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20.Jul.2016 / 09:56 am / Haga un comentario

Imagen: Misión Verdad

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El corredor de María Ángela

La tarde en que la canciller colombiana María Ángela Holguín apuntó con tono de oráculo que no dejaría que los «venezolanos pasaran hambre» no habló únicamente como diplomática, e incluso como dama de la oligarquía con cualidades mánticas. La elegante representante colombiana dio la seña de arranque para activar un nuevo capítulo del expediente de crisis humanitaria sobre Venezuela, ya no únicamente con la población venezolana como centro de ataque sino implicando al país vecino y, aun más grave, dando pie a un posible incidente diplomático que termine de activar la maquinaria siniestra de la diplomacia continental que intenta asfixiar a Venezuela. Al final del paso a Cúcuta nos espera la Carta de Almagro.

Las imágenes han dado la vuelta al mundo. Mujeres vestidas de blanco cruzan el puente que las llevará, desde Venezuela, al paraíso artificial de la especulación y el narco-bachaquerismo colombiano. Poco importa si en la ciudad norsantanderina los precios de los productos de primera necesidad sean aún más aterradores que en el mercado negro venezolano. Tampoco saldrá en las tapas de los diarios que bombardean el mundo con falsos positivos, esperando que pronto nos bombardeen a nosotros, que el paso por el citado puente ha transcurrido sin incidentes.

Lo que ya adelantan los medios internacionales es que en Cúcuta se reporta la venta de un kilogramo por persona por desabastecimiento de algunos productos debido –así explican los comerciantes locales- al paro de camioneros en la ciudad. Por otra parte el Gobernador del Norte de Santander advierte que sólo tendrán capacidad de vender a los venezolanos hasta el martes, y fuentes en el área reportan que ya la mayoría de venezolanos retornan sin haber adquirido ningún producto. Cúcuta, la tierra prometida del consumismo por la canciller Holguín, va camino a la crisis humanitaria.

Al final del arcoíris, Almagro espera por nosotros

Repasemos conceptos. En su definición más básica, una crisis humanitaria es una situación de emergencia en la que la capacidad de asistencia local ante esta última la rebasa, necesitando así apoyo de otras instancias internacionales para atender la emergencia.

Este subterfugio de intervención internacional forma parte del repertorio de los elementos de campaña política y propaganda de guerra para enrarecer la imagen, condicionar a la población local y apuntar hacia la perturbación de toda estabilidad de cualquier país.

La crisis humanitaria como recurso mediático y como instrumento de tecnología política también es un recurso de la guerra híbrida y va de la mano de operadores en lo político que sostienen e instalan la matriz. En el marco general, contribuye al debilitamiento de una nación indispensable para exponerlo en un territorio vulnerable.

Pensemos un escenario. ¿Qué sucedería si las autoridades colombianas declaran el Norte de Santander, y Cúcuta en específico, como zona en crisis humanitaria? ¿No les parece oportunidad perfecta para reactivar la desinflada iniciativa de la Carta Democrática Interamericana? Y peor aún, con un país vecino implicado en el medio.

Las últimas matrices de opinión pública reflejan que este escenario avanza sobre el tema fronterizo venezolano. Los últimos titulares, al igual que el primero agenciado ya hace unas semanas por Holguín, destacan el término Hambre como una siniestra sub-matriz. Hambre + Crisis Humanitaria + Prensa Internacional = Almagro.

A diferencia de la frontera, un umbral es un punto de tránsito entre una región y otra que sólo se determina por aproximación. Es decir, requiere de un enorme ingrediente perceptual y de interpretación. Es un concepto sujeto a la valoración de nuestros sentidos. Y en el caso venezolano, nuestros sentidos han sido ostensiblemente deteriorados por una guerra mediática sin descanso ni cuartel. ¿Notamos entonces que al abrir el Puente Simón Bolívar del Táchira cruzamos el umbral al que con sus elegantes maneras nos invitó la señora Holguín?

Por: Jesús Ernesto Parra

Misión Verdad

 

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