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4.Jun.2016 / 08:04 am / Haga un comentario

Antonio José de Sucre

Prensa PSUV.- Hoy se cumplen 186 años de uno de los magnicidios más infames y desventurados de la historia de la independencia hispanoamericana; el asesinato del mariscal Antonio José de Sucre. Fue un gran político, estadista y militar venezolano, prócer de la independencia americana.

Su gallardía en el campo de batalla fue notable en su gran camino hacia la independencia, comenzando por la liberación de Ecuador tras el triunfo en la batalla de Pichincha que finalizó en mayo de 1822 consolidando la independencia de la Gran Colombia.

Este mártir independentista fundó la actual República de Bolivia y redactó la Constitución, que en su momento era conocida como la más liberal del mundo. En 1828 a raíz de motines y presiones del Perú, el Mariscal Sucre regresa a Ecuador.

El Abel de América ocupó cargos como presidente de Bolivia (1825-1828), presidente de Perú (1823), General en Jefe del Ejército de la Gran Colombia y Comandante del Ejército del Sur.

Fue asesinado de un disparo en las montañas de Berruecos (actual Colombia) el 4 de junio de 1830. Los restos mortales del Mariscal Sucre fueron llevados a Quito por su esposa, la marquesa de Solanda, y mantenidos en secreto en el Palacio de El Deán, una propiedad familiarubicada en el Valle de los Chillos, en las afueras de Quito. En 1832 y cumpliendo la voluntad de Sucre, que deseaba ser enterrado en la capital ecuatoriana, son depositados en secreto en el Convento del Carmen Bajo. En 1900, durante la presidencia del general Eloy Alfaro, fueron llevados a laCatedral Metropolitana de Quito, donde ocupa una capilla.

El 4 de junio de 1830, día viernes, muy temprano por la mañana, Antonio José de Sucre toma el camino de su cita final. En el sendero estrecho a Cabuyal, en las montañas de Berruecos, cuatro asesinos contactados por José María Obando lo esperaban. Ellos eran: Apolinar Morillo, venezolano, Andrés Rodríguez y Juan Cruz, peruanos, y Juan Gregorio Rodríguez, de Tolima, Colombia. Cuando pasa la comitiva, una voz grita: «¡General Sucre!». El joven General voltea y en el acto suenan los disparos. Sólo pudo oírsele decir: «¡Ay balazo!». Y cayó muerto el novel General cumanés, víctima de las intrigas y las ambiciones de las más rancias oligarquías del continente.

Al conocer la noticia, Bolívar, lleno de dolor, exclama: «Se ha derramado, Dios excelso, la sangre del inocente Abel… “La bala que mató a Sucre mató a Colombia y acabó con mi vida”.

Agregó el Libertador: “Como soldado fuiste la victoria, como magistrado la justicia, como vencedor la clemencia y como amigo la lealtad”, para inmortalizar su nombre y honrar su memoria en la posteridad.

El asesinato de Sucre fue como una “Crónica de una muerte anunciada”, ya que el mismo fue planificado y ejecutado con alevosía, ensañamiento, ventaja y premeditación, allí permaneció su cadáver por más de 24 horas hasta que los pobladores de las localidades cercanas le dieran cristiana sepultura. Si el mariscal se hubiese ido por Buenaventura, allí lo esperaba el general Pedro Murgueitio para darle muerte; si optaba por la vía de Panamá lo acechaba el general Tomás Herrera, y desde Neiva lo vigilaba el general José Hilario López.

Sucre, es uno de los venezolanos más transcendentales que entró en las páginas de nuestra historia por amor a la libertad, a la Patria y a su pueblo. También por su probidad, desprendimiento, ecuanimidad y justicia en el cumplimiento de sus deberes como hombre y como soldado de un ejército que se echó el miedo a las espaldas para romper las cadenas que oprimían a nuestra sociedad.

Los que ayer asesinaron a Sucre y a Bolívar, son las mismas oligarquías aristocráticas que hoy conspiran contra nuestras revoluciones. Derrotar estas viejas oligarquías, hoy hechas mafias es una de las principales tareas de los Bolivarianos de quienes honramos la memoria de este Gran Mariscal de libertades con el compromiso de vencer en la lucha por la emancipación con la segunda y definitiva independencia.

Silvestre Montilla

 

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