Opinión / Noticias / Clodovaldo Hernández

19.Ene.2017 / 12:41 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

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EL NUEVO PRESIDENTE DE LA ASAMBLEA NACIONAL LLEVA YA UN CUARTO DE SIGLO COMO FIGURA PÚBLICA, DESDE QUE DEBUTÓ EN ROL DE JUEZ DE PLEITOS REALES O INVENTADOS EN UN PROGRAMA DE TV. HA PROTAGONIZADO EPISODIOS PINTORESCOS, COMO EL DE LOS COCHINITOS EN EL HEMICICLO, Y OTROS MUCHO MÁS SERIOS, COMO SU DECLARACIÓN PREVIA AL GOLPE DE ESTADO DE ABRIL DE 2002. SU GRAN PROBLEMA, SEGÚN UN PSIQUIATRA QUE LO ANALIZÓ A FONDO, ES QUE NO HA LOGRADO EXPLICARLE AL PAÍS CUÁL ES LA UTILIDAD DE ALGUIEN COMO ÉL EN LA VENEZUELA ACTUAL

¿Qué pito toca Julio Borges en la política venezolana? Es una pregunta interesante, ahora que se ha convertido en el sucesor de Henry Ramos Allup en la presidencia de la Asamblea Nacional. Por una de esas ironías de la vida, el día que Borges asumió ese cargo acababa de fallecer el psiquiatra y periodista Roberto De Vries, autor de un exhaustivo perfil psicológico-político del dirigente de Primero Justicia. El retrato escrito de Borges hecho por De Vries adquirió así un significado especial, un tanto cabalístico, podría decirse, y giró en torno a la pregunta, aunque expresada de un modo más refinado. El psiquiatra caracterizó el discurso de Borges como analítico y sereno, pero carente de alegría, portador de un mensaje ideológico conservador, individualista y dogmático.

Sonará como una altisonante ironía, pero De Vries, antes de morir, desahució políticamente a Borges, al escribir que “tiene un elemento de gran debilidad, a nuestro entender, en que no explica en forma clara cuál es la utilidad de su personalidad pública en la Venezuela actual”. En otras palabras, pues, no ha logrado decirle al país qué pito toca.

Otras semblanzas, difundidas por los medios de comunicación opositores, fueron mucho más benévolas. Lo presentaron como un gran líder, un mártir frecuentemente apaleado por chavistas furibundos y como un político comedido, paciente y racional. La agencia de noticias AFP, por ejemplo, consultó al politólogo Luis Salamanca, quien subrayó justamente el rasgo de la racionalidad, característica que podría ayudar a un enfriamiento del conflicto entre poderes.

Al ahondar en su historia personal, las aproximaciones biográficas recalan en el detalle de que debutó en el escenario público con el programa de televisión Justicia para todos, en el que fungía de juez en pleitos reales o inventados entre gente común. Eso ocurrió en RCTV, razón por la cual durante mucho tiempo se le consideró una figura creada en laboratorio por Marcel Granier para lograr su siempre acariciada meta de ostentar el poder sin la mediación de políticos tradicionales. Por casualidad o por sincronía, el programa comenzó a transmitirse en 1992, el año en que todo cambió.

Borges era entonces un típico joven del este de Caracas. Tenía 22 años de edad y estaba apenas egresando de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello. Luego completaría su formación académica con un postgrado en Filosofía Política y Social en Boston College, y otro en Políticas Públicas y Estudios de América Latina en Oxford.

A finales de la década de los 90, mientras la IV República se caía a pedazos, fundó una asociación civil llamada Primero Justicia. En esa iniciativa lo acompañaron sus amigos Gerardo Blyde y Leopoldo López. Este último, a través de su madre, Leonor Mendoza de López, consiguió “los reales”. En ese tiempo, tanto la señora Leonor como su hijo trabajaban en Petróleos de Venezuela y lograron que la empresa estatal girara una generosa contribución para el arranque del proyecto. No es que la familia López Mendoza necesitara “una ayuda”, pero así era como se hacían las cosas en el reinado de la meritocracia.

En 2011, en una entrevista para el diario Ciudad CCS, tuve la oportunidad de preguntarle a Borges si aquellos cheques de Pdvsa eran una especie de pecado original que perseguiría a Primero Justicia por siempre. Me respondió: “No lo veo como un pecado. Es una realidad de cuando éramos una organización no gubernamental y nos sentimos orgullosos del trabajo que hicimos. No se puede manipular ese episodio, mezclándolo con la realidad política de hoy”.

Borges aseguró en esa ocasión que cuando fundaron la asociación civil no tenían en mente convertirla luego en partido, y que decidieron hacerlo en 1999, a raíz del proceso constituyente convocado por el presidente Hugo Chávez.

El asunto del pago de Pdvsa fue el motivo de uno de los varios “incidentes violentos” que ha protagonizado Borges en su carrera política, en los que la prensa de la derecha siempre lo presenta como el agredido. En aquella ocasión, el diputado trepó hasta lo alto del presídium y manoteó en la cara al presidente de la AN, Fernando Soto Rojas, un señor de la tercera edad. Reclamaba derecho a réplica ante una denuncia de Diosdado Cabello sobre la famosa “ayuda”.

Desde entonces, los incidentes violentos han sido como su marca de fábrica. En abril de 2013 apareció en la pantalla de Globovisión con varios hematomas y manchas de sangre en el rostro, luego de una confusa trifulca en la que intervinieron parlamentarios y también, según se denunció, personas extrañas a la institución. En 2016 Borges terminó hospitalizado, luego de ser golpeado en las inmediaciones del Consejo Nacional Electoral en una protesta referida al referendo presidencial. Gente malévola aprovechó la convalecencia de Borges en una clínica para trolearlo sin piedad. Utilizaron para ello una fotografía en la que aparece Henrique Capriles Radonski, muy sonreído, posando con las enfermeras mientras el lesionado, con cara de molestia, parecía decir: “¡Hey, se supone que hoy el centro de atención iba a ser yo!”.

Aparte de servir de pera de boxeo, Borges también ha interpretado el rol estelar en otros episodios cargados de efectismo. Por ejemplo: en la legislatura 2000-2005 fue el encargado de meter unos cerditos al hemiciclo, una muy mediática protesta contra la designación de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Luego no pasó mayor cosa, pues, al parecer, no tenían nada en mente para darle continuidad a su idea de soltar los cochinos. “En mi criterio, Borges es un tipo que después de matar al tigre, le teme al cuero”, expresó el reportero Eligio Rojas, quien luego de cubrir la Constituyente y la primera AN, pasó a lidiar con la delincuencia común, pues se convirtió en reportero de Sucesos.

EL ASUNTO DEL PAGO DE PDVSA FUE EL MOTIVO DE UNO DE LOS VARIOS “INCIDENTES VIOLENTOS” QUE HA PROTAGONIZADO BORGES EN SU CARRERA POLÍTICA, EN LOS QUE LA PRENSA DE LA DERECHA SIEMPRE LO PRESENTA COMO EL AGREDIDO


El periodista nos contó una anécdota que ayuda a conocer al personaje: “La colega Luisana Colomine y yo nos la pasábamos de curul en curul, viendo los libros y documentos que dejaban los diputados. Un día estábamos en la curul de Borges, quien tenía varios libros del Opus Dei. En eso nos sorprendió Ramón José Medina, y yo, para picarle adelante, le pregunté: ‘¿Qué te parecen las lecturas de Borges?’. Hizo un gesto de desprecio y dijo: ‘Ese es el Caldera de los nuevos tiempos’”.

Más allá de los episodios pintorescos, durante ese primer período como parlamentario Borges destacó —muy en serio— en los intensos días de abril de 2002, al aparecer públicamente solicitando la renuncia del presidente Chávez y de todos los demás poderes públicos, en lo que pareció ser el preludio del decreto de tierra arrasada del efímero dictador Pedro Carmona Estanga. Para quien tenga dudas de que el guión del golpe de Estado era manejado por toda la oposición, el video de la declaración de Primero Justicia es un documento clave.

A pesar de esas evidencias, en todo momento Borges ha tratado de salvarse del apelativo de golpista. En la entrevista ya referida con Ciudad CCS, en 2011, aseguró que “siempre he sido contrario al radicalismo por principio y porque políticamente es un grandísimo error. Todas las jugadas que lideró el radicalismo culminaron en un fracaso total y aún no terminamos de pagar esas facturas: llámese abril, plaza Altamira o paro, fueron errores enormes”. No obstante, en febrero de 2015, cuando fue descubierto un supuesto intento de asonada militar (el “Golpe Azul”, le llamaron), los militares de rangos altos y medios involucrados en el plan habrían mencionado a Borges como aliado civil. Hasta donde se sabe, la participación del dirigente de PJ no fue comprobada, pues no se le ha acusado formalmente en el juicio de este caso, que está a punto de finalizar.

A pesar de las derrotas sufridas por la oposición en sus intentos de 2002 y en el referendo de 2004, Borges (apodado “Manolito” por su parecido con el personaje de Mafalda) era uno de los diputados opositores con mayor oportunidad de ser reelecto, pero no lo fue por la decisión tomada por la coalición opositora de no participar en los comicios con el propósito de deslegitimar a la AN. Para las elecciones presidenciales de 2006, se lanzó como precandidato y hasta presentó un programa de gobierno, pero a la larga terminó declinando a favor de la opción unitaria de Manuel Rosales.

Para 2012 ya no estuvo entre los aspirantes, sino que fue uno de los impulsores de la opción de Capriles Radonski. Interrogado sobre su retiro de la contienda presidencial, dijo (en 2011) que estaba “fuera del mercado”.

Hoy, a los 47 años, ha llegado al cargo de mayor poder que ostenta la oposición en este tiempo. Le toca reemplazar a un viejo zorro deslenguado. Es su oportunidad para, volviendo al texto póstumo del psiquiatra De Vries, tratar de explicarle al país para qué sirve Julio Borges.

 

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