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18.May.2016 / 09:07 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

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Tic-tac, tic-tac, tic-tac. Así debe sonar en Colombia el reloj que dice cuánto le queda de petróleo al vecino más cercano a Venezuela. Al cierre de 2014, las cifras oficiales de la Agencia Nacional de Hidrocarburos indican que serán seis años y cinco meses de autosuficiencia petrolera, y cada día es mucho menos.

Con respecto al año anterior, 2013, las reservas bajaron de 2 mil 445 millones de barriles a 2 mil 308 millones, lo que equivale a un descenso del 5,6%.

En contraste, la vecina y «hermana» Venezuela tiene petróleo para más de 100 años: son 299 mil 953 millones de barriles que con toda certeza están esperando por ser extraídos del subsuelo. Eso es 100 veces más de lo que tiene Colombia, y aunque la producción venezolana se mantiene, la disponibilidad aumenta cada día. Entre 2013 y 2014 las reservas probadas se incrementaron en 0,5%.

Adicionalmente, la capacidad de refinación de Colombia, que sólo cuenta con dos complejos, uno en Barrancabermeja y otro en Cartagena, no supera los 300 mil barriles diarios, frente a una producción que se mantiene muy cerca de un millón de barriles. Por lo tanto el grueso del crudo debe ser exportado para su procesamiento, lo que se traduce en un déficit crónico de combustibles y derivados para el mercado local.

Las opciones de desarrollo de Colombia

Al igual que el resto de América Latina, Colombia formó parte de los procesos de neoliberalización radical que fueron impulsados a fines de los años 80 y a principios de los años 90.

Esos procesos, ocurridos en el contexto del impulso del libre comercio desde los EEUU, el desmontaje y la privatización del Estado y el colapso del modelo llamado «socialismo real» en los países de Europa oriental y de la Unión Soviética, contaron en el continente con operadores políticos como Carlos Menem en Argentina, Carlos Andrés Pérez en Venezuela y César Gaviria en Colombia.

Si bien durante la década de 1990 las tres naciones mantuvieron, con variaciones, las políticas de privatización y apertura comercial, resultó ser Colombia la que no logró construir alternativas políticas que confrontaran la lógica neoliberal global. Venezuela primero, con Hugo Chávez, y Argentina, con Néstor Kichnner, le rompieron el modelo al capital transnacional.

Colombia optó por políticas agresivas de privatizaciones, incluyendo salud, educación y seguridad, y especialmente apertura comercial. Esto permitió llevar las exportaciones de unos 7 mil millones de dólares en 1995 a cerca de 40 mil millones en 2010, con una participación del sector industrial en torno al 60%.

En 2011, sin embargo, se registra un salto cuando los números indicaron que las ventas de Colombia al exterior superaron los 56 mil millones de dólares. En los años siguientes se mantiene el crecimiento, porque en 2012 supera los 60 mil millones, en 2013 los 58 mil millones, y en 2014 comienza un ligero descenso hasta llegar a 54 mil millones.

El ascenso tan destacado se debió a dos factores. Uno, el incremento de las exportaciones de petróleo y sus derivados, y dos, el precio referencial del crudo que entre 2011 y 2013 llegó a superar los 100 dólares.

En el caso de los volúmenes de producción, estos pasaron de menos de 700 mil barriles por día a fines de 2009 a más de un millón de barriles por día a finales de 2014. De ese volumen, unos 850 mil barriles se destinaron a la exportación a partir de 2011.

En divisas, eso se tradujo en ingresos de hasta 32 mil millones de dólares sólo por la venta de petróleo y sus derivados, lo que fue equivalente a casi el 60% del total de exportaciones.

Sin embargo, en 2015 la caída del precio del petróleo comienza a tener un efecto significativo en la proyección de las exportaciones totales, y hasta julio apenas superan los 22 mil millones de dólares.

De allí que en el corto plazo los sectores dominantes colombianos deberán sustituir la fuente de los ingresos petroleros por otras que sean muy atractivas para los mercados globales, y que tengan mayor capacidad de generar más recursos toda vez que se deberán financiar las importaciones de combustibles.

Una revisión general de tres opciones permite verificar la existencia de un impacto sustancial sobre Venezuela, ya que la movilidad de productos e insumos tendría como opción su tránsito por el territorio nacional. Mientras que los daños ambientales y los desplazamientos poblacionales que se generen tendrían consecuencias negativas para el país.

Carbón: cambiando salud por divisas

Colombia es el cuarto productor mundial de carbón y el primero en la región, con reservas probadas de 6 mil 700 millones de toneladas métricas. Más de la mitad se encuentra en el departamento de La Guajira, y otro 30% en departamento de Cesar, ambos limítrofes con el noroccidente de Venezuela.

Para 2014, la producción superó los 88 millones de toneladas, y para 2015 la meta propuesta se aproximaba a 100 millones de toneladas.

En divisas, las exportaciones de este rubro están en el orden de 6 mil 700 millones de dólares, aunque la explotación está a cargo de las principales transnacionales de materias primas como Glencore, Anglo American y Drummond.

En el departamento Norte de Santander se explota un volumen de 6 mil toneladas diarias, el cual es transportado, por medio de camiones, hasta un puerto venezolano en el estado Zulia, desde donde es exportado hacia mercados en Centroamérica, el Caribe y EEUU.

Mientras el que se extrae en minas a cielo abierto, como Cerrejón, en La Guajira y en Cesar, es embarcado por medio de barcazas, lo que provoca pérdidas del mineral y contaminación del agua y de las playas en el proceso.

Adicionalmente, los daños a la salud son enormes según estudios realizados, entre otros, por el toxicólogo ambiental Jesús Olivero Verbel. Estudios científicos han determinado que los trabajadores de las minas del Cerrejón, en La Guajira, presentaban un índice de daño en el ADN de sus linfocitos (células del sistema inmunológico) por encima de lo normal, según reseñó el diario El Espectador de Barranquilla en enero de 2014.

Mientras que los pobladores de las ciudades cercanas han visto afectado su sistema respiratorio por partículas de carbón que permanecen en el aire.

En cuanto al tema ambiental, el caso más llamativo es la modificación del cauce y la «privatización» del río Ranchería, con el fin de utilizar el agua para la extracción en la mina Cerrejón en La Guajira.

En consecuencia, unos 37 mil indígenas wayúu sufren enfermedades por desnutrición, y entre 5 mil y 14 mil niños han muerto por hambre y sed, según lo refiere el documental del periodista colombiano Gonzalo Guillén, El río que se robaron.

El crecimiento exponencial previsto para esta actividad, sin duda, traería consecuencias adversas similares para el territorio zuliano y sus pobladores.

Cúcuta: zona de libre comercio

Un poco más al sur se encuentra el departamento Norte de Santander, que limita fundamentalmente con el estado Táchira y donde se encuentra el principal centro urbano fronterizo con Venezuela: Cúcuta y su área metropolitana.

En 2010, en medio de la campaña electoral, el actual presidente Juan Manuel Santos ofreció una zona de libre comercio, lo que creó expectativas en torno a una modificación del estatus fiscal para liberalizar el comercio.

Sin embargo, el propio Santos retrocedió cuando sectores empresariales comenzaron a exigir un «puerto libre» (!?), ante la posibilidad de un incremento del contrabando y evasión impositiva.

Empero, todo indica que la ciudad y la región marchan en ese sentido. Hay un plan urbano y de vialidad orientado al desarrollo de infraestructura logística para el comercio internacional, se han construido enormes complejos comerciales y se ha impulsado una política de «cielos abiertos» para promover el uso del aeropuerto desde y hacia múltiples de destinos. Y se está impulsando una ampliación del aeropuerto de la ciudad.

Sin duda, en el imaginario urbano se ha posicionado la idea de una especie de «zona libre» parecida a Panamá, y donde el principal cliente sería Venezuela y sus recursos petroleros.

La paradoja es que las exportaciones del Norte de Santander son la mitad de las que realiza Colombia nacionalmente. Y a pesar del tratado de libre comercio con EEUU, sus exportaciones a esa nación siguen siendo fundamentalmente de petróleo y carbón.

En todo caso, una opción como esa potenciaría los perjuicios de un comercio asimétrico y que opera en el límite de la legalidad.

La agricultura industrial y la salida fluvial

Sin embargo, el proyecto de ensueño de las capas extractivistas de la burguesía colombiana es la agroproducción industrial en la llamada Orinoquia. Es decir, la región que comparten Colombia y Venezuela en torno del río Orinoco. Y donde el país vecino posee 347 mil km², equivalente al 33%.

Se trata de un plan agresivo para potenciar la producción de ganado, arroz y palma aceitera, a través de un método de «colonización» que busca el desarrollo de extensiones importantes de tierras cada año.

Eso ha implicado reformas legales para incrementar el área de las unidades de agricultura familiar y permitir la titulación de tierras para inversionistas de mayor tamaño.

Incluso destaca un caso en el que el gigante de materias primas, Cargill, adquirió 52 mil 576 hectáreas en la Altillanura a través de 36 sociedades creadas con ese fin. De esta forma habría logrado evadir la restricción legal mediante una operación de compra fraccionada, superando en 30 veces el máximo permitido por la ley a un solo propietario, según lo reseña un informe de la organización Oxfam. El propósito de Cargill es la producción industrial de maíz y de soya.

Esta área, donde se incluyen fundamentalmente los departamentos de Arauca, Meta, Casanare y Vichada, fue limpiada de pequeños productores y campesinos por las llamadas autodefensas como parte de su confrontación con las FARC.

La «colonización» de la región con ese modelo de desarrollo entraña una importante amenaza para Venezuela, pues el mecanismo de movilización de la producción que se obtenga propone el uso de los ríos de Venezuela para dicho propósito.

El análisis que hace Juan Benavides, publicado por la CAF y titulado «El desarrollo económico de la Orinoquia», dice claramente que «un aspecto central del plan multimodal planteado es la coordinación de esfuerzos con el gobierno venezolano para integrar la Orinoquia de los dos países por vía fluvial y fortalecer a Puerto Ordaz (Venezuela) como un hub binacional para exportaciones de ambos países».

Y evidentemente esto forma parte del debate por una nueva frontera de paz y al servicio de los pueblos, propuesta por el presidente Nicolás Maduro.

Misión Verdad

 

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