Opinión / Noticias / Roberto Malaver

18.Nov.2019 / 11:13 am / Haga un comentario

Los miembros caídos de la oposición venezolana el sábado 16 de noviembre, ante la convocatoria de su líder el autoproclamado, no sabían qué hacer, adónde ir, a quién llamar, todos preguntaban ¿qué viene después de este día 16? Y nadie contestaba, solo Guaidó sabía que venía el 17 y el 18.

La mañana del sábado 16 de noviembre, Ramos Allup estaba tomándose un café porque pasó la noche en vela, pendiente de lo que iba a pasar ese día, porque según le habían dicho, “a lo mejor llegamos a Miraflores y nos quedamos allí gobernando”. Mientras le pasaba un pañuelo a  la armadura falsa que compró en Toledo, España, como original, sintió que le estaba repicando el celular en el bolsillo, lo tomó y vio que era Stalin González  y contestó:

– Coño, Stalin, te he dicho que no me llames por aquí, que me mandes la paloma mensajera que te regalé para que me traiga los mensajes. Tú no ves que estos carajos nos tienen a todos grabados.

– Qué paloma, mensajera, ni qué nada. Te llamo porque parece que lo de hoy es otro fracaso anunciado. La gente me tiene loco preguntándome que a dónde vamos, y yo no sé qué carajo decirles.

– Diles que esperen a Guanipa.

– Guanipa dijo que esperaran que llegara Guaidó a Altamira.

– Entonces nos jodimos.

Ramos Allup cortó y se guardó el teléfono en el bolsillo y pensó:

-Qué diría Rómulo si me viera a estas alturas en una marcha apoyando a Guaidó?. Seguro que se moriría de la risa. “Qué bajo has caído Ramitos?”- Seguro que me hubiese dicho.

Siguió limpiando la armadura y al momento le volvió a repicar el teléfono. Vio que era Ismael García y dejó que repicara hasta que se cansara.

-Si este carajo está aquí para marchar entonces nos volvimos a joder – Se dijo para sí.

Caminó por la sala Rómulo Betancourt y prendió la televisión para ver qué decían. Solo vio que en el canal ocho estaba Chávez hablando y se dijo:

-Yo saqué a este hombre de Miraflores y lo volvieron a llevar. Y pensaba sacarlo hoy del canal ocho y como que no voy a poder.

Y, mientras veía con admiración el afiche tamaño natural de Rómulo Betancourt, sintió que nuevamente le estaba repicando el teléfono en el bolsillo, lo tomó y vio que era Richard  Blanco, contestó y le dijo:

– ¿Qué pasa, Richard, te viniste de Colombia para la marcha?.

– Qué marcha, ni un carajo, aquí estoy en Bogotá gozando una bola, porque no fue la gente para esa marcha, eso le pasa a Guaidó por no atenderme las llamadas. Te llamo para que se lo digas.

– Aló. Aló-. Se cortó esta vaina.

Ramos Allup estaba escuchando, pero se hizo el loco para no cortar violentamente a Blanco. Y volvió a meter en su bolsillo el celular último modelo que le trajo de Estados Unidos su cuñado en el último vuelo que hizo a Miami.

Mientras caminaba por el gran Salón Rómulo Betancourt, Ramos Allup meditaba:

-Es que también escogimos al peor. Un carajo que dice las vainas que este hombre dice no sirve ni para lechuguino. Ha cometido todos los errores, y más, de todos los que se pueden cometer.

Y así, a medida que meditaba, parecía que le estaba hablando al afiche de Rómulo. La señora Críspula Salazar, que estaba llegando de la cocina en ese momento para llevarle un café, se detuvo y esperó que terminara de hablar, y después le preguntó:

-¿Está hablando con el jefe Rómulo, Señor, Henry?

-Estás loca, Crispula, todavía no he llegado a eso, pero ya estoy a punto. Dame ese café para ver si aguantó lo de hoy.

– Señor Henry, ¿me puede contestar una pregunta? – dijo Críspula.

– Depende Críspula.,  no me vayas a preguntar cuándo llega la caja de Clap ni esas vainas que tú preguntas. Dime ¿cuál es la pregunta?

– ¿Qué viene después del 16?

Y Ramos Allup volvió la cara hacia el afiche de Rómulo, dio media vuelta y  cayó postrado sobre el sillón Luis XVII, que estaba al lado del afiche tamaño natural de Rómulo Betancourt.

@robertomalaver

 

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