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Brasil superó esta semana los 18 millones de contagios de coronavirus, en medio de un repunte de casos de la COVID-19 en el gigante suramericano, que está gobernado por un Presidente ultraderechista que calificó la pandemia como una simple “gripeziña” (pequeña gripe).

El Consejo Nacional de Secretarías de Salud de Brasil, reportó 87.822 casos y 2.131 decesos por coronavirus en un solo día, reseñó TeleSUR.

En 18 estados se mantiene más del 80 por ciento la ocupación UCI (Cuidados Intensivos) para víctimas de la COVID-19 de acuerdo a la Fundación Oswaldo Cruz de ese país.

Con estas nuevas cifras, Brasil acumula 18.243.483 casos confirmados y 509.282 fallecidos desde que se registró el primer caso de coronavirus en febrero de 2020, bajo el Gobierno que representa las políticas del modelo neoliberal de la corriente de derecha mundial.

“En caso de que fuera contaminado por el virus, no me tendría que preocupar, nada sentiría, o sería, cuando mucho, de una gripezinha ou resfriadinho”, dijo Bolsonaro, al comienzo de la pandemia en Brasil, en marzo de 2020.

Dos días después, pronosticaría que el coronavirus no afectaría a nadie en Brasil: “El brasileño no se contagia de nada, el brasileño tiene que ser estudiado, el tipo sale saltando ahí en cloacas y no le pasa nada”.

Un genocidio en Suramérica

La falta de atención social y económica a la población brasileña por parte de Bolsonaro, ha sido criticada por todos los sectores sociales, empresariales y políticos de la nación, al punto que ha sido denunciado ante la Corte Penal Internacional de La Haya (CPI) por delitos de Lesa Humanidad.

El expresidente Lula da Silva ha considerado esta conducta como un genocidio, que se ha llevado la vida de más de medio millón de brasileños y contando.

Mientras diversos sectores empresariales y profesionales, como la Organización de Abogados, han catalogado a Bolsonaro como el fundador de la “República da Morte” durante esta pandemia en Brasil

Un pequeño y peligroso Trump suramericano

Jair Bolsonaro denigró del uso de tapabocas, siempre exigió no realizar cuarentenas ni medidas preventivas ante el coronavirus y sostiene que la economía está por encima de la salud pública, expresándose con desdén por las víctimas de la COVID-19.

“El virus llegó” y “en breve pasará”, manifestó el líder de la ultraderecha brasileña. “La vida debe seguir, los empleos tienen que ser mantenidos y el ingreso de las familias tiene que ser preservado”, expuso en diversas oportunidades.

“No hay por qué cerrar escuelas, cuando en el mundo los más afectados por la pandemia son las personas mayores de 60 años”, justificaba, emulando incluso la conducta del entonces presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Donald Trump.

El desempeño de Bolsonaro ha ocasionado que los brasileños salgan a las calles a protestar: negó la pandemia, promovió el consumo de medicamentos no aprobados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para curar la “gripesiña” (como llamó al coronavirus), rechazó las cuarentenas, el aislamiento social y hasta promovió manifestaciones sin tapabocas frente a los hospitales.

Como remate, cuatro Ministros de Salud han renunciado por su incapacidad para manejar la crisis. Y la Cámara de Diputados de Brasil ha recibido 62 solicitudes de juicio político contra Bolsonaro, la mayoría por su gestión de la pandemia.

Brasil de Bolsonaro amenaza a Venezuela

Como socio de EE.UU., el Gobierno de Bolsonaro nunca sufrió ni sufre los daños de bloqueos, agresiones económicas ni persecución financiera por parte de ese país, y mientras dejaba desamparada a la población brasileña en materia socio económica y sanitaria, se enfocaba en atacar a la República Bolivariana de Venezuela.

La falta de gestión responsable por parte de Bolsonaro, así como de otros Gobiernos de países vecinos, se ha convertido en una amenaza a la región y especialmente para la salud pública venezolana, receptora de migrantes que retornan por la falta absoluta de atención social en Brasil, Colombia, Chile, Perú y otras naciones.

En lo que respecta al Gobierno brasileño, fingió además una supuesta cooperación mediante “ayuda humanitaria” en las fronteras, que resultó ser una falsa bandera en el intento de invasión en 2020, entre otras actividades ilegales.

Para mayor tragedia, en diciembre de 2020 emergió en la ciudad de Manaos, capital del estado de Amazonas, una variante del coronavirus, bautizada como la “P1”, pero solo fue identificada como tal en enero, en Japón, en unos viajantes que volvían de aquella región del norte de Brasil.

Esta variante también fue detectada en varios países de América del Sur, contagiando a las poblaciones de Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, Perú y Venezuela.

Solidaridad Socialista y Bolivariana

Venezuela, bloqueada y asediada por el hegemón imperial norteamericano, ha garantizado el acceso de las vacunas y la atención gratuita al pueblo venezolano y a las colonias extranjeras que viven en su suelo.

A tal punto que a comienzos de año, el Gobierno Bolivariano donó cilindros de oxígeno a la ciudad brasileña de Manaos, para ayudar a combatir el colapso hospitalario y sanitario por la pandemia de la COVID-19 ante la inacción gubernamental en el país vecino.

“A esta hora llegan a la ciudad de Manaos, Brasil, los primeros camiones – cilindros con el oxígeno enviado por el presidente Nicolás Maduro para atender la crisis sanitaria ocasionada por la pandemia de la COVID-19”, fue el mensaje que escribió en esa oportunidad el Canciller venezolano, a través de su cuenta @jaarreaza.

La política Bolivariana de atención frente a la pandemia, el socialismo como modelo político en contraposición con el que existe en Brasil, pone en balanza el modelo neoliberal de Bolsonaro quien está al servicio del imperialismo, que no es un país bloqueado, ni perseguido por EE.UU. pero no ha apoyado una política sanitaria en beneficio de su pueblo.

Aunque en los últimos días ha dicho que la pandemia “es una realidad”, ha insistido que ya se debe “dejar de llorar” por los muertos, porque “la vida es así”, recuerdan medios internacionales.

Brasil se convirtió en uno de los epicentros globales de la pandemia, el segundo con más muertes del mundo, y el tercero con más contagios. En el 2020 fue de los peores para la economía, con una contracción cercana al 4,5 % y el desempleo disparado, y Bolsonaro busca desesperadamente alianzas para su futuro político, pues aspira a ser reelegido en 2022.

VTV

 

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