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20.Jul.2015 / 11:02 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

Todo lo que sube, tiene que caer

El capitalismo está fundamentado en la explotación sistemática de recursos energéticos, en la acumulación desbordada de riquezas a partir de la especulación financiera y, lógicamente, en la esclavitud de todos los individuos que habitan en el planeta.

Estas bases materiales que le permiten seguir funcionando ya encontraron el límite: no hay más continentes por descubrir, más oro (y otros recursos minerales) por extraer, más gente a la cual esclavizar. Hagamos una breve autopsia del cadáver.

Tomando en cuenta la producción de oro en el mundo correspondiente al año 2011, los principales países (Rusia, Australia, Estados Unidos, China, Uzbekistán, Canadá, Perú, etc.) líderes en la extracción y venta de este importante mineral para la industria capitalista global, cuando mucho aumentaron su producción en poco más de 3%: cifra que se ha mantenido estable durante la última década. Según Goldman Sachs, el oro del planeta será extraído a totalidad en un período de 20 años.

El mismo panorama de agotamiento sucede en el resto de los recursos energéticos y minerales. Perú, uno de los países con mayores reservas de oro, estaño y zinc del planeta, en tan sólo siete años le será saqueado a totalidad sus minerales.

Los llamados «minerales raros», imprescindibles para producir teléfonos inteligentes y aparatos tecnológicos de última generación, desaparecerán en 15 años, aproximadamente.

El hierro y la bauxita aunque tienen un futuro al parecer un poco más prolongado, la extracción de estos minerales se han vuelto tan costosa que la empresa canadienses Labor Iron Mines, la norteamericana Essex Holding, y la australiana BHP Billiton, han disminuido parcialmente sus operaciones alrededor del mundo apuntando directamente hacia la bancarrota.

Según varios analistas hay petróleo para abastecer la maquila global de consumismo y contaminación durante 35 años más. Luego del 2050, a partir de las reservas probadas (no tan fiables como se exhiben) el suministro de la mencionada (y vital) materia prima caerá drásticamente hasta agotarse finalmente.

Ningún recurso mineral o energético, indispensable para que la rueda del capital siga moviéndose hacia el caos inevitable, escapa del carácter finito de estas prácticas saqueadoras, indetenibles por la ambición capitalista.

Y si no me cree, vea cómo absurdos empresarios gringos ya se están planteando extraer materias primas de asteroides cercanos a la tierra. Lo que parecen olvidar es que la maquinaria necesaria para esa imposible misión se construye a base de los mismos materiales que están por escasear. Que también son necesarios para sacar el petróleo venezolano que emocionados decimos tener para 200 años.

La (absurda) contradicción de la deuda pública y privada de los países poderosos

El Producto Interno Bruto (PIB) de países como Francia, Estados Unidos, Países Bajos, Reino Unido, Bélgica y Portugal, por tan sólo colocar los ejemplos más resaltantes, es superado con creces por la deuda pública y privada contraída a lo largo de siglos de colonialismo y extractivismo salvaje alrededor del mundo. En criollo: estos países deben (mucho) más de lo que producen. Eso es, básicamente, quiebra económica a rajatabla, pues lo que genera el aparato de producción y exportación de los países mencionados no es suficiente para «pagar» lo que «deben».

Pero, ¿a quién le deben? ¿A mí? ¿A ti? ¿A Venezuela y países africanos saqueados hasta la médula? Que la deuda pública y privada supere el PIB expresa un problema endémico, es el cáncer que carcome la economía capitalista.

Cada vez es más costoso para la industria capitalista extraer (por el agotamiento de minas, actividades de exploración, fabricación de maquinaria) y pagar a precios internacionales las materias primas que necesita su sector transformador, la mayoría de ellas fuera de su territorio; cada vez es más difícil maximizar sus ganancias y reducir costos de producción; cada vez es más cuesta arriba exportar mercancías baratas, aquellas que sólo podrán ser adquiridas por los (minoritarios) sectores acomodados de los países periféricos, situación que arroja rendimientos mínimos; cada vez es más difícil competir y acumular las grandiosas tasas de ganancia de los años 70 cuando casi la mitad de las personas en el mundo viven en condiciones de extrema miseria; cada vez es menos rentable sostener la macroproducción (transgénica) dentro y fuera del país en el rubro alimentario, debido a la altísima dependencia hacia las materias primas necesarias para elaborar químicos y venenos: sostén del monocultivo y los biocombustibles.

Empresas (norteamericanas y europeas) quebradas

Como vemos en la siguiente infografía, las principales empresas norteamericanas han sufrido violentas caídas en el primer trimestre del año 2015, debido principalmente a los factores descritos en los párrafos anteriores. La economía alemana (la más importante de Europa) también se encuentra quebrada, extrapolando su situación al resto de semicolonias (España, Grecia, Francia, Italia, Portugal, Bélgica, etc.) que forman parte de la Unión Europea.

La conclusión de lo presentado en la infografía tiene debajo una explicación sencilla. Primero, ya Estados Unidos y Europa no tienen la capacidad de explotar (y pagar el precio) de más recursos minerales/energéticos para reducir el costo de los productos y por ende maximizar las ganancias a partir de la especulación financiera.

Segundo, ya no tienen a quién venderle tantos carros, computadoras, champú, toallitas, jabón y cualquier otra mercancía cargada de cosmopolitismo. Que la Exxon Mobil necesite seguir ocupando aguas territoriales venezolanas para saquear petróleo y gas, evidencia el panorama gris que pesa sobre el poder económico estadounidense, reflejado en pérdidas por el orden del 21%.

La abundancia y el saqueo alcanzó niveles tan absurdos, que no hay más consumidores a los cuales venderles lo que hay en depósitos y containers. Quiebra.

El Estado Islámico y el alarmismo mediático por el ébola forman parte de una estrategia planificada para darle terapia de shock al cadáver, obligando por la vía del miedo y de la muerte que países hagan efectivo la especulativa devolución de lo invertido, de lo perdido, de lo saqueado, del crimen perpetrado.

¿Brics, resurrección fallida o la aceleración del caos?

Los Brics irrumpen en el caótico tablero económico mundial con un fin claro y directo: competir ferozmente y restarle espacios de influencia a los países desarrollados de occidente.

Los países que integran esta alianza del llamado «capitalismo emergente» conforman el 42% de la población mundial, una importante fracción del PIB mundial (más del 14%) y cuantiosos recursos estratégicos para el desarrollo de la economía capitalista global.

Las bases de funcionamiento siguen siendo exactamente las mismas: saqueo profundo, aumento progresivo del irreparable daño ambiental, reducción de costos de producción (a saber, explotación laboral sistemática) y maximización de las ganancias y la especulación financiera. La parálisis que sufren los países desarrollados (y quebrados) abre una oportunidad soñada para que estos países completen, gracias al endeudamiento controlado de sus economías, la tarea que ya no puede cumplir Estados Unidos y Europa: explorar minas y extraer los recursos energéticos y minerales que quedan, transformarlos con infraestructura industrial propia, reducir costos y luego exportarlos a un precio altamente competitivo con un enclave financiero atractivo.

La reciente caída en la bolsa de valores de China por concepto de 3,9 billones de dólares refleja que la enloquecida mecánica de insuflar ganancias está presente en las monopólicas profondidades del 1% globlal. Hoy por hoy, no más de 10 familias, son las que dominan (concentrando el 95% del crecimiento económico), a través del poderío militar y financiero de Estados Unidos, casi la totalidad del planeta; los Brics insurgen (capitalistamente) contra ese proyecto de dominación queriendo imponer el suyo, que al final es el mismo en forma y fondo.

Parte de la estrategia para concretar este objetivo se encuentra simbolizada en la acelerada venta de Bonos del Tesoro estadounidense por parte del sistema financiero ruso y chino, abriendo la posibilidad de desprenderse de la deslocalización económica norteamericana y europea, primer paso para hacer sudar las insufladas expectativas financieras y preparar el ataque hacia la inundación de bienes y servicios en cada rinción del planeta sin los resquemores de recibir papel basura (dólares o pagarés del tesoro) a cambio de la exportación masiva de mercancías.

El mayor acreedor de la deuda externa estadounidense es China, por ende, uno de los objetivos del Banco de Desarrollo y Fondos de Reservas del Brics, es precisamente configurar un sistema financiero parcialmente autonomizado para deshacerse de las transacciones en dólar, erigiendo un poderoso circuito comercial, productivo y tecnológico que limite la hegemonía económica del adversario, que está básicamente fundamentado en la ocupación militar.

Sin duda alguna, este impulso económico tendrá consecuencia en el aumento exponencial de la población económicamente activa de estos países, lo cual tiene implicaciones en la configuración de un mercado de consumidores mucho más elevado que restará la dependencia y la preponderancia tecnológica de las economías occidentales.

A diferencia de Estados Unidos y Europa, los Brics tienen poblaciones a las cuales todavía venderle zapatos, cepillos de diente, toallitas, carne, champú, carros y computadoras a precios más bajos.

Además se suman las políticas de estímulo fiscal que prevén disparar los niveles de consumo con el propósito de arrebatarle un gigantesco pedazo de planeta, de minas, de mares y de tierras cultivables a las transnacionales que se muestran quebradas en la infografía de arriba.

Ese nivel de consumo y producción que se plantea disparar tiene un tope que fue alcanzado hace años aunque se plantee acelerar el saqueo, y cualquier resurrección parcial del zombi por más esplendorosa que sea en apariencia (más computadoras y más teléfonos celulares), tiene sus días contados. No existen recursos minerales y energéticos para que la gran mayoría de la población mundial tenga carros, apartamentos, decenas de zapatos, computadoras y aparatos inteligentes de última generación. El planeta no lo soporta materialmente, los datos acá suministrados demuestran con claridad dicha premisa.

Por tal motivo las guerras ofrecen un nuevo estímulo para reconstruir lo que está quebrado, para reducir poblaciones (sobrante), para reiniciar la maquinita de hacer billetes, para reactivar el saqueo y hacer más eficiente (y, en apariencia, controlable) la distribución una nueva etapa de acumulación, producción extensiva, bonche y disfrute del botín. Es el cadáver visitado a los tres días por Lázaro, «el señor de la guerra»: su resucitador de cada 100 años.

Nosotros en medio de la pugna

En medio de la guerra (económica, política, internacional y financiera) contra la Revolución Bolivariana, la firma de acuerdos de inversión en temas petroleros, industriales y tecnológicos, desprovistos de la égida del austericidio mundial, nos beneficia en términos políticos, pues impide que los planes de sabotaje económico internacional llevado a cabo por Estados Unidos tengan un efecto mucho más violento del que ya ha tenido, como por ejemplo, la caída de los precios internacionales del petróleo mediante el fracking.

Los países Brics plantean mecanografiar y sellar en su propio lenguaje, territorio y hasta donde lleguen los containers, la vigorosa preponderancia económica y política que están recabando a nivel mundial hoy en día. Pero para hacerlo, tendrán que actuar similar a Estados Unidos y Europa, y ese atrevimiento, más aún entre los poderosos, necesita de enfrentamientos bélicos para sostenerse, al final del día son posiciones de fuerza e intereses geoestratégicos y no posturas ideológicas.

Mientras tanto las ambiciones culturales que todos nosotros llevamos instaladas en el cerebro, incapaces de ser satisfechas por un planeta de recursos limitados, nos coloca también en una prueba de fuego: o le seguimos dando respiración boca a boca a un cadáver que ya exhala larvas por la jeta o nos dedicamos a pensar un planeta que viva, coma, se relacione y exista sin necesidad de saquear, contaminar y defenestrar todo lo que nos rodea.

Y la oportunidad de pensar esa posibilidad, está aquí, en Venezuela, hoy.

Misión Verdad

 

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