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Foto: Referencial
Este martes se aprobó en la Asamblea Nacional el proyecto de Ley de Archivos Nacionales en primera discusión. La misma cuenta con 13 artículos y una disposición derogatoria.
La diputada a la Asamblea Nacional Oriana Osio, destacó que este instrumento legal tiene por objeto la adecuación del trabajo del archivo a los cambios tecnológicos requeridos en la actualidad y el archivo de documentos públicos y privados.
«Este proyecto buscar que los archivos sean accesibles a nuestro pueblo y busca incrementar los servicios de la gestión pública. En este sentido se concederá al archivo general de la nación el control», dijo.
Destacó que se propone que el ministerio de la cultura este adscrito al proyecto y asi los archivos y documentos históricos pasarían a estar a la orden del Estado, fomentando mayor organización y disposición de los documentos históricos.
Estos documentos deben ser preservados y organizados a través de un índice legislativo. Además se crearía un sistema nacional de archivo.
Finalmente la parlamentaria impulsa los principios de simplificación de trámites.
Sustentar la historia
Finalmente, el Diputado Bruno Gallo, dijo que este proyecto de ley busca poner orden en los archivos nacionales y contó tres anécdotas del pasado siglo, para sustentar su aprobación.
“Con esto quiero decir que los archivos históricos deben ser públicos, sin importar si reposan bajo responsabilidad de un privado o un burócrata. La importancia es que sea público”, argumentó.
Relató que la primera anécdota era cuando fue estudiante de historia en la UCV. Debía realizar un trabajo académico en el Archivo General y el primer requisito para el trámite en la entidad, era “pedir permiso a un secretario general de Acción Democrática (AD)”·
La segunda anécdota fue sobre un historiador, exdiputado, que trabajaba en un ente privado pero conservaba documentos históricos y produjo sus tesis de grado con esos archivos de la nación. El sujeto fue imputado por plagio.
Y el tercer recuerdo fue sobre un exministro, que no identificó, quien luego de leer algunas cartas entre El Libertador Simón Bolívar y Manuelita Sáez, “le parecieron impúdicas y las mandó a quemar”.
“Cuando la opinión de un burócrata conlleva a que la historia sea incinerada, eso indica que el Estado con seriedad, equilibrio y sentido de la historia no partidaria, tiene que poner orden en los archivos históricos nacionales y eso implica disposición a ordenar (…) hay que votar este proyecto por unanimidad”, finalizó.
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