Noticias

7.Sep.2016 / 11:07 am / Haga un comentario

Ezequiel Zamora

Foto: Archivo

Prensa PSUV.- Ezequiel Zamora, pequeño comerciante de Villa de Cura y candidato liberal objetado en los comicios de junio de 1846, se alzó en armas contra la oligarquía un 7 de septiembre de 1846. La consigna con la que arengó a quienes se decidieron a seguirlo resumía con cruda precisión la realidad del país: ¡Tierras y hombres libres! Aquellas palabras no eran una promesa, sino el llamado a recuperar, a riesgo de la propia vida, una serie de derechos sin los cuales las personas veían su existencia reducida a la esclavitud y la indigencia.

Dos día después, Zamora se encontraría con José Francisco “El indio” Rangel, líder de una multitud de campesinas y campesinos declarados en rebeldía. Estaba en marcha lo que “acertadamente Federico Brito Figueroa llamó insurrección campesina y antiesclavista”, señala el historiador Manuel Carrero.

Traición y despojo 

El fin de la Guerra de Independencia fue el preludio de una larga lucha entre factores de poder que se disputaban el control de la economía y el Estado, y en la que el pueblo fue relegado a la condición de soldadera obligada. Uno de los episodios que agudizó las tensiones fue la Ley de Libertad de Contratos de 1834, que estableció, entre otras medidas el remate de los bienes de quienes no pudieran afrontar sus deudas, la ejecución inmediata de garantías y la aplicación de intereses de usura.

Los efectos fueron catastróficos: muchos comerciantes, artesanos y hacendados se arruinaron y vieron pasar sus bienes a manos de terratenientes aliados del gran capital nacional y extranjero. Otros recargaron las jornadas de trabajo servil y esclavizado en los predios que poseían. Mucha de ella gente que sobre su espalda llevaba la carga de las circunstancias eran soldados y oficiales menores que nunca recibieron los beneficios de la Ley de repartos, que ordenaba la distribución de tierras entre quienes combatieron por la Independencia.

Así las cosas, Venezuela se había convertido en un extenso territorio en el que no había un palmo de tierra útil o un remanso que no tuviera dueño. Y la gente también estaba literalmente bajo dominio de los propietarios: los que no estaban esclavizados, trabajaban como siervos feudales y los que se creían libres estaban encadenados por sus deudas.

En ese contexto, Páez y los hermanos Monagas eran los mayores terratenientes, próceres devenidos en despojadores de una República traicionada.

La oposición liberal 

En esa Venezuela esclava y feudal, nacieron simultáneamente el partido liberal y el semanario El Venezolano, dirigido por Antonio Leocadio Guzmán, que agitarían notablemente el clima político. “Páez era el jefe de los godos, quienes formaron parte del partido conservador, y Guzmán era el jefe de los liberales. El Venezolano se convirtió en vocero de las penurias que soportaban los pequeños productores, pulperos, campesinos, peones, gente del común, que por esa vía se fue enterando de los juegos políticos”, explica Manuel Carrero, quien agrega que “el debate político se fue extendiendo a otros periódicos en poblaciones centrales del país y cada vez fueron más los adeptos al recién creado partido liberal”.

Hay testimonios, algunos recogidos por el escritor enrique Bernardo Núñez, de que El Venezolano -en un país de analfabetas- era leído en voz alta en pueblos aldeas y caminos. Llegó el momento, incluso, en que al menos 20 periódicos contraatacaban al periódico de Guzmán, al tiempo que varios pasquines y volantes daban municiones al bando liberal. Zamora estaba por figurar en las páginas de esa historia.

El caso Zamora 

Manuel Carrero destaca que Ezequiel Zamora, pequeño comerciante establecido en Villa de Cura, “encontró eco con su prédica política entre las gentes humildes, y comenzó a destacarse como vocero de los liberales. Esto significó que los liberales vieron crecer el partido rápidamente, en esa zona, por lo que se agrandó el prestigio de Guzmán y su propia figura se vio realzada”. En vista de ello, el joven ganadero y pulpero, admirador de Bolívar, “se postuló las elecciones de 1846, como elector por el Cantón de la Villa, pero fue objetado y se inició un pleito que abarcó columnas en la prensa nacional”.

El caso de Zamora despertó gran interés no sólo por el reconocimiento que ya tenía, sino porque en todo el país reinaba el sentamiento de que la oligarquía había consumado un fraude contra el pueblo. Lo cierto es que “la polémica aumentó más el renombre de Zamora como un líder regional y figura del liberalismo”.

En medio de esa circunstancia, ocurrió algo que llevaría a Zamora a actuar más allá de su caso particular de candidato proscrito, comenta Carrero: “En casi todo el país era grave el problema del latifundio y la pugna liberales-conservadores, y estos trataron de resolver el conflicto mediante una entrevista de los dos jefes: Páez y Guzmán”.

La entrevista fracasó –acota el historiador– “y de inmediato Zamora agrupó a su gente. Y el 7 de septiembre de 1846 se declaró en guerra contra los godos bajo el grito de ¡Tierras y hombres libres!, Horror a la oligarquía”.

Sin Opción de victoria 

Manuel Carrero no duda en afirmar que el movimiento de Zamora no tenía posibilidad de triunfar: “en ese primer alzamiento no habían condiciones (para concretar un victoria), porque los conservadores controlaban los factores de poder, y los liberales en verdad no estaban convencidos de una lucha social que reivindicara los derechos de las masas explotadas”.

La observación de Carrero revela el verdadero signo de la lucha en ese momento: “Las masas se sumaron a los liberales anhelantes de justicia, pero los liberales en su mayoría eran propietarios, sólo que eran objeto de presiones por los godos comerciantes y grandes terratenientes, quienes aún conservaban algunos resabios del tiempo de la Colonia, por eso se les llamó, con más precisión, conservadores”.

Sin embrago el primer levantamiento de Zamora “le granjeó respeto; fue reconocido como un auténtico jefe, y se ganó el título de General del Pueblo Soberano. Tuvo entre sus filas a otros jefes locales como El Indio Francisco José Rangel, Zoilo Medrano y José de Jesús González, quienes eran campesinos que sufrían y veían las condiciones injustas en que vivían quienes nada tenían, y cómo eran explotados en las haciendas”.

Zomora fue capturado y encarcelado en marzo de 1847. Lo condenaron a muerte en Villa de Cura, “porque la Constitución de 1830 contemplaba la pena de muerte, pero se les escapó de prisión y después fue indultado por el general Monagas”, apunta el historiador.

 

Hacer un comentario.




Los comentarios expresados en esta página sólo representan la opinión de las personas que los emiten. Este sitio no se hace responsable por los mismos y se reserva el derecho de publicación. Aquellos comentarios que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto y/o que atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, este sitio se reservará el derecho de su publicación. Recuerde ser breve y conciso en sus planteamientos. Si quiere expresar alguna queja, denuncia, solicitud de ayuda u otro tema de índole general por favor envíe un correo a contacto@psuv.org.ve