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15.Feb.2016 / 10:28 am / Haga un comentario

Foto: Archivo

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A 31 años de su desaparición física, el 16 de febrero de 1985, personas de todas las generaciones viven a Alí Primera a través de su pensamiento, su ejemplo de lucha y de su música,  de esas canciones que forman parte de nuestras raíces, atesorando ese digno legado que dejó para convertirse en historia viva, en cotidianidad y en el sentir de la venezolanidad de los revolucionarios hijos de Bolívar y Chávez.

Quienes tuvieron la dicha de conocer a Alí, quienes pudieron disfrutar su presencia y compartir su vida, hoy le recuerdan como si fuese ayer que estaban conversando juntos, compartiendo un café, estrechando la mano en un sentido saludo, debatiendo de política y de justicia, creando, cantando y combatiendo desde sus trincheras.

Jimmy López, periodista de profesión y quien tuvo la fortuna de conocer a Alí Primera, rememora su lado humano.  Con sentimiento, narra algunas vivencias con el cantor del pueblo, que marcaron para siempre su vida y la de su familia.

Recuerda que cuando tenía 13 años de edad escuchó por primera vez una canción de Alí Primera, a pesar de no tener dónde escuchar los discos de Alí, reunía dinero para comprarlos y escucharlos los domingos cuando visitaba a una tía que tenía un tocadiscos.

Para el día de las madres del año 1979, Jimmy López caminaba junto a su madre por la Plaza Miranda de Caracas, cuando Alí les pasó por un lado y él le comentó a su mamá, “ese que va allí es Alí Primera el de los discos que escucho donde mi tía, mi mamá me dijo vamos a apurarnos para conocerlo”.

Aquel día Jimmy corrió hasta alcanzarlo y le dijo: “Alí mi mamá te quiere conocer, con un cariño como si nos conociera desde siempre saludo a mi mamá con un beso y le echó la bendición por ser el día de las madres, conversamos un rato y le mencioné que yo militaba en La Vega, que estaba estudiando periodismo y desde allí nos mantuvimos en contacto”.

Relata que continuó con sus estudios, con la militancia y que trabajaba para un periódico ejerciendo la carrera aunque no se había graduado. Cuando cursaba el quinto semestre de la universidad se quedó sin empleo.

López cuenta que eran momentos muy difíciles que pasó varios meses desempleado, “cuando me conseguí a Alí por el centro y nos saludamos, me preguntó en qué periódico estaba trabajando y yo no hallaba que responderle, y él me dijo estás desempleado, estás sin trabajo. Sacó un billete de 100 bolívares y yo no los quería recibir, pero Alí insistió diciéndome: ‘toma que tú estás pelando’, ese día llegué a la casa con un mercado enorme y le conté a mi mamá que fue Alí, eso para nosotros fue muy significativo, mi mamá siempre estuvo muy agradecida”, expresa Jimmy con un profundo sentir.

“Alí era una persona que tenía por norte la esperanza, tenía una profunda fe en el pueblo, yo siempre lo vi como un ser humano gigantesco, todavía lo sigo viendo, sigue siendo mi guía, 31 años después de su siembra aún sigo aprendiendo de Alí, en los ojos del pueblo, en las palabras del pueblo. Alí es el ser más noble que he conocido en mi vida, solamente comparable con Hugo Chávez, en cuanto a nobleza y calidad humana”, resalta en conversación telefónica.

Jimmy manifiesta su dicha por haber conocido a Alí Primera, por haber compartido su pensamiento, su vida y su legado al que considera que sigue trascendiendo en el tiempo.

Deja un mensaje a la juventud venezolana para que continúen fortaleciendo el legado de Alí Primera, para que trascienda su lucha y su canto a las nuevas generaciones, al tiempo que agradece haber formado parte de su vida.

“Agradezco su ejemplo como padre, hermano, amigo, maestro, como guía y todo lo que nos dejó, forma parte del pueblo en cada uno de los pasos y batallas que se libran cada día. Su canto cobra más vigencia en los venezolanos y por ello debemos continuar con su ejemplo desde los niños y niñas en las escuelas, los jóvenes, seguir su combate permanente, porque Alí está con nosotros, sólo cambió de paisaje”.

“Era un ser agradable, risueño y llorón”

Y justamente a 31 años de su siembra, sus amigos y fieles combatientes sienten a Alí más vivo que nunca, porque Emerio Matos Méndez, amigo, compañero de cantos y de sueños de izquierda de Alí Primera, también coincide en que “Alí sólo cambió de paisaje”.

Matos Méndez recuerda gratos momentos vividos con Alí y otros amigos en el sector El Valle en Caracas, quienes compartieron innumerables vivencias llenas de canto y camaradería.

“Hubo algo que siempre amé de Alí, y era su forma de conversar, esa voz bajita, suave, cariñosa y agradable, completamente diferente al vozarrón que emergía cuando entonaba sus canciones, nosotros conversábamos mucho y en esa confianza hablábamos de los problemas de la revolución, de las contracciones que existían en la izquierda”, reflexiona.

“Era un ser agradable, risueño y llorón”, así lo recuerda Emerio, quien con voz nostálgica describe a Alí como un hombre con una sensibilidad muy intensa, a quien le afectaba el problema de la pobreza y la miseria que vivía la gente en aquel momento.

“A Alí se le salían las lágrimas y lloraba cuando sentía el dolor de la gente, cuando nos encontrábamos con las limitaciones propias de la izquierda de la época y a él le provocaban un profundo pesar ese tipo de cosas, el pesar de Alí tenía una característica, su pesar siempre fue combativo, lo inspiraban a cantar, un pesar que le alentaba a la resistencia a ser irreductible, el legado de Alí es esa condición de irreductibilidad, era un hombre irreductible ante la lucha y de cualquier situación generaba esperanza”, destaca.

Explica que en la naturaleza del ser de Alí Primera, se encontraba una característica a la que denomina un “halo de trascendencia”.

“Quienes lo conocimos y entendíamos su compromiso revolucionario sentíamos esa energía que él transmitía, él era trascendente en muchas cosas, en conversaciones que teníamos su palabra era profecía, eran palabras conectadas hacia el tiempo, ese halo de trascendencia hacia el futuro, hacia esa dimensión humana donde el hombre se eterniza en una lucha revolucionaria y Alí tenía esa particularidad”.

Emerio describe a Alí como un hombre cuya condición mestiza tenía esos arquetipos del guerrero, del combativo, del hombre que no necesitaba un fusil en las manos para ser un soldado, “en sus canciones siempre habían cosas que aumentaban su capacidad de trascendencia y de mañana, su posibilidad para que su voz hiciera lo que está pasando ahora donde su voz sigue viva”.

Recuerda que durante el funeral de Alí Primera, entró un soldado a saludar y despedirse del cantor del pueblo y para el momento sólo era una persona que quería darle su adiós, pero años más tarde pudieron saber quién era ese personaje anónimo.

“Por el patio de la casa de Alí, entró un militar que se acercó al féretro, saludó, miró a Alí y se despidió sin más, años después nos dimos cuenta que era el Comandante Chávez, un hombre que también como Alí estaba comprometido con la Revolución y con el pueblo, dos hombres trascendentes con el fuego en la mirada”.

Asegura que los sueños de “Chávez y Alí se están materializando en esta Revolución que está cargada de espiritualidad y amor”.

Emerio envía un mensaje a las y los venezolanos para que en medio del compromiso con la Revolución Bolivariana continúe el legado de Alí Primera, para que las nuevas generaciones conozcan “su infinito amor por el pueblo”, amor que le retribuye ese mismo pueblo, porque Alí como los gigantes de nuestra Patria no mueren, sólo cambian de paisaje.

Hoy Venezuela

 

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