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28.Abr.2016 / 09:03 am / Haga un comentario

Foto: Archivo

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Nos encontramos en medio de la más severa situación climática que haya atravesado el país en muchos años, motivado principalmente a las bajas precipitaciones en las cuencas de nuestros grandes embalses (hay quienes siguen creyendo que el cambio climático es juego, el Niño no es juego). Ante el retardo en la llegada de las lluvias, el Gobierno Bolivariano ha diseñado un estricto cronograma de racionamiento destinado a optimizar el uso de los recursos hídricos disponibles en las fuentes de agua, incentivando también su uso racional y el máximo ahorro posible.

En el caso del este de la ciudad de Caracas, en el territorio que comprende el municipio Sucre, el suministro de agua potable proviene del sistema Tuy II (con aguas del Río Tuy y del Embalse de Lagartijo).

La distribución a las distintas comunidades se realiza mediante bombeo desde la Estación 25 ubicada en Macaracuay, la cual cuenta con los alimentadores Norte, Sur y Este, suministrando diariamente más de 3.000 litros por segundo a los habitantes de la parroquia Petare y comunidades vecinas; y el Embalse La Pereza, la cual suministra de manera continua aproximadamente 180 litros por segundo, cubriendo parte de las Parroquias La Dolorita y Mariche.

Por el alto nivel poblacional de estos sectores populares el suministro de agua potable es diario y sin interrupciones (solo se detiene por fallas o mantenimiento preventivo). Durante varios días a la semana Hidrocapital garantiza la presión del agua necesaria para alcanzar la cota de bombeo (columna de agua) por encima de los 85 metros, lo que permite la presión necesaria para alcanzar la altura requerida en las zonas más altas del municipio.

Pero ¿Por qué hay tantos problemas en la distribución de agua en el municipio Sucre? La respuesta se explica sola: la distribución a las principales comunidades del municipio Sucre es competencia y responsabilidad del Instituto Municipal de Aguas de Sucre (IMAS) bajo control del “mejor alcalde del mundo” Carlos Ocariz. El IMAS, con los parámetros de suministro enviados por Hidrocapital, realiza su propio cronograma de distribución a Urbanizaciones y zonas populares.

Veamos el resultado de las investigaciones realizadas:

A partir de varias inspecciones y de entrevistas con voceros de las comunidades se logró constatar los graves niveles de pauperización en los cuales el alcalde Ocariz ha colocado al sistema de Acueducto municipal bajo su exclusiva responsabilidad. Para el IMAS es imposible prestar el servicio con un mínimo de eficiencia, ya que dicha institución ha sido desmantelada por el alcalde (al igual que hizo con la Policía Municipal). La mayor evidencia se encuentra en la disminución (y casi desaparición) de su flota de vehículos, el bajo número de cuadrillas (las fugas superan su capacidad de reparación), la ausencia de un plan de renovación y reparación de las válvulas, la persistencia de altas deudas laborales, y un sinfín de irregularidades y problemas operativos.

Es inexplicable tal nivel de pauperización del IMAS, toda vez que la Alcaldía de Sucre y su alcalde Ocariz, sí se destacan, como buenos neoliberales, en extremar su “eficiencia” a la hora de cobrar puntual y onerosamente la factura por un servicio que no presta (“Pagar la factura del IMAS es muy fácil”). Se cobra eficientemente por un servicio que no tiene una retribución en mantenimiento y en reparaciones. Mucho menos tener siquiera disponible un servicio de camiones cisternas municipales, con el fin de atender a las comunidades más discriminadas por la falta de bombeo hacia sus sectores.

Peor aún, es que por negligencia (malas maniobras) en el manejo de los más de siete Puntos de Control (cierre o apertura de las válvulas) del Acueducto, se generan graves pérdidas de presión, descargando agua hacia las zonas bajas en días en que según el cronograma se debería suministrar agua solo a las zonas altas. Este deficiente manejo del Acueducto genera que en algunas comunidades el ciclo de suministro supere los 21, 30 y hasta 60 días (La Alcabala, San Blas, Guaicoco, La Virgen), presentándose las consecuentes molestias en la población y elevando los riesgos a la salud pública. Pareciera una negligencia deliberada, el uso político del tema agua para generar malestar en la población.

La distribución de agua para cada sector depende de los “criterios y prioridades” del IMAS, donde las Urbanizaciones tienen suministro constante o interdiario, pero en las zonas populares el calvario es la única constante. La discriminación es evidente.

Para evitar los desmanes del alcalde Ocariz, cada comunidad debe conocer sus Puntos de Control, conocer las “maniobras” que realiza el IMAS y exigir la reparación de las válvulas y las fugas que se presenten (el IMAS puede tardar entre 30 y 60 días en reparar un bote de agua). La comunidad debe exigir explicaciones en cuanto al uso y destino del presupuesto del IMAS, toda vez que tiene recaudación propia, pero estos recursos no se invierten adecuadamente en dotación y equipamiento. El Acueducto de Ocariz parece abandonado a su suerte, a la buena de Dios.

La desidia como forma de gestión

Este modus operandi, de desidia e indolencia es compartido por Ocariz y Capriles. Son anodinos. Los dos están hechos con el mismo tamiz: no les importa la gente, no les importan las comunidades ni sus problemas más inmediatos. Ellos andan con unos “guiones” bajo el brazo y ante cada situación o problema solo responden (desde el periscopio”), yo no fui, eso no es conmigo.

El resto de los gobernadores y alcaldes del país (incluso los opositores), ante cada situación y emergencia en sus localidades, están al frente de los problemas, abocados, brindando apoyo, mirando directamente a la gente, estando en el lugar de los acontecimientos.

Sin embargo, Ocariz y Capriles son los tipos más desvergonzados del país. Toda su gestión está llena de excusas y subterfugios. Con verborrea barata creen que se libran de sus tareas y competencias.

Una gestión tan malosa solo se salva y puede salir exenta por dos razones: lo “blandengue” que es tratada su gestión administrativa en todos los medios de la derecha (ni con el pétalo de una rosa); y por el veneno inoculado en la clase media mirandina, que es de tal nivel de toxicidad que la gente votará siempre ciegamente por ellos, así sean dos monigotes sin brazos ni piernas. Puros fantoches sin gestión pública, obcecados totalmente por asaltar el poder.

Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan

 

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