiao, como para que al menos no sea tan dudoso eso de que la gente como nosotros es pueblo.

Porque existe una línea muy delgada entre la impostura, el simulacro y el disimulo. Y mire que aquí me tiene plagiando (digo yo que) impunemente el estilo de Aníbal Nazoa o el de Cabrujas (ahora que tan de moda que anda), ya que hablamos sobre aquello del disimulo entre el continente de la política criolla y su propio contenido, el de usted, en tanto animal político (yo también tengo mi batería de lugares comunes fusilados a Aristóteles), que fue en ese tiempo y espacio donde se forjó su educación político-sentimental.

Le decía, entonces, que me había tomado la molestia de verlo por la tele aquel extraño 5 de enero, más por esa vocación de uno de engancharse en vainas ociosas y difícilmente recompensantes que por ejercicio profesional.

Que lo trágico no es por los hallazgos que se puedan interceptar (que a eso vamos), sino el considerar todas las horas-culo que se deben emplear para encontrar algo de utilidad dentro de todo ese ruido blanco, que en realidad hable de lo que en realidad quisiera en realidad decir, pero que tiene que disfrazar con ese lenguaje busca-rating con el que usted se ha entrenado desde el programa aquel en los 90. De paso en ese acto fallido de no-directiva de un no-poder legislativo en no-funciones.

Y eso del hallazgo tiene que ver con eso, porque, se lo confieso, diputado, señor su investidura, que dentro de esa nada habitual que suelen ser sus pastorales de chayota, bien sea en intervenciones públicas o en esos artículos (también me tomo la molestia de leerlos por el mismo problema que le comenté más arriba) donde la fraseología exacta, ese «palabra constante» pero no sonrisa tan perfecta (que para eso está su copartidario el alcalde Muchacho que hasta una cuña de lo más fresh ostentando su cero caries ante un panel moderado por don Walter Martínez) con el que intenta transmitir su presunto don de mando; pero el hallazgo, decíamos, de que esta vez, por debajo de esa insoportable fraseología habitual tan suya, tan granierosa, ahora escondió mucho más que lo de costumbre.

Porque ese tono tan en plan abril 2002 con el que fue, digamos que, sustentando el caso para llegar al punto no tan armonioso de vuestra más reciente y mamotrética maniobra de interpretación constitucional, en donde declaró la ausencia del cargo en tanto situación metafísica, puesto a pesar de lo que dijeron que el Presidente sigue ocupando el cargo y la silla presidencial, metafórica y literalmente, como cuando el lenguaje habla de algo que está vivo y no hace falta tratar de ver si Conny Méndez da una versión mejor «sustanciada». El abogado es usted.

Y me imagino que ahora la cosa es peor, puestos ahora a tener que devolverle la papa caliente al jerarca adeco.

Y el asunto es ese, ese giro hiperdemocratista que sólo comparten algunos desconsolados troscos de hacer una mega-elección total no sólo ventiló el tufillo que a veces mana, hediendo, del pipote de la basura histórica (el «juguito que sale de la basura», Ismael García dixit).

Inevitablemente me hizo recordar aquel aciago 11 de abril de 2002, en esa jornada que ahora es «el antes y el después» de nuestra historia reciente, cuando usted, a nombre de su partido y con esos muchachos que han fundado o cambiado de partido como esos adelantados de la colonia fundaban cuanto Panaquire pudieran a su paso, salieron a debutar como los catires de la película, haciendo que los más ambiciocitos, ya alcaldes, quisieran ir por más y meter presos ellos mismos a cuanto gobierno encontraran por ahí mientras andaban en esa de euforia con la que se les vio y recuerda.

Usted sin duda lo recuerda, ya estaba al frente en ese cargo vitalicio que porta en su partido, y renunciaban a sus cargos «con humildad pero con contundencia» (ay mi madre que lo recuerde), mientras la cámara paneaba a un Leopoldo con cara de X-Men que escucha el discurso final del Profesor X y cierra la película con ese orquestón que ni el sistema de orquestas completo. Y me acordé, establecí ese puente, porque mire usted que 15 años después sigue siendo exacta y agobiantemente lo mismo.

Otro hallazgo: usted sin proponérselo está corroborando que la historia no va en línea recta, que en el mejor de los casos o es circular o un complicado remolino, y que por lo tanto las premisas con la que usted centrohumanistamente habla de «progreso» es una mentira. Otra. Seguimos hablando de imposturas, pues. Igual usted simula que avanza, que va palante.

Es el mismo simulacro de salto al vacío, sólo que ahora le hace el coro el muchacho ese de los likilikis trendy donde se asume criollísimo, asumiendo que «lo venezolano» sea un desayuno con pisillo de chigüire pasando el tarugo con carato,

  • o decir algo así como «allá en la pulpería, al lado de ese palo de guácimo» ,
  • o esas degeneraciones preformuladas de bailes a lo Yolanda Moreno donde las bailarinas engañan a su presa con esos movimientos de faldón coloridos casi intimidantes.

Pero los entiendo. Yo para no desconsolarme en mi demostración de criollidad siempre pienso que al final de cada frase que escribo, así sea sobre Siria, una voz grita, reverberante, «¡Arpa maestro!» como si escribiera al lado de una manga de coleo en Cagua en patronales del municipio, y no en el escritorio donde acostumbro.

Pero divago de nuevo, y le recuerdo: es la misma teatralización de ese salto al vacío que ríete de Kierkegaard y ese combo de filósofos y teólogos medio suicidas del siglo XIX. Porque el salto no termina ni siendo metafórico. Ese cielo por asalto que ni te cuento (no se asuste, la frase es de San Agustín, no de Marx, que sencillamente la citó) que no asalta nada.

No de otra manera se entiende esa referencia resbalosísima que hizo ese día al invocar ya no al 23 de enero del 58, sino los días finales del 57 pero con el mismo fin (lo del cuento es lo de menos): conminando civilistamente a un presunto alzamiento popular con soundtrack que terminase con el cuartelazo de rigor, para mayores placeres del monse Diego Padrón. A usted le enseñaron que el trabajo sucio se delega. («¡Arpa maestro!»).

Usted convocó elecciones hasta de la Junta Directiva del coro de Los Tucusitos en su discurso, uno cree que por disimular que alguien decidió que lo mejor era usar la tesis «constituyente» de Diego Arria (dificulto que haya sido la de Roland Denis aunque se parezcan tanto), ese dizque «refundarlo todo».

Ese vacío de todo orden al que se refirió en su alocución primera (el mayestático va por la casa), que fue leído desde su tablet, entonado con el engolamiento que aprendió en la escuela de cuadros de la esquina de Bárcenas; ese tono 1BC del que nunca podrá escapar, a decir nada, o la Nada, que no es lo mismo filosóficamente. El Pravda de ustedes, El Nuevo País, eleva el acto a parteaguas histórico, ayudando pues a entonar una versión grandilocuente a corrientazo limpio.

Pero usted, en realidad (y si resuelven esa cuenta que tienen pendiente con la Sala Constitucional del Tribunal Supremo) está volviendo al podio ese extrañísimo de los tiempos de «Justicia para todos» consagrándose una vez más como el hombre riáliti, el telepolítico, el adaptador que, tutelado por el esfuerzo «desadequizador» (es un decir) de la agenda Granier de por esos años todavía tan Tinocos, de la que usted apenas era un filo, una ficha con aspiraciones de alfil, a teatralizar la política para que en realidad medre y opere todo aquello de los túsabesquienes con el asunto de terminar de cerrar el cerco sobre el país, mientras pretenden seguir haciendo política de árbol caído, porque, de resto, no ha salido muy bien la cosa… ni con Henry tronando desde allá arribota y mandando telegramas por Twitter.

Y he ahí el peligro de ese «más de lo mismo» de ustedes por el cual ahora, en este momento, más de uno ha demostrado que no quiere desbarrancarse por ahí, y prefirieron (Los 007 dixit) «enfrenar» a tiempo. Algunos, no todos. Aunque usted perciba que está en su elemento. Qué vaina que Joaquín Riviera se murió.

Ahora ya andan en una de lanzar la presunta misiva «al mundo» con eso de que Nicolás Maduro ya no es presidente, osea. Que podrá estar en Miraflores, podrá seguir despachando, pero todo eso es mentira, la verdad es esta por arte de magia: el hombre ya no gobierna y el que simula, asegún, es él.

Y para eso se lanzan todas esas tácticas nuevas de «agitprop» con las que del mismo modo que se plantan en Miraflores (el del likiliki tornasol se quedó con una sola letra del «Fuera Maduro» ese) se van a hospitales y hasta se inventan el porqué no fueron, y lo más arrecho es que ya en este punto pareciera que están profundamente convencidos de lo que hacen, que asimilaron la obra que estaban representando y ahora andan por ahí sin separar un yo del otro que interpretaban en tanto políticos, es un decir, redentoristas, portentos de «lo nuevo», los papidandis y las supermamis de la gerencia, y Venezuela, según eso, no es más que una empresa. Los atrapó el personaje que representan en ese teatro.

Creen que afuera los toman en serio, que el juego es ese, su protagonismo y no el perpetuo desgaste de todo lo político, lo que incluye esa credibilidad tuneada de ustedes: los dueños están jugando a otra cosa, y a algunos (que no a Luis Florido, que en ese ordeño nadie le gana y por lo tanto no pierde ni conciencia de sí mismo, platónico), se les metió entre ceja y ceja (no es su caso, porque ahí es en singular), que lo que hacen es verdad, es la verdad, es cierto. Cuando a simple vista no es así. Y daría lástima si no estuviera ya tan cansado de usted.

Es sano que ustedes mismos, también es un decir, se dieran cuenta de que ahora que con su no tan presidente al frente despliegan esa metódica, como batiéndose una de Presidente de la Asamblea en funciones pero como de un virreinato paralelo, entre todos no tan al unísono fabrican su propia línea de ensamblaje de «fake news» (osea) con tono engolado y cada vez más deprimente, y hagan esto sobre todo para que alguien más, «los otros», rematen la chamba.

Y mire que eso no puede terminar bien. Que mientras siga esa película de Stalone en la que se están montando, ustedes en realidad no serán los muchachos que triunfan al final y besan a la chica.

Si fueran serios, y no ese muñequerío de la familia de RCTV atiborrada de Harina Pan y bollo decembrino, sabrían que fuera de esa pulsión, la única tarea consistente, insisto, si fueran serios, sería hacer algo por desactivar el clima que ustedes quieren agónicamente prolongar para ver si ahí sí es verdad que van a menear la realidad, o si se les va a seguir empelotando a plena luz del día. Si fuera serio, diputado, se haría, al menos usted, ese favor.

Pero qué va. Esa molestia está muy claro que sí que no se la va a tomar. Lo suyo en realidad es otra cosa, así crean que con ese tongoneo justifiquen cualquier fin y todo pareciera estar garantizado.

Suerte.

PD: Otra cosa: deje a Juan Germán Roscio en paz, esa versión sin gluten y «civilista» que usted vende del doctor es cualquier otra cosa menos Roscio, como lo hizo en el primer intento de declaración de abandono de cargo en 2016. Si estuviera vivo probablemente ya lo hubiera retado a un duelo, en esa época en la que el doctor Roscio departió la gente se ganaba un tiro en la nalga sin previo aviso y por menos que eso. Los verdaderos hombres de honor son un peligro.

Ya es curioso que no le hubiera jalado los juanetes mientras duerme, o que no le hubiera afeitado el bigote ese que lleva en la frente.

Por: Diego Sequera

Misión Verdad

 

Hacer un comentario.




Los comentarios expresados en esta página sólo representan la opinión de las personas que los emiten. Este sitio no se hace responsable por los mismos y se reserva el derecho de publicación. Aquellos comentarios que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto y/o que atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, este sitio se reservará el derecho de su publicación. Recuerde ser breve y conciso en sus planteamientos. Si quiere expresar alguna queja, denuncia, solicitud de ayuda u otro tema de índole general por favor envíe un correo a contacto@psuv.org.ve